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| martes diciembre 10, 2024

Islam, Antisemitismo y Definiciones


La versión europea

En el año 2004, el Centro de Prevención del Racismo y la Discriminación de la Unión Europea, realizó su primer estudio sobre el antisemitismo en la UE, procurando llegar a una definición que abarque todas las expresiones del fenómeno en las entonces 15 naciones asociadas. Al año siguiente, la Agencia de la Unión Europea para los Derechos Fundamentales (FRA) adoptó la «definición operativa», que desde entonces ha sido incorporada por organismos diversos en varios países.

En el ENCUENTRO de líderes de las comunidades judías de América Latina, recientemente realizado en Jerusalén, se propuso adoptar y difundir esa «definición operativa», procurando unificar la terminología conceptual y jurídica para que sirva de instrumento en la lucha de América Latina contra el antisemitismo a todo nivel: opinión pública, promulgación legislativa, códigos penales, pronunciamientos parlamentarios, medios de comunicación, etc.

El texto completo, traducido a 33 idiomas, es accesible en

http://www.european-forum-on-antisemitism.org/working-definition-of-antisemitism/

Como reza el mismo documento, su objetivo » es proporcionar una guía práctica para identificar incidentes, recoger información y apoyar la implementación y el cumplimiento de la legislación sobre antisemitismo».

La importancia de esa definición radica también en que detalla cuáles expresiones contra el Estado de Israel, concebido como una entidad colectiva judía, habrían de considerarse antisemitas: «Hacer acusaciones falsas, deshumanizadoras, demonizadoras o estereotipadas sobre el poder de los judíos como colectivo, tales como el mito de una conspiración judía mundial, o el control de los judíos sobre los medios, la economía, el gobierno u otras instituciones de la sociedad. Acusar a los judíos como pueblo, o a Israel como Estado, de inventar o exagerar el Holocausto. Acusar a ciudadanos judíos de ser más leales a Israel, o a supuestas prioridades judías mundiales, que a los intereses de sus propios países. Negar al pueblo judío el derecho de autodeterminación, por ejemplo, afirmando que la existencia del Estado de Israel es un proyecto racista. Realizar comparaciones entre la política israelí actual y la de los nazis. Los actos criminales son antisemitas cuando los objetivos de los ataques, ya sean personas o bienes – tales como edificios, escuelas, lugares de culto y cementerios –, son seleccionados porque son judíos, vinculados a judíos, o porque se perciben como tales».

Irán y la versión árabe

A diferencia del antisemitismo clásico que pregonaba un mundo mejor sin judíos, los árabes insisten en que el Medio Oriente sin Israel es la llave de la paz mundial. Desde la revolución islámica de 1979, también Irán enarboló la bandera de la destrucción de Israel. Este es un eslabón importante en la lucha del Islam contra Occidente. Para ellos no existe justificación alguna, ni moral ni histórica, para las reclamaciones de soberanía de los Judíos o de los Sionistas. Los unos por ser una religión y no una nación, y las religiones no tienen estados; los otros por ser tergiversadores de la historia, usurpadores y opresores del pueblo palestino. La presencia de Israel es señalada como una cuña de la cultura occidental insertada en el corazón del mundo islámico para dificultar su expansión.

El sionismo es presentado como el apoyo fundamental a la globalización, conspiración conducida por los capitales judíos, que atenta a la cultura y a la coherencia social islámica. El radicalismo islámico utiliza así los clásicos argumentos contra los judíos, alentando el odio antisemita de las izquierdas preocupadas por la globalización capitalista que domina las economías y los medios de comunicación.

En sus esfuerzos por deslegitimar la existencia del Estado Judío, consideran que Hitler no llegó a matar a más de 200.000 judíos mientras que, según ellos, el Estado de Israel mató a más de un millón de palestinos: en consecuencia, ese Estado es peor que el nazismo y por lo tanto debe ser destruido. Según ellos, el Holocausto es un invento sionista para lograr la misericordia y el apoyo material de los europeos.

En el narrativo árabe, incluso en el iraní, no se concibe a la Segunda Guerra Mundial como un enfrentamiento entre el Bien y el Mal, sino algo que fue intrínseco al mundo de la Maldad. Incluso arguyen que los sionistas, dado su fracaso de inducir a las masas judías que se trasladen al nuevo Hogar Judío, confabularon con los alemanes el asesinato de los judíos para obligarlos a que emigren a Israel. Los musulmanes no fueron parte de los sucesos de la Segunda Guerra Mundial, y por lo tanto no pueden ser las víctimas que carguen con la culpa que sienten los europeos.

Desde el ascenso de Mahmud Ahmadinejad al poder, el 3 de Agosto de 2005, el mundo escucha sus repetidas declaraciones en cuanto a la negación del Holocausto como hecho histórico. La diferencia con sus antecesores reside en la frecuencia y no en el contenido de esas declaraciones. ¿A qué se debe esta insistencia en el tema, porqué el Holocausto preocupa tanto al Islam iraní?.

El objetivo es claro: anular la base ideológica del Sionismo, negación destinada a probar que «los judíos no tienen necesidad de modificar su propia historia, y deben dejar de presentarse como merecedores de lástima.» (Khamenei, abril 2001).

Actualmente, muchos intelectuales árabes tratan de atenuar los acentos, sugiriendo que no se puede desmerecer a la Shoáh, pues hacerlo va en desmedro del interés palestino: hay que procurar el reconocimiento de la interrelación entre los dos sucesos, y la aceptación de su paridad es la base para el entendimiento y condición para las conversaciones de paz. De aquí que la descripción de la Shoáh, el genocidio que la caracterizó y el sufrimiento de sus víctimas, como «mentiras inventadas por los sionistas para gozar de la misericordia de la comunidad internacional», dejó de utilizarse para poder presentar al sufrimiento palestino, heredero del Holocausto, digno del mismo reconocimiento que obtuvieron los judíos.

Ignora Ahmadinejad y olvidan los árabes, que las aspiraciones sionistas fueron formuladas cuatro decenios antes a los sucesos del Holocausto, y que la fundamentación legal de la independencia israelí es «en virtud del derecho natural de los pueblos a su expresión territorial y se basa en la resolución de la comunidad internacional del 29.11.1947». La Shoáh fue una tragedia aceleradora, pero no la causante de la materialización de los ideales sionistas ni la razón del dolor palestino.

La Historia se repite

El primer y casi único historiador judío de la antigüedad fue Flavio Josefo (Yosef ben Matitiau) (37 – 100 e.c) un educado líder de la fracasada revuelta judía contra los romanos, que se pasó al bando contrario y se convirtió en historiador de la revuelta. Sus principales libros de historia son «Las Guerras Judías» (sobre la revuelta contra Roma) y «Antigüedades Judías» fuente principal para la historia judía anterior a Roma.

Su último libro, «Contra-Apión», es el primer intento sistemático de refutar los prejuicios anti-judíos de su época. Escribe Flavio Josefo: «Había un tumulto levantado en Alexandría, entre los habitantes judíos y los griegos; y se escogieron tres embajadores en cada uno de los partidos opuestos, que se presentaron ante Gaius. Uno de estos embajadores del pueblo de Alexandría, era Apion, que lanzó muchas blasfemias en contra de los judíos, y otras cosas: culpándoles de menospreciar los honores debidos al César. Decía que todos los que pertenecían al Imperio Romano elevaban altares y templos a Gaius, y por otra parte lo recibían universalmente como se recibe a los dioses. Tan sólo estos judíos piensan que es deshonorable para ellos levantar estatuas en su honor, asimismo jurar en su nombre. Muchas de estas cosas severas fueron dichas por Apion, con el propósito de provocar la ira de Gaius contra los judíos».

Apion (20 AC – 45 DC) fue un gramático greco-egipcio, sofista y comentarista de Homero. Al parecer Apión era una persona que odiaba a los judíos e inventó la primera historia sobre que los judíos sacrificaban gentiles para beber su sangre. Flavio Josefo lo criticó en su libro escrito en defensa del judaísmo como una filosofía clásica y una religión muy antigua y sólidamente establecida. Él niega las infamias contra los judíos que eran populares entre los griegos y los romanos, defiende el derecho de los judíos de la diáspora a vivir como tales ejerciendo plenamente sus derechos, e insiste en la superioridad de la Toráh en cuanto a moral, justicia y fe.

Este libro, escrito en forma aguda e incisiva, es uno de los pocos documentos conocidos de la antigüedad en el que se expone una metódica para enfrentar a los enemigos de Israel, plena de argumentaciones inteligentes y fundamentadas. Tal vez sería oportuno publicar una edición actualizada bajo el título «Contra-Ahmadinejad».

Reenvia: www.porisrael.org

 
Comentarios

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