Sal Emergui
Jerusalén
Elmundo.es
17/03/2011
El joven israelí Daniel Gross tiene un mundo por delante. En su caso, intenta diseñarlo con tan sólo 19 años y sin ningún titulo académico. Su revolución, de momento, es virtual. La sencillez y originalidad llega con su buscador social llamado Greplin que desafia al todopoderoso Google al buscar y rastrear en las cuentas de las redes sociales como Twitter y Facebook y otros servicios como Dropbox o Salesforce. Navegar y crear una agenda personal con todos los datos. «Sé que el proyecto es bueno cuando algunos me dicen, ‘mi vida es más fácil ahora'», opina.
«Un día quise buscar información sobre una fiesta en la noche de Jerusalén. Encontré todo tipo de webs con mucha información pero ninguna en la que tecleando las palabras ‘Fiesta, Martes, Jerusalén’, me diese la dirección exacta. No sabía si era un evento apuntado en Facebook o en otra cuenta. Desarrollé este producto y después me reuní con inversores potenciales. Una vez completado el proyecto, construí la base y recluté medio millón de dólares», explica con total naturalidad al diario israelí Yediot Ajaronot.
Esta es la versión corta de la exitosa historia de este genio informático que abandonó Jerusalén al ser aceptado en el prestigioso invernadero Y Combinator en Silicon Valley.
¿Quién es Daniel Gross? Se preguntan los medios especializados en Israel, país acostumbrado a promover y encumbrar a jóvenes talentosos del mundo de las altas tecnologías. ¿Quién es el mocoso que idea un proyecto tan sencillo como ambicioso que logra bucear en Facebook, Twitter o Linkedin y en otras zonas inaccesibles para Google como algunas plataformas de la ‘nube’?
De padres norteamericanos, Gross creció y se educó en el emblemático barrio de Katamon en Jerusalén. Ya en el colegio Jorev destacó por su olfato virtual. Su madre era una periodista y su padre un profesor de Informática que decidieron instalarse en Israel. «A los 8 años, empezó mi pasión por los ordenadores. El trabajo de mi padre evidentemente ayudó. Profundicé mis conocimientos a medida que iba avanzando», cuenta. Y Combinator le descubrió y Gross lo dejó todo, incluso la llamada a filas (obligatoria a los 18 años en Israel), para probar «la aventura de Silicon Valley».
«En primer lugar, no me creí que me aceptaran en la academia y mucho menos que me quedara. Sólo cuando conseguí recaudar tanto dinero para Greplin, me di cuenta que me comprometí a algo muy serio», explica Gross.
Recuerda el fracaso de su primer proyecto en la academia poco antes de la presentación oficial y una visita que cambió su vida: «Fui a casa de Paul Graham, fundador de Y Combinator, que me abrió los ojos. Repaso mis ideas y me dijo que no son cosas que a mí me gustan. Me dijo que pensara en algo que me fuera útil a mí hoy mismo y no sólo que sirviera para la gente en un futuro. ‘Para triunfar, debes crear un producto que tú uses continuamente ya que cuando tengas que tomar decisiones transcendentales al respecto, no podrás hacerlo si no lo usas de verdad’. Fue cuando empecé a preguntarme qué es lo que yo quiero y necesito en la Red».
Gross llegó a la conclusión de que «en Internet todo se puede encontrar a través de Google pero no puedo hacer algo tan sencillo como vincular mis cuentas en las redes». Tras 48 horas encerrado en su modesto apartamento de San Francisco, Gross inventó Greplin. «Para mi sorpresa mayúscula, no me tiraron tomates», dice sobre la presentación que arrancó aplausos, interés y, lo más importante, fuentes de financiación.
Resta importancia a su edad. «En Silicon Valley, no importa la edad que tengas o de donde vienes. Lo que manda es si eres capaz de cumplir tus promesas», afirma confesando que el hecho de crear Greplin sin socios tiene algunas desventajas. «Cuando programas un producto tan importante no sólo debes trabajar mucho sino también rápido. Por eso, busqué un compañero. El problema fue encontrar alguien que por un lado tenga la capacidad técnica para el desarrollo del programa y por otro puedas convivir con él 20 horas al día».
Asegura que echa de menos la calma de los viernes en Jerusalén y cuando le preguntan si tiene planificado estudiar en Harvard, contesta al periodista israelí: «No descarto nada pero me gustaría estudiar en la Universidad Hebrea de Jerusalén o el Tejnion de Haifa. En relación al número de habitantes, Israel es una potencia en ‘start ups'».
Puntualiza que no se considera competencia real y directa de Google afirmando que «ellos no consiguen información externa. Es decir, al ser competencia de Facebook, Microsoft y Apple, por tanto, no tienen la capacidad de compartir información. Nuestras diferencias no son sólo técnicas».
¿Acabará vendiendo su producto al gigante Google? «No me gustaría hacerlo. Espero poder llevarlo en unos años a Nasdaq», contesta el flamante fundador y director general de Greplin como si fuera un frío tiburón de las finanzas y alta tecnología. O quizas, a sus 19 años, ya lo es.
Difusion: www.porisrael.org
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