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| sábado abril 20, 2024

Una guerra como ninguna otra


Clifford D. May

Israel Hayom

Las guerras del futuro serán muy diferentes de las guerras del pasado. Todo el mundo lo entiende. Lo que muchas personas no comprenden es lo siguiente: la actual guerra es también muy diferente de las guerras del pasado.

En la actualidad, los defensores de occidente se esfuerzan por cumplir con las leyes de la guerra. Los que atacan a occidente dicen claramente que no estarán limitados por ninguna regla «infiel». Ellos están comprometidos a lo que llaman un «concepto coránico de guerra». Esto les da una ventaja.

Las ventajas de Occidente incluyen sofisticadas y continuamente avanzadas tecnologías. Ahora se pueden rastrear y matar a combatientes enemigos sin botas en el terreno ni pilotos en los cielos. Mientras tanto, la «era de la ciberguerra» no está adelante – está «sobre nosotros», como escribió recientemente el ex corresponsal extranjero y funcionario del Pentágono David Jackson Estos históricos cambios están causando confusión, incluso entre los encargados de comprenderlos…

Por ejemplo, la semana pasada me encontré participando en un programa de televisión de Al-Jazeera defendiendo el uso de aviones no tripulados por parte del Presidente de EE.UU., Barack Obama, para eliminar a comandantes de Al-Qaida. Tanto Ray McGovern, ex analista de la CIA e izquierdista, como el anfitrión Shihab Rattansi, opinaron que el uso de tales armas en las áreas sin control gubernamental de Pakistán, Yemen y Somalia constituye una violación del derecho internacional y de la moralidad fundamental. No presentaron ninguna prueba. Simplemente afirmaron que los muertos – muy recientemente, Abu Yahya al-Libi, el segundo al mando al-Qaida – tenían derecho a más «debido proceso» que el que puede ofrecer un misil Hellfire.

Mientras tanto, el Show de Diane Rehm en NPR, la semana pasada, presentó a Matt Frei, del Channel 4 News de la cadena británica, quien dijo que la mayoría de los europeos encontraron «realmente bastante terrible» que Obama tenga una «lista de muertes». No dijo qué política preferiría la mayoría de los europeos cuando se trataba de terroristas como Libi. ¿Tal vez, en cambio, el envío de peticiones y cartas con palabras fuertes?

También fue discutida la guerra cibernética. Indira Lakshmanan, una periodista de Bloomberg, sensata en general, argumentó que si los estadounidenses utilizan ciberarmas, «no pensemos que los iraníes mismos no aprenderán de lo que les hemos hecho y no podrían liberar virus similares contra nosotros, con consecuencias potencialmente devastadoras. Así que eso es algo acerca de lo que realmente tenemos que pensar».

Comencemos por examinar si es plausible que los gobernantes de Irán, los patrocinadores más importantes del mundo del terrorismo, llegarían a la conclusión que no es muy justo usar esas armas – con la condición que los estadounidenses se abstengan de utilizarlas primero.

El pensamiento de Lakshmanan también estuvo confundido en otra cuestión: «¿Si estamos sentados a la mesa con [los iraníes] en Moscú, la semana próxima, cómo van a creer que realmente estamos tratando de negociar un acuerdo nuclear con ellos si, al mismo tiempo, admitimos abiertamente que estamos involucrados en una directa guerra cibernética con ellos?»

Tal vez porque la guerra cibernética está dirigida a evitar que los gobernantes de Irán – que abiertamente proclaman su sagrado deber de librar al mundo de tales «males» como Israel y Estados Unidos – obtengan armas nucleares. Y tal vez porque lo que estamos ofreciendo, a cambio de que cesen en su programa de armas nucleares, es un fin de tal guerra cibernética, así como el levantamiento de las sanciones económicas, una forma de guerra económica. ¿Qué otro trato (a) no se ha ofrecido y (b) podría tener la más mínima posibilidad de apelar al Líder Supremo iraní, Ayatollah Alí Khamenei?

David Sanger, de The New York Times, un experto periodista, se metió en la conversación con este dudoso análisis: «Si un avión no tripulado es muy bueno para quitar un salón lleno de terroristas, si una ciberarma es muy buena para quitar un sitio subterráneo de centrifugadoras, a largo plazo, ¿realmente se resuelve o se incrementa el problema de tales resentimientos, de tal manera que se lleve a los paquistaníes a apoyar más a al-Qaida, que se lleve a los iraníes más subterráneamente con su programa nuclear?»

Por supuesto, los resentimientos también se plantean cada vez que hablamos en contra de los ahorcamientos de homosexuales en Irán, del asesinato en masa de musulmanes negros en Sudán, y de la quema de iglesias cristianas en Egipto, también, cada vez que «insultamos al Islam» con una novela o con caricaturas, o aplaudimos intérpretes «satánicos» como Lady Gaga. Si fuéramos a derogar la Primera Enmienda y dejamos de defendernos a nosotros mismos, ¿podríamos entonces ser amados?

Hubo un momento, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Winston Churchill creía que Occidente estaba cerca de la derrota. Para que los pueblos libres prevalezcan contra los empeñados déspotas, dijo, sería necesario que recuperen su «salud moral y su vigor marcial». En ese sentido, tal vez la guerra del presente no es tan diferente de las guerras del pasado.

Clifford D. May es el presidente de la Fundación para la Defensa de las Democracias, un instituto de políticas centrada en el terrorismo y el islamismo.

http://www.israelhayom.com/site/newsletter_opinion.php?id=2057

Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld

 
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