Steven J. Rosen y Daniel Pipes
The Jerusalem Post
10 de Julio de 2012
http://es.danielpipes.org/12013/danos-unrwa
Original en Inglés: Lessening UNRWA’s Damage
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Los críticos de la United Nations Relief and Works Agency (UNRWA), la organización a cargo de la supervisión de los refugiados palestinos, han tendido a hacer hincapié en sus pecados. Que si sus campamentos son refugio de terroristas. Que si su burocracia es desproporcionada y su nómina incluye a radicales. Que si sus centros escolares imparten la incitación. Que si sus registros rebosan de casos de fraude. Que si sus políticas alientan la mentalidad de victimismo.
Pero el problema de mayor repercusión de la UNRWA es su misión. A lo largo de 63 años, se ha convertido en una agencia que perpetúa el problema de los refugiados en lugar de contribuir a su resolución. La UNRWA no trabaja para asentar a los refugiados; al registrar cada día a un mayor número de nietos y bisnietos que nunca se han visto desplazados de sus hogares ni de sus puestos de trabajo, engrosa de forma artificial el recuento de «refugiados» y más bien eleva la cifra de refugiados agraviados contra Israel. A estas alturas, estos descendientes representan más del 90 por ciento de los refugiados de la UNRWA.
La distribución de comida constituye ya una pequeña parte del gasto de la UNRWA; la mayor parte de él se refiere a la salud y la educación.
Además, la UNRWA viola la Convención del Refugiado al insistir en que casi 2 millones de personas que tienen una ciudadanía en Jordania, Siria o el Líbano (y que constituyen el 40 por ciento de los beneficiarios de las ayudas de la UNRWA) siguen siendo refugiados.
Como resultado de estas prácticas, en lugar de bajar a través del asentamiento y la desaparición progresiva natural, la cifra de refugiados de la UNRWA viene creciendo de forma constante desde 1949, desde 750.000 hasta casi 5 millones. A este ritmo, los refugiados de la UNRWA superarán los 8 millones hacia el año 2030 y los 20 millones hacia el año 2060, promoviendo sin parar sus centros escolares y sus campamentos el sueño inútil de que estos millones de descendientes van a «volver» algún día a los hogares de sus ancestros en Israel. Cuando hasta el presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbás reconoce abiertamente que enviar a 5 millones de palestinos se traduce en «el final de Israel», está claro que la UNRWA obstaculiza la resolución del conflicto.
Los funcionarios del gobierno israelí son muy conscientes de que la UNRWA está perpetuando el problema de los refugiados y conocen muy bien sus pecados. Dicho eso, el Estado de Israel mantiene una relación funcional con la UNRWA y busca satisfacer determinados servicios.
La política israelí de cooperación empezó en 1967con el Intercambio Comay-Michelmore de Estatutos en el seno del cual Jerusalén prometía «la cooperación integral de las autoridades israelíes… a la hora de facilitar la misión de la UNRWA». Esta política permanece prácticamente en vigor; en noviembre de 2009, un representante israelí confirmaba que hay «un compromiso continuado con las condiciones» de los escritos de 1967 y un apoyo «a la importante labor humanitaria de la UNRWA». Hasta prometía mantener «una coordinación estrecha con la UNRWA.
Mural de Ayat al-Ajras, suicida palestino, sobre la pared de un centro escolar de la UNWRA en el campamento de refugiados de Deheishe, en las inmediaciones de Belén; a pesar de ejemplos de incitación así, el gobierno israelí no quiere que la UNRWA clausure sus actividades. (Fotografía de Rhonda Spivak)
Los funcionarios israelíes distinguen entre el negativo papel político de la UNRWA y su papel más positivo de proveedor de servicios sociales, educativos y médicos principalmente. Aprecian que la UNRWA, con fondos aportados por gobiernos extranjeros, ayude a la tercera parte de la población de Cisjordania y a los tres cuartos de Gaza. Sin estos fondos, Israel se enfrentaría a una situación volátil en sus fronteras y a las exigencias internacionales de que, retratado de «potencia ocupante», asuma el peso de la atención a estos habitantes. En el caso extremo, las Fuerzas Defensa de Israel tendrían que entrar en zona hostil para supervisar el funcionamiento de los centros escolares y los hospitales, que el contribuyente israelí tendría que financiar — la menos atractiva de las perspectivas.
En el resumen de un funcionario israelí bien informado, la UNRWA juega «un papel clave a la hora de proporcionar ayuda humanitaria a los civiles de las poblaciones palestinas» que hay que ayudar.
Esto explica la razón de que, cuando los amigos extranjeros de Israel tratan de privar de fondos a la UNRWA, Jerusalén inste a la cautela o incluso obstaculice estas iniciativas. Por ejemplo, en enero de 2010, el ejecutivo canadiense Harper anunciaba que dirigiría la ayuda de la UNRWA a la Autoridad Palestina para «garantizar la transparencia y fomentar la democracia en la Autoridad Palestina». Aunque la organización B’nai B’rith Canadá informó orgullosamente que «el gobierno» había escuchado sus consejos, diplomáticos canadienses manifestaron que Jerusalén solicitó de forma discreta que los canadienses reanudaran la financiación de la UNRWA.
Otro ejemplo: en diciembre de 2011, el ministro holandés de exteriores dijo que su gobierno «examinará exhaustivamente» su política hacia la UNRWA, sólo para contar a los íntimos más tarde que Jerusalén había solicitado dejar en paz la financiación de la UNRWA.
Lo que nos lleva a la pregunta. ¿Se pueden conservar los elementos de la UNRWA que son útiles para Israel sin perpetuar la situación de los refugiados?
Sí, pero esto exige distinguir entre el papel de la UNRWA como agencia de servicios sociales de su papel como productor de un número progresivamente mayor de «refugiados». En contra de su práctica de registrar a los nietos como refugiados, el Capítulo III.A.2 y el Capítulo III.B de las Instrucciones de Admisión y Registro Consolidado de la UNRWA permiten proporcionar servicios sociales a los palestinos sin definirlos como refugiados. Este capítulo está ya en vigor: en Cisjordania, por ejemplo, el 17 por ciento de los palestinos registrados en enero de 2012 con la UNRWA y con derecho a percibir sus servicios no fueron contabilizados como refugiados.
Teniendo en cuenta que la UNRWA informa a la Asamblea General de la ONU, con su mayoría antiisraelí automática, promulgar un cambio en las prácticas de la UNRWA es prácticamente imposible. Pero los grandes donantes de la UNRWA, empezando por el gobierno estadounidense, deberían dejar de ser cómplices de la perpetuación por parte de la UNRWA de la situación de los refugiados.
Washington debería de considerar a la UNRWA un vehículo para prestar servicios sociales, exclusivamente. Debe de insistir en que los beneficiarios de la UNRWA que nunca fueron desplazados o que ya tienen la ciudadanía de otros países, aunque a lo mejor tengan derecho a los servicios de la UNRWA, no son refugiados. Establecen esta distinción reduce un importante irritante de las relaciones árabe-israelíes.
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