Por Israel


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| sábado abril 20, 2024

Alegato por mi tierra


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Ayer, estaba en el metro y oí a dos señoras que decían:
«Has visto otra vez esos judíos con sus historias en la ONU.
¡Menudos fastidiosos!»
Es verdad.
Somos fastidiosos.
Hace siglos que llevamos fastidiando al mundo.
¡Esta en nuestra naturaleza, que le vamos a hacer!
Abraham con su D-os único,
Moisés con sus Tablas de la Ley,
Jesús poniendo la otra mejilla esperando la segunda bofetada.
Después Freud, Marx, Einstein,
todos fueron fastidiosos, revolucionarios, enemigos del orden.

¿Por qué?

Porque ningún orden, cualquiera que fuera el siglo, podía satisfacerlos,
puesto que siempre estuvieron excluidos.
Reordenar las preguntas, ir mas lejos aún,
cambiar el mundo para cambiar el destino,
ese fue el destino de mis antepasados.
Por eso son odiados por los defensores de todos los ordenes establecidos.

El antisemita de derechas reprocha a los judíos de haber hecho la revolución bolchevique.
Es verdad, había muchos, en 1917.
El antisemita de izquierdas reprocha a los judíos de ser los dueños de Manhatan.
Es verdad, hay muchos judíos capitalistas.
La razón es sencilla:
la religión, la cultura, el ideal revolucionario por un lado,
las carteras y los bancos por el otro,
son los únicos valores transportables,
las únicas patrias posibles de los que no tienen patria.
Y ahora que existe una,
el antisemitismo renace de las cenizas…
-¡perdón! de nuestras cenizas –
y se llama antisionismo.
Se aplicaba a los individuos, se aplica a una nación.

Israel es un gueto,
Jerusalén, es Varsovia…
Los nazis que nos asedian hablan árabe.
Y si su media luna se disfraza a veces de hoz,
es para engañar mejor a las izquierdas del mundo entero.
Yo que soy un judío de izquierdas, no tengo nada que hacer con cierta izquierda que quiere liberar a todos los hombres del mundo a costa de algunos de ellos, porque soy precisamente uno de estos.

De acuerdo con la lucha de clases,
pero también por el derecho a la diferencia.
Si la izquierda quiere contarme entre los suyos,
no se puede ahorrar mi problema.
Y mi problema es que desde las deportaciones romanas del primer siglo de la era común, hemos estado en todos los sitios deshonrados, desterrados, acosados, denunciados, aplastados, despojados, quemados y convertidos a la fuerza.

¿Por qué?
Porque nuestra religión,
es decir nuestra cultura era peligrosa.
¡Pues sí!

Algunos ejemplos…
El judaísmo fue el primero en crear el Shabbat, día del Señor, es decir el día de reposo semanal obligatorio.
¡Os imagináis la alegría del faraón, siempre retrasado de una pirámide!

El judaísmo prohíbe la esclavitud.
¡Os imagináis la simpatía de los romanos, los más importantes mayoristas de mano de obra gratuita de la antigüedad !
Esta dicho en la Biblia:
«La tierra no pertenece al hombre, sino a D-os.» De esta frase resultó una ley, la de la cancelación automática de la propiedad hipotecada cada 49 años.
¡Veis el efecto de una ley semejante sobre los papas de la Edad Media y los fundadores de los imperios del Renacimiento!

Era necesario que los pueblos no supieran.

Se empezó por prohibir la Biblia,
después fueron las maledicencias,
muros de calumnias que se convirtieron en muros de piedras y que llamaron guetos.
Después fue la inquisición, las hogueras y más tarde las estrellas amarillas.
Auschwitz es solo un ejemplo de genocidio industrial,
pero hubo genocidios artesanales por millares.
Tardaría por lo menos tres días nombrando solo todos los pogromos de España, de Rusia, de Polonia y de África del norte.

A fuerza de huir, de moverse, el judío fue a todas partes.
Se extrapola y ya está: no es de ninguna parte.
Estamos entre los pueblos como el niño en la asistencia social.
No quiero más ser adoptado.
No quiero más que mi vida dependa del humor de mis dueños.
No quiero más ser un ciudadano de alquiler.
Estoy harto de golpear en las puertas de la historia y esperar a que me digan: «Entre».
¡Entro y grito!

Estoy en mi casa sobre la tierra y sobre la tierra tengo mi tierra:
ella me fue prometida, ella será mantenida.

¿Que es el Sionismo?
Se reduce a una sencilla frase:
«El año próximo en Jerusalén».
No, no es un eslogan del Club Mediterráneo.
Está escrito en la Biblia,
el libro más vendido y peor leído del mundo.
Y este rezo se volvió un grito,
un grito que tiene mas de 2000 años,
y el padre de Cristóbal Colon,
de Kafka,
de Proust,
de Chagall,
de Marx,
de Einstein,
y hasta del señor Kissinger,
la repitieron, esta frase, este grito,
por lo menos una vez al año, el día de pascua.

¿Entonces el Sionismo, es racismo?
¡No me hagan reír!
¿Es acaso: «Dulce Francia, querido país de mi infancia» un himno racista?
El Sionismo, es el nombre de un combate de liberación.

En el mundo, cada cual tiene sus judíos.
Los franceses tienen los suyos:
son los bretones, los occitanos, los corsos, los trabajadores inmigrantes.
Los italianos tienen los sicilianos,
los yanquis tienen sus negros,
los españoles sus vascos.
Nosotros, somos los judíos de TODOS.

A los que me dicen: «¿Y los palestinos?»,
les contesto: «Soy un palestino de hace 2000 años.
Soy el oprimido más viejo del mundo».
Discutiré con ellos, pero no les cederé mi sitio.
Allí hay sitio para dos pueblos y dos naciones.
Las fronteras son a determinar juntos.
Pero la existencia de un país no puede en ningún caso excluir la existencia del otro y las opciones políticas de un gobierno nunca han puesto en juego la existencia de una nación, sea la que sea.

¿Entonces por que Israel?

Cuando Israel este fuera de peligro,
escogeré entre los judíos y mis vecinos árabes,
los que me sean hermanos en las ideas.
Hoy, debo ser solidario con todos los míos, incluso con los que detesto, en nombre de este enemigo insuperable: el RACISMO.

Descartes no tenia razón:
«pienso luego existo», no quiere decir nada.
Nosotros, hace 5000 años que pensamos, y aún no existimos.

«¡Me defiendo luego existo!»

 

Traducido por Nataniel Castano

 
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