Cuando se piensa en las casa de oración clásicas aparecen imágenes de majestuosas catedrales, imponentes iglesias y magníficas mezquitas. ¿Sinagogas? No, en general.

Esta percepción es algo que a Amir Chodorov le gustaría cambiar. Ex piloto de combate de las Fuerzas de Defensa de Israel durante 25 años, Chodorov se dedica a la fotografía desde que tenía 17.

Muchas de sus obras han sido premiadas. Entre ellas de destacan las tomadas en la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén donde la elegancia y la gracia del paisaje urbano dicen presente.

Pero en la actualidad, Chodorov ha decidido “enfocarse” en las sinagogas. «Estas suenan como algo austero y gris, para nada glamorosas. Sobre esto, debo decir dos cosas: primero, que son bellísimas y no lo sabemos y que nadie las visita. Y segundo, están abiertas para recibir gente y ofrecer su hermosura a judíos y no judíos”, manifestó el fotógrafo.

La Gran Sinagoga de Jerusalén, vista a través de la lente de Amir Chodorov.

Las fotografías que Chodorov tomó de 26 sinagogas se centran en elementos de diseño en lugar de lo relacionado con la oración. Y revelan los lugares poco conocidos como verdaderas joyas arquitectónicas. “El objetivo es resaltar el lado bello y optimista de las sinagogas. Y tal vez mis imágenes logren que algunos comiencen a visitar los templos, algo que me haría muy feliz», afirmó.

La sinagoga Hurva en la Ciudad Vieja de Jerusalén. Foto: Amir Chodorov.

Desconcertando la imagen juntos

Chodorov tiene un estilo y una técnica únicos. «No miro a través de la cámara cuando estoy tomando una foto. En el momento en que quito los ojos de la cámara, veo todos los detalles mientras tomo fotos con la cámara», explicó el artista.

La ieshiva Ponevezh en la ciudad de Bnei Brak. Foto: Amir Chodorov.

«Vengo a cierto lugar y lo estudio. Me paro en ciertos puntos en los que empiezo a acumular conocimiento a través de la contemplación. Luego decido qué quiero que tenga la imagen. Tomo entre 20 y 30 fotos -a veces hasta 500- y luego empiezo a unirlas en partes. Es un trabajo de rompecabezas», contó Chodorov.

Armar la Ciudad Vieja de Jerusalén le costó un mes y medio.

Según Chodorov, hay algunas similitudes entre ser un piloto de caza y un fotógrafo. «Me las arreglo para traer una foto en la que floto en el espacio y veo las cosas de una manera más amplia que otras. Es cierto que los pilotos que vuelan en combate ven una imagen muy amplia que cambia en segundos», dijo. Y añadió: “»La visión espacial es muy importante».

El Centro Mundial Belz en Jerusalén. Foto: Amir Chodorov.

Con las sinagogas como parte de su anterior proyecto, Chodorov ya busca nuevas fuentes de inspiración. “Hoy en día estoy descansando de mi obra anterior. Es que durante un bimestre no comí ni dormí. Tengo algo en mente pero no está claro todavía. Tiene que ser algo interesante que pueda expresarse y verse bien», finalizó.​