Las últimas tres plagas son enviadas sobre Egipto: langostas devoran todas las cosechas y vegetales; una oscuridad tangible envuelve a la tierra; y todos los primogénitos de Egipto son eliminados la medianoche del 15 de Nisan.
Di-s ordena entregar la primer Mitzva (precepto) a Israel: establecer un calendario basado en el ciclo mensual lunar. Los israelitas reciben la orden de ofrecer un “Sacrificio Pascual” a Di-s: un cordero o un cabrito que debía ser degollado y parte de su sangre debía ser salpicada sobre las jambas de las puertas de cada casa israelita, para que Di-s las saltee cuando viniera a matar a los primogénitos egipcios. La carne asada de la ofrenda debía ser comida esa misma noche junto con matzá (pan ácimo) y hierbas amargas.
La muerte de los primogénitos finalmente rompe la resistencia del Faraón y literalmente echa a los Hijos de Israel de su tierra. Tan rápido parten, que no tienen tiempo para que sus masas leuden, y las únicas provisiones que tienen son sin leudar. Antes de irse, piden de sus vecinos egipcios oro, plata y ropas, vaciando a Egipto de su fortuna.
A los Hijos de Israel se les ordena consagrar todos los primogénitos y observar el aniversario del Éxodo cada año a través de deshacerse de todo alimento leudado durante siete días, comiendo matzá, y contando la historia del Éxodo a sus hijos. También se les ordena ponerse Tefilín (filacterias) en el brazo y la cabeza, como un recordatorio del Éxodo y su compromiso para con Di-s.
IORTZAIT DE RABÍ IOSEF ITZJAK SCHNEERSON (1950)
El sexto Lubavitcher Rebe, Rabí Iosef Itzjak Schneerson, falleció en la mañana de Shabat, el 10 de Shevat del año 5710 desde la creación (1950) (este año cae el Shabat 11 de enero)
El Lubavitcher Rebe, Rabí Menajem Mendel Schneerson asumió formalmente el liderazgo un año después
En una reunión de jasidim el día del primer aniversario del fallecimiento del sexto Lubavitcher Rebe, el yerno del Rebe anterior, Rabí Menajem Mendel Schneerson, pronunció un discurso jasídico (maamar) titulado Bati LeGani («Vine a Mi Jardín»), significando su aceptación formal del liderazgo del movimiento Jabad Lubavitch.
Deuda
El Rebe Anterior, Rabí Iosef Itzjak Schneerson de Lubavitch, instó a un hombre de negocios a que fijara un tiempo para estudiar Torá. El hombre le respondió que ahora estaba abocado por completo a establecer las bases para sus negocios, pero cuando estos ya estén encaminados, promete dedicar un tiempo especial al estudio de la Torá.
El Rebe le dijo: «Uno de los Jasidim de mi padre, el Rebe Rashab, estaba muy enfermo. Le escribió a mi padre prometiendo que, si se curaba de su dolencia, donaría una fuerte suma de dinero a la Ieshivá Tomjei Tmimím». Mi padre le respondió: «Es conveniente que cumplas con tu promesa de inmediato. Es mejor que Di-s sea tu deudor a que Él se convierta en tu acreedor
NO VER LO EVIDENTE
Cuando leemos en nuestra Parashá cómo el maná comenzó a caer en el desierto cada día, lo primero que nos viene a la mente es pensar: “Eso ocurrió hace mas de tres mil años, ya no existen milagros como ese. Ahora hay que trabajar para ganarse el pan”. ¡Qué error! El maná sigue cayendo milagrosamente, la única diferencia es que en el desierto recibíamos la bendición Divina en forma directa y visible, sin necesidad de esforzarnos. Ahora el milagro sigue ocurriendo, nada más que en forma encubierta, debiendo esforzarnos para obtenerla. Pero ya sea a través del milagro visible, como a través del milagro encubierto tras nuestro esfuerzo, el maná sigue cayendo. Simplemente debemos tener fe y trabajar.
Agujas
¿Cómo criticar al prójimo sin lastimarlo?
Extraído de los escritos de Rabi Iosef Itzjak Schneerson
El siguiente ensayo, es la adaptación libre de un extracto de una carta escrita por el sexto Rebe de Jabad, Rabi Iosef Itzjak Schneerson, mientras recibía tratamiento medico en el Sanatorio de Purkesdorf cerca de Viena en la primavera de 1935.
Fue el origen de mucho placer el día de hoy cuando experimenté algo que puede ser aplicado como una enseñanza para el Servicio de la persona a su Creador.
El doctor vino a administrarme cierto tratamiento, el cual incluía la inyección de una droga por medio de una jeringa.
Observé con extremo cuidado al doctor y sus asistentes cómo lo preparaban. Vestidos todos de blanco, meticulosamente examinaron sus prendas.
Se lavaron las manos dos y tres veces y controlaron sus uñas para que no tuvieran la más mínima suciedad en ellas. Echaron sobre sus dedos una generosa cantidad de desinfectante y luego la aplicaron sobre mi pierna, a pesar del hecho que ya estaba bañado.
Cuando pregunté a cerca de esta extensa preparación, me explicaron que es una regla en la medicina que antes de que una aguja penetre la piel, uno debe asegurarse que toda esa área este libre de cualquier tipo de contaminación, ya que cualquier minúscula partícula que entrara junto con la droga al cuerpo, no solo cancelaría los beneficios de la medicina, sino que podría causar severas enfermedades, Di-s no lo permita.
Un encuentro Jasídico generalmente implica la inyección de alguna medicina en el cuerpo a través del pinchazo de una aguja. Los Jasidim se reprochan entre sí en cuanto a su carácter y comportamiento. Estos reproches, aunque sean producto del amor interior y sentido de preocupación por la salud espiritual del otro, muy seguido viene en forma de pinchazo, muy parecido a la forma de inyección en la medicina, administrada para un resultado positivo y con la mejor de las intenciones.
Pero antes de que la aguja pinche la piel, uno debe asegurarse que ésta, las manos del inyector y el área donde va a ser inyectada, estén completamente libres de cualquier bacteria. Si hay negación en esto, no solo el remedio no va a hacer efecto, sino que se pone en riesgo la vida del paciente, Di-s no lo permita. Cuando todavía la “contaminación” se encuentra afuera, ésta puede ser eliminada.
Un encuentro de Jasidim (Farbrenguen Jasídico), es un bálsamo curativo, un literal salvavidas, trayendo inimaginables beneficios. Hemos visto como cada palabra Jasídica penetra hasta lo mas interno del corazón y mente, como cada nota de ésta despierta el corazón y lo conduce a la verdad.
Pero las medicinas curativas de un Farbrenguen son administradas con aguja, es decir, en tono de reproche. Por lo tanto, hay que tener extremo cuidado en que el “aguijón” esté limpio y esterilizado de la más mínima mancha de antagonismo e interés personal.
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