Es natural: el duelo duele. Pues con cada instancia que duelamos - alguien que muere, una separación, perder amigos - duelamos, entre otras muertes, una muy puntual: la nuestra. Y esto es, inclusive, un hecho a nivel biológico: nuestro cerebro está tejido, como un macramé, por finos hilos a los que la vida da forma. Cuando algo concluye, una parte de nuestro cerebro se ve obligada a destejerse, como un abrigo que ya no usaremos. Sin embargo, las hebras de ese abrigo ...