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| viernes abril 26, 2024

Estado de Emergencia Intelectual

Los Territorios Ocupados del Pensamiento Progresista


Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld

  • ¿Quiénes son los racistas de hoy en día?
  • Una «Marcha por la Dignidad» reunió recientemente a indignados «antirracistas», que gritaban insultos en nombre del amor universal.
  • Fue en nombre del antirracismo que los progresistas coreaban «muerte a los judíos» en la conferencia de 2001 de Durban de la ONU contra el racismo.
  • Cada semana, la plaza de la República ha visto rugientes procesiones del Colectivo Sheikh Yassin, incitando al odio a los judíos. ¿A alguien siquiera le importa?
  • Estos «progresistas» permanecieron extrañamente silenciosos mientras un cuarto de millón de personas moría en Siria, mientras las mujeres yazidi eran vendidas como esclavas, o cuando un nuevo califa ordenó la masacre de miles de personas en el nombre de Allah, o la mutilación y el asesinato de cristianos que se negaban a convertirse. ¿Ese tipo de comportamiento no es más que mal gusto?
  • Hoy el nuevo virus del prejuicio tiene dos caras: blandiendo un cuchillo y tratando de parecer como un inocente cordero.
  • El sufrimiento de los árabes, de los palestinos y de la juventud suburbana es real, pero se aliviará sólo si primero hay un examen crítico de las opiniones delirantes sobre lo que lo está causando. Ni los judíos ni Israel están en la raíz de este sufrimiento.

La masacre perpetrada el 13 de noviembre en París era previsible y anunciada; sólo aquellos que se niegan a ver las cosas que chocan con sus creencias ideológicas no entienden esto. La negación ideológica de la realidad sigue siendo la razón principal de nuestra incapacidad para combatir a los terroristas, que muchos no se atreven a admitir que son los islamistas.

Desde hace meses, nuestro odio ha sido dirigido sólo contra aquellos que nos han instado a abrir los ojos y llamar las cosas por su verdadero nombre. Desde hace meses, las demandas de no asociar a toda una población con unos pocos extremistas, así como los llamados a «detener la islamofobia», nos han obligado a cerrar nuestras mentes.

Pero, ¿quién ha hecho esta conexión en primer lugar? ¿Quiénes realmente son los racistas de hoy en día?

Cada semana, la Plaza de la República en París ha visto rugientes procesiones del Colectivo Sheikh Yassin, incitando al odio contra los judíos. ¿A alguien siquiera le importa? Recientemente, una «marcha por la dignidad» reunió a antirracistas indignados, que gritaban insultos en el nombre del amor universal, antirracismo y «fraternidad» en contra de varios filósofos y periodistas judíos prominentes, entre ellos Bernard-Henri Lévy, Éric Zemmour y Alain Finkielkraut.

[Miembros del «Colectivo Sheikh Yassin» manifiestan en apoyo de Hamas, en París, el 30 de agosto de 2014.]

¿Qué es este gusto por el odio absoluto en debates públicos, así como en las calles de París? Algunos jóvenes que adoptaron una identidad nazi están haciendo una sentada nostálgica en el Boulevard Saint Germain. Exigen, justo en medio del barrio latino, que el «Talmudista BHL» (Bernard-Henri Lévy) sea expulsado del país – y nadie se inmuta.

Cuando la multitud multirracial, «Marchando por la Dignidad», los supuestos protectores de nuestra conciencia universal, sale a las calles para protestar por el dolor y sufrimiento de los ofendidos, denuncian «racismo» en contra de las «víctimas» – por lo general ciudadanos no franceses de origen no francés: musulmanes, árabes, africanos negros y otros de las antiguas colonias francesas – todos víctimas de una supuesta dominante «islamofobia».[1]

En medio de todos estos compasivos antirracistas, es desplegada la bandera de Hamas – un grupo que todos sabemos que es tan caritativo y benevolente. Nadie niega que hay racismo en Francia, pero ¿cuál es la versión francesa de la Nación del Islam, en la que Panteras Negras suburbanas declaran su odio contra Francia y los franceses?

Ellos, que se hacen llamar «Los Indígenas de la República» [Ciudadanos Franceses No Étnicos] sacan el máximo provecho de la reinante indignación contra el racismo. Hoy en día, nadie se atreve a declararse «racista». El racismo es el mal primordial. Esta lucha contra el racismo es el primer paso hacia una nueva conciencia. Hoy en día, todo el mundo es antirracista, a excepción de los que practican una especie de «racismo de estado». Esta idea, que corrompe a la historia y se basa en mentiras, en la actualidad ocupa el lugar de la negación del Holocausto. La diferencia hoy es que estos «Indígenas de la Republica» movilizan a la gente con proyectos bajo la benévola apariencia de la lucha contra el racismo.

Parece haber cierta confusión. Esos neonazis que denuncian a los judíos no es nada nuevo, pero ¿qué de los ofendidos antirracistas «no Charlie»? ¿Cuál es el significado de estas consignas salpicadas entre los signos de protesta de las «Marchas por la Dignidad»? ¿A quiénes denuncian estos antirracistas como «poder blanco», mientras se reúnen en nombre de la diversidad étnica? ¿Qué demonio posee a estas personas en el momento que es pronunciado el nombre de Israel o la estrella de David hace su aparición?

En el verano de 2015, la ciudad de París invitó a la ciudad de Tel Aviv como un socio para el evento de París, de un mes, «Paris Plage» (París Playa). Eso bastó para que una señora Simmonet, una funcionaria electa por la izquierda, iniciara un ataque «progresista» y un estupor antifascista. «¡Vergüenza sobre la ciudad de París! Obscena invitación, etc. ¡Invitar a un país colonial y racista, etc.!» Nunca le hemos oído a la señora Simmonet denunciar el comercio entre Francia y China, Egipto, Irán, Qatar o Arabia Saudita, por ejemplo.

«¿Es la mención de Israel pornográfica?» dice un hombre. Algunas personas rayan en la histeria, como si la sola mención de la palabra es una completa falta de etiqueta. Estos «progresistas» estuvieron extrañamente silenciosos mientras un cuarto de millón de personas morían en Siria, mientras mujeres yazidi eran vendidas como esclavas. Estuvieron en silencio cuando doscientas alumnas fueron secuestradas en Nigeria, y cuando un nuevo califa, en el nombre de Allah, ordenó la masacre de miles de personas en Irak o la mutilación y el asesinato de los cristianos que se negaban a convertirse. ¿Ese tipo de comportamiento no es más que mal gusto?

Sin embargo, si Israel expresa su preocupación ante la ONU en relación con planes explícitos para su propia aniquilación por parte de otro país, miembro de esta misma ONU, la exaltada Comisión de Derechos Humanos (en la que nuestro querido amigo, Arabia Saudita, participa) se apresura a denunciar la barbarie del estado judío.

Desde la década de 1970, el antisionismo ha logrado incorporarse al antiguo racista odio al judío. Este nuevo virus ahora ha suplantado al virus aún más antiguo de odio a los judíos como individuos – una intolerancia que llevó a su masacre, incineración, expulsión y a la destrucción de sus libros. También dio lugar a acusaciones sin fundamento, a la culpa colectiva por todo tipo de males, condena general y, finalmente, a ser gaseados. Desde su apogeo, bajo el nazismo, este odio luego retrocedido durante más de 20 años, pero a finales de la década de 1960, comenzó a mutar, y la palabra «Israel» tomó un carácter repelente que nadie podría haber previsto.

Esta mutación racista se completó en una conferencia de la ONU en Durban, Sudáfrica, en 2001, cuando el viejo, el innombrable antisemitismo fue combinado con un nuevo y liberador antisionismo. Fue en nombre del antirracismo que los progresistas coreaban «muerte a los judíos» en la conferencia de la ONU contra el racismo.

Esta enfermedad mental parece extraordinariamente mutable, con la capacidad de reproducirse en diferentes formas. Hoy el nuevo virus tiene dos caras: blandiendo un cuchillo, y tratando de parecer inocente como un cordero.

¿Por qué plantear el tema recurrente del odio a los judíos ahora, un odio que se ha convertido en odio a Israel? Porque esto está en el corazón de esta actual locura rabiosa. Porque es la semilla del odio que los islamistas han plantado contra la civilización occidental. ¿Qué más se puede decir que ya no se haya dicho? ¿Por qué cientos de miles de personas beben de la copa de esta religión que no se atreve a decir su nombre?

Este odio a Israel adquiere las mismas características, en el siglo XXI, como la creencia medieval colectiva que culpó a los judíos de la peste bubónica. ¿Recuerdan cuando los tiburones comenzaron a atacar a los turistas en Sharm el-Sheikh, y el director egipcio de turismo culpó al Mossad? Afirmó que había entrenado a estos tiburones asesinos para que los turistas huyeran de Egipto y dañar su economía; todavía nadie ha explicado cómo fueron entrenados los tiburones para que no se coman a los egipcios.

Los «pro-palestinos», a menudo, no se preocupan realmente por Palestina. Para ellos, esta causa verdaderamente persuasiva no es nada más que ficción: es el odio a Israel lo que los moviliza.

El reproche básico fue formulado, simplemente, por el presidente iraní, Hassan Rouhani. Israel, dijo, sería «ilegítimo» – lo que significa que no tiene derecho a existir. Eso es precisamente lo que se está diciendo o pensando: Israel, nadie te quiere. Por favor, desaparece. El mundo estaría tan tranquilo si no fuera por tus piedritas en los zapatos.

Cuando el periodista Edwy Plenel, el autoproclamado vigilante contra las mentiras del gobierno, citó a Nelson Mandela con el fin de condenar a Israel, se descubrió que la cita era totalmente inventada. «Si he cometido un error de hecho», dijo, «¡por lo menos fui políticamente correcto!»

Durante el otoño de 2015, el diario francés Le Monde lideró el ataque contra la fuente oculta de todos nuestros males políticos. Lo que preocupa a nuestros vigilantes anti-fascistas es la amenaza del Frente Nacional, liderado por Marine Le Pen, a medida que el pensamiento popular se inclina hacia la derecha. Los que lideran este desplazamiento hacia la derecha deben, por lo tanto, de acuerdo con Daniel Lindenbergh, ser nombrados y desafiados. Son Michel Houellebecq, Éric Zemmour y Alain Finkielkraut. ¿Cómo esta visión contamina la mente? Lean sus obras. En Francia no hay peor insulto que ser llamado racista, pero en los círculos intelectuales es aún peor ser llamado un «reac» (reaccionario). Si ha asesinado a su madre y su padre, siempre habrá algún tipo de razón, aunque sutil, por sus acciones. Pero ser llamado un «reac» es demasiado duro. Es insoportable. El pensador «reac» es ahora el nuevo enemigo.

Los pensadores han encontrado un nuevo hogar, y la izquierda un nuevo dogma. Aquí, en orden de prioridad absoluta, está el mayor enemigo de Francia: esos intelectuales que son utilizados por el Frente Nacional y que deben ser expulsados y sus nombres añadidos a la lista negra[2]. ¿Qué sería del pensamiento ilustrado sin la ilusoria seguridad del Frente Nacional? El espectro de «los años más oscuros de nuestra historia» de los años 1940 es utilizado a menudo por aquellos que afirman ser Ilustrados y representar el amor universal.

Así que aquí está el predecible retorno de la ya vista, leída y oída amenaza fascista – esta idea artificial prefabricada que inventan los enemigos extremistas para evitar tratar con complejidades que fingen entender.[3]

Más recientemente, otro incidente se añadió a esta inversión de causas y responsabilidades. El historiador Georges Bensoussan está en riesgo de ser convocado por el MRAP (Movimiento contra el Racismo y por la Amistad entre los Pueblos) «ante un tribunal penal por insultos racistas e incitación al odio y a la violencia racial». La razón es, aparentemente, haberse atrevido a poner sobre el tapete el antisemitismo que es un lugar común en la cultura árabe y musulmana en el Magreb.[4]

Si la República sufre, hoy en día, en muchas áreas plagadas de tal odio fraternal, es porque se niega a enfrentar el mal que está devorándola. El sufrimiento de los árabes, de los palestinos y de la juventud suburbana es real, pero se aliviará sólo si primero hay un examen crítico de las delirantes opiniones sobre lo que lo está causando. Ni los judíos ni Israel están en la raíz de este sufrimiento. Lo que lo está causando es lo que le pasó a esta cultura – nacida del Islam, o de la herencia árabe – que siempre le echa la culpa a otro lado cuando él mismo es la fuente del actual desastre. No es Israel el que está bombardeando y matando de hambre al campamento palestino de Yarmouk en Siria. El historiador Bernard Lewis hizo la pregunta oportuna ¿»Qué Salió Mal» para causar que este patrimonio fuera tan lejos por mal camino? La respuesta fue ubicar la culpa en otro lugar.

Este fracaso del pensamiento no sólo afecta al mundo árabe y musulmán. También afecta a las ideas de los progresistas.

¿El siglo XXI verá la victoria póstuma del Camarada Stalin? ¿No hemos aprendido las lecciones de los intelectuales ciegos frente a las seductoras ideologías totalitarias? Uno teme que la negación ideológica de los hechos – a cambio del opio intelectual exigido por la «unidad» – seguirá siendo la norma. Estos dogmas, incluso en nombre del progresismo y del antirracismo, no eliminan el mal, sólo conducen a tumbas más profundas. Corre, Camarada. Las tumbas podrían estar detrás de ti pero los asesinos están frente a ti.

Jacques Tarnero, asociado a la Cité des Sciences et de l’Industie, París, se especializa en el estudio del racismo.

Este artículo fue publicado originalmente en una forma ligeramente diferente en francés. Gatestone está muy agradecido al autor por su amable permiso para publicarlo en inglés.

[1] Citando al portavoz de los Indígenas de la República

[2] El que el historiador Daniel Lindenberg está preparando para publicar.

[3] En los talones de los ataques a Charlie Hebdo y al supermercado judío, Philippe Lioret, director de la película «Bienvenido», una película sobre las condiciones de los migrantes ilegales en Francia en 2008, declaró a la radio France Inter: «He tenido esta idea durante una época en que jamás oía las noticias. ¿Quién, históricamente, es el responsable de esta crisis? La Guerra de los Seis Días, por ejemplo. En 1967, los israelíes entraron a la Margen Occidental y Gaza. Despojaron a los palestinos. ¿No fue esto el comienzo de una terrible transformación de la identidad árabe que trae hoy este tipo de fundamentalismo islámico? (…) Occidente es siempre el culpable. Los que tienen el dinero», concluye, «son los que deciden».

[4] Una petición firmada por alrededor de veinte personas fue enviada al Consejo Superior del Audiovisual (el órgano regulador de la TV y radio francesa) para condenar las declaraciones de Bensoussan durante un debate con Patrick Weil durante un programa llamado «Répliques» organizado por Alain Finkielkraut en France Culture el sábado 10 de octubre de 2015

 

http://www.gatestoneinstitute.org/7022/intellectual-state-of-emergency

 

 
Comentarios
Eliseo Pardo

No existe peor ciego que aquel que se niega a ver, victima de su cinismo y esclavo de sus prejuicios , como tiende a suceder con determinados sectores de la «bienpensante» sociedad occidental, tan proclive siempre a lanzar la piedra y esconder la mano, tan hipócrita y superficial como viene demostrando ser … Calificar de «facistas» a quienes no participen de un «ideario» comun, decidan libremente desmarcarse de los cliches antijudios al úso, o no criminalizar al agredido israeli en beneficio del agresor árabe, indica a las claras el nivel de indigencia intelectual y moral que aqueja y paraliza a dicha sociedad, hoy en abierto declive, debilitada y amenazada mas que nunca de ser «absorbida» por aquellos mismos a los que justifica, ofreciendoles «comprehension» y amplia acogida sobre su territorio, de modo que asi puedan desde él, articular sus actos terroristas, captar y adiestrar a tal fin a sus própios hijos, hasta convertirlos en hienas sanguinarias, hostiles e irreconocibles
Ciegos por voluntad própia, ademas de nécios y cobardes ¿que está en derecho de esperar una sociedad asi, que no sea su propia desintegracion como tal? …

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