Vivimos en un mundo donde hay una guerra en curso contra los judíos. En las primeras décadas después de la fundación de Israel, esta guerra fue convencional en su naturaleza. El objetivo era directo: usar la fuerza militar para derrotar a Israel. Bastante antes que el Muro de Berlín cayera, este enfoque ya había fracasado claramente.
Entonces llegó la fase dos: terrorismo. Los terroristas apuntaron a los israelíes tanto en casa como en el exterior –desde la masacre de los atletas israelíes en Munich a la segunda Intifada.
Los terroristas continúan apuntando a los judíos a través del mundo. Pero ellos no han tenido éxito en derribar al gobierno israelí – y no han debilitado la determinación israelí a combatirlos.
Ahora la guerra ha entrado en una nueva fase. Esta es la guerra blanda que busca aislar a Israel deslegitimizándola.
El terreno de batalla está en todas partes: los medios, las organizaciones multinacionales, las ONG. En esta guerra, el objetivo es hacer de Israel un paria.
El resultado es la curiosa situación que nosotros tenemos hoy: Israel se vuelve cada vez más aislada, mientras que Irán –una nación que no ha hecho secreto su deseo de destrucción de Israel- busca armas nucleares en voz alta, orgullosamente, y sin aparente miedo al rechazo.
Cada día, los ciudadanos de la patria judía se defienden contra ejércitos de terroristas cuyos mapas expresan el objetivo que ellos tienen en mente: un Medio Oriente sin Israel. En Europa, las poblaciones judías, cada vez más, son blanco por parte de quienes comparten este objetivo. Y en los EEUU, yo temo que nuestra política exterior a veces alimenta a estos extremistas.
Hay dos cosas que son las que me molestan más. La primera es el inquietante nuevo hogar que el antisemitismo ha encontrado en la sociedad educada – especialmente en Europa. Segundo, es como la violencia y el extremismo son alentados cuando el mundo ve al mayor aliado de Israel distanciándose del estado judío.
Cuando los americanos pensamos en antisemitismo, tendemos a pensar en las caricaturas y ataques vulgares de la primera parte del siglo XX.
Hoy parece que las ramas más virulentas vienen de la izquierda. A menudo este nuevo antisemitismo se viste del ropaje de un desacuerdo legítimo con Israel.
Allá por el año 2002 el presidente de Harvard, Larry Summers, lo expresó de esta manera: “ El antisemitismo y las opiniones que son profundamente antiisraelíes han sido tradicionalmente la reserva de populistas de derecha pobremente educados, pero hoy las opiniones profundamente antiisraelíes están encontrando cada vez más apoyo en las comunidades intelectuales progresistas. Gente seria y pensante esta defendiendo y tomando acciones que son antisemitas en su efecto si no en su intención”.
El Sr. Summers estaba hablando sobre todo acerca de nuestros campus universitarios. Como yo, sin embargo, él estaba también golpeado por los alarmantes acontecimientos en Europa.
Lejos de ser descartado de plano, el antisemitismo hoy disfruta de apoyo tanto en los estratos más altos como los más bajos de la sociedad europea -desde sus políticos más elitistas a los habitantes de sus ghetos, en gran parte musulmanes-. Los judíos europeos se encuentran atrapados en esta tenaza.
Recientemente presenciamos un estallido muy paradigmático cuando un Ministro de Comercio del Comisionado Europeo declaró que la paz en el Medio Oriente es imposible debido al lobby judío en EEUU. El lo dijo exactamente de esta forma: “Hay, de hecho, una creencia –es difícil describirla de otra forma– entre la mayoría de los judíos que ellos tienen razón. Y no se trata tanto de si estos son judíos religiosos o no. Los judíos laicos también comparten la misma creencia que ellos tienen razón. Entonces no es fácil tener, siquiera con los judíos moderados, una discusión racional acerca de lo que realmente esta sucediendo en el Medio Oriente».
Este ministro no sugirió que el problema era cualquier política israelí específica. El problema, como él lo definió, es la naturaleza de los judíos. Para rematar el absurdo, este hombre, para aplacar a sus críticos, trató de enmendar su posición diciendo: «el antisemitismo no tiene lugar en el mundo de hoy y esta fundamentalmente contra nuestros valores europeos».
Por supuesto, el ha mantenido su cargo.
Desafortunadamente, nosotros vemos ejemplos como este a través de toda Europa. Suecia, por ejemplo, ha sido largamente sinónimo de tolerancia liberal. Pero en una de las ciudades más grandes de Suecia, Malmö, los judíos informan crecientes ejemplos de acoso. Cuando un equipo de tenis israelí visitó para una competencia, fue saludado con disturbios. Entonces, ¿Cómo respondió el alcalde? Distinguiendo sionismo con antisemitismo – y sugiriendo que los judíos suecos estarían más seguros en su ciudad si ellos se distanciaban de las acciones israelíes en Gaza.
Ustedes no tienen que buscar muy lejos otras señales de peligro: El gobierno noruego prohíbe a un constructor de barcos alemán, radicado en Noruega, utilizar sus aguas para probar un submarino que está siendo construido para la armada israelí.
Inglaterra y España están boicoteando una reunión de turismo de la OCDE en Jerusalem.
En los Países Bajos, la policía informa de un 50% de incremento en la cantidad de incidentes antisemitas.
Quizás nosotros no debamos sorprendernos por estas cosas. De acuerdo a una infame encuesta europea unos pocos años atrás, los europeos nombraron a Israel delante de Irán y NorCorea como la mayor amenaza para la paz mundial.
En Europa hoy, algunos de los más ilustres ataques sobre el pueblo judío, los símbolos judíos, y casas de oración judías han provenido de la población musulmana.
Desafortunadamente, lejos de dejar en claro que tal comportamiento no será tolerado, muy a menudo la respuesta oficial es la que nosotros hemos visto del alcalde sueco – quien sugirió que los judíos e Israel debían culparse en parte a sí mismos.
Cuando los dirigentes políticos de Europa no enfrentan a los matones, ellos prestan crédito a la idea que Israel es la fuente de todos los problemas del mundo – y ellos garantizan más miseria. Si eso no es antisemitismo, yo no sé lo que lo es.
Eso me trae a mi segundo punto: la importancia de las buenas relaciones entre Israel y los EEUU.
Algunos creen que si EEUU quiere obtener credibilidad en el mundo musulmán y promover la causa de la paz, Washington tiene que poner alguna distancia entre sí e Israel. Mi opinión es la opuesta. Lejos de posibilitar más la paz, estamos asegurando que haya más hostilidades. Lejos de hacer las cosas mejores para el pueblo palestino, unas relaciones amargas entre los EEUU e Israel garantizan que los palestinos comunes continúen sufriendo.
La paz que todos nosotros queremos llegará cuando Israel se sienta segura – no cuando Washington se sienta distante.
Ahora mismo nosotros tenemos guerra. Hay mucha gente llevando a cabo esta guerra. Algunos hacen volar cafés. Algunos disparan cohetes hacia áreas civiles. Algunos están buscando armas nucleares. Algunos están combatiendo la guerra blanda, a través de boicots internacionales y resoluciones condenando a Israel. Todas estas personas están observando la relación americano-israelí de cerca.
A este respecto, yo estuve complacido de escuchar al vocero del Departamento de Estado clarificar la posición de EEUU la semana pasada. Él dijo que los EEUU reconocen «la especial naturaleza del estado israelí. Es un estado para el pueblo judío».
Este es un mensaje importante para enviar al Medio Oriente. Y cuando la gente ve a un primer ministro judío maltratado por un presidente norteamericano, ven un estado judío más aislado. Eso solo envalentona a aquellos que favorecen las armas por sobre aquellos que favorecen la negociación.
Allá por 1937, un hombre llamado Vladimir Jabotinsky urgió a Inglaterra a abrir una ruta de escape para los judíos huyendo de Europa. Solo un Hogar Nacional Judío, dijo, podría proteger a los judíos europeos de la inminente calamidad.
En palabras proféticas, él describió el problema en esta forma: «No es por el antisemitismo de los hombres», él dijo. «Es por sobre todo, por el antisemitismo de las cosas, la xenofobia inherente del cuerpo social o del cuerpo económico bajo la cual nosotros sufrimos».
El mundo de 2010 no es el mundo de los años 1930. Las amenazas que los judíos enfrentan hoy son diferentes. Pero estas amenazas son reales. Estas amenazas están empapadas en un desagradable lenguaje familiar para cualquiera lo suficientemente viejo como para recordar la II Guerra Mundial. Y estas amenazas no pueden ser encaradas hasta que nosotros las veamos como lo que son: parte de una guerra en curso contra los judíos.
Editado de un discurso que el propietario de muchos medios de comunicación Rupert Murdoch dio en New York el miércoles pasado en una cena de la Liga Anti Difamacion (ADL)
Fuente: The Jerusalem Post/
Este articulo fue traducido y publicado por el blog de la Organizacion Sionista Argentina, Filial Córdoba.
Difusion: www.porisrael.org
yo quiero ir a guerras