Un hecho paradójico, entre los muchos que nos depara el Medio Oriente en estos días, es que desde que el gobierno egipcio destruyó sistemáticamente todos los túneles utilizados por Hamas para contrabandear mercaderías a la Franja de Gaza, Israel (el archi-enemigo al que Hamas sueña con destruir) es su principal fuente de alimentos y de abastecimientos de todo tipo.
En los cruces entre Gaza e Israel la actividad es febril. En el paso fronterizo de Karen Shalom pasan por día entre 500 y 1000 camiones con comida y con materiales de todo tipo. Con cierta sorna, los oficiales israelíes en la frontera, dicen que Israel se ha convertido en el único aliado que tiene Hamas. Pero por supuesto esta frágil alianza tiene una regla no escrita. Solo pasarán mercaderías mientras no haya cohetes disparados contra Israel. Otros grupos “militantes” en Gaza, la Jihad Islámica, los comités de resistencia y otros pequeñas organizaciones conocidas colectivamente como Jalalat, acusan a Hamas de vender su alma a Satanás (aludiendo a Israel, por supuesto) para permanecer en el poder.
Sin embargo, Hamas tiene su honor y se niega a utilizar el combustible israelí para las turbinas que proporcionan electricidad a la Franja de Gaza. Las autoridades islamistas asimismo se niegan a aceptar combustible de su rival, la Autoridad Palestina.
En una conferencia de prensa convocada el 25 de noviembre por el ministro a cargo de asuntos administrativos, Mohamed al Farrah, éste informó que en los próximos días no habrá recolección de residuos y que luego el servicio tendrá que recurrir a medios más primitivos como carritos arrastrados por burros. En algunos lugares falta la electricidad entre 12 y 18 horas por día y algunos funcionarios expresaron el temor de que aumente la mortalidad en los hospitales.
Sin duda, el golpe propinado a Hamas por Egipto al cerrar los túneles ha tenido más consecuencias que todas las ocasionales medidas de represalia de Israel por violaciones de la tregua por parte de Hamas o de otros grupos palestinos. Ha detenido el abastecimiento del combustible, vital para su funcionamiento y ha cortado el flujo de los cuantiosos ingresos que Hamas obtenía por el manejo de los túneles.
En su número del 16 de noviembre, el semanario británico “The Economist” describe la situación en estos términos: “Sin los ingresos de los túneles, el gobierno de Hamas casi está en bancarrota. Los 40.000 empleados públicos han estado recibiendo solo medio sueldo desde el verano. Un número creciente de habitantes de Gaza quiere el fin del gobierno de Hamas. Mahmud Abbas, el anti-islamista presidente de la Autoridad Palestina, que tiene su base en Cisjordania, rechazó la oferta de Hamas de formar un gobierno conjunto. En cambio, trata de ganar la buena voluntad del nuevo hombre fuerte en Egipto, el general Abdel Fatah al Sisi. Mahmud Abbas hizo gestiones para normalizar el abastecimiento de combustible de combustible a Gaza bajo la condición de que Hamas pague tributos a la Autoridad Palestina. Pero Hamas sospecha que la gente de Abbas aspira a derrocarlos del mismo modo en que el general Sisi se libró del Sr. Morsi en julio. Algunos creen que los egipcios apoyan el retorno a Gaza del ex hombre fuerte en la Franja, Mohamed Dahlan. Pero Hamas no tiene la intención de irse pacíficamente. Un alto funcionario de Hamas, Basim Naim afirma “A diferencia de la Hermandad Musulmana no vamos a ser buenas víctimas”.
En otra parte del artículo, el semanario británico revela que el Primer Ministro de Hamas , Ismail Hanyeh visitó al respetado activista de Derechos Humanos, Eyad Sarradj en busca de consejo. Pero el consejo de Serradj de que Hamas busque un acuerdo con Israel no fue aceptado. Por el contrario, el dirigente de Hamas hizo un discurso agresivo contra Israel e incitó a sus partidarios a iniciar una tercera “intifada”.
En un momento de debilidad como éste, es obvio que iniciar hostilidades con Israel es suicida. Sin apoyo de los habitantes (en una encuesta reciente del Centro Palestino solo uno entre cinco dio una visión positiva de la vida en Gaza), con un aislamiento internacional sin precedentes, con una economía en ruinas, una ofensiva contra Israel solo podría convertirse en una patética derrota.
¿Qué explica esta extraña conducta del Primer Ministro de Hamas? Según el comentarista de la televisión israelí Shlomi Eldar, debe ser el concepto islamista del honor. Todo aquel que tiene dificultades en el Medio Oriente árabe cree que rugir como un león le permitirá ocultar su debilidad. Hanyeh se ilusiona con la idea de que nuevas hostilidades y nuevos sufrimientos permitirán a su movimiento recuperar su honor herido.
Obviamente no hizo consulta alguna con los habitantes de Gaza. Seguramente no comparten su entusiasmo por la búsqueda de un final heroico y un glorioso aterrizaje en un paraíso islámico. Con sana lógica (una virtud muy poco islamista) prefieren vivir una vida tranquila y normal en el planeta en el que vivimos, ya que por ahora ni siquiera los más celosos seguidores del Profeta tienen la posibilidad de mudarse a otro.
esaaaaaaa