Un elefante rosa se pasea por una habitación repleta de periodistas y todos (o casi todos), hacen de cuenta que no existe. Un inmenso elefante rosado que no está quieto ni mucho menos, sino que se va moviendo y tirando ceniceros, jarrones, volcando sillas, dando golpes en los muebles y las paredes. Pero los periodistas siguen sin verlo, entrenados en el arte de centrarse en un único aspecto de la realidad (creando, así, una “realidad” alternativa).
Las conversaciones de paz entre israelíes y palestinos (auspiciadas por Estados Unidos) vienen a ser esa habitación, en la que se habla de paz, de futuro, de seguridad, de Estado palestino, pero no se menciona al elefante rosa: Gaza (Hamas y la miríada de grupos terroristas que operan desde la franja costera).
Se habla de paz, de acuerdos, de límites, de territorio y se omite hablar de qué sucederá con Gaza, con Hamas. ¿Será parte del futuro Estado Palestino? Y, los acuerdos a los que hipotéticamente se arriben entre Israel y la Autoridad Palestina, ¿serán respetados por Hamas y los grupos terroristas de Gaza?
¿Hamas modificará su carta fundacional? (Que en su artículo 8 anuncia que “la Yihad es su senda, y la muerte por Alá es su más alto anhelo”. Y en el 13 postula que “no hay solución para la cuestión palestina si no es a través de la Yihad”, porque “las iniciativas, y las llamadas soluciones pacíficas y conferencias internacionales, están en contradicción con los principios del Movimiento de Resistencia Islámica”).
¿Cesarán los ataques lanzados desde la Franja con cohetes y morteros contra Israel?
El 7 de febrero de 2014, el Washington Post informaba:
“Oficialmente, la tregua de 14 meses entre el grupo militante islámico Hamas, que controla la franja de Gaza y su enemigo, Israel, se sostiene. Extraoficialmente, es una tregua que día a día se hace cada vez más tensa mientras Hamas se esfuerza por frenar a las facciones armadas que no están completamente bajo su control. Este tipo de escalada ha llevado a dos guerras en los últimos cinco años, y hay una palpable sensación hoy que otra podría estar en el horizonte.
[…]
El lanzamiento de cohetes desde Gaza hacia Israel está aumentando; 28 fueron lanzados en enero, según el Ejército israelí.
[…]
La Brigada Nasser Salah al-Din – cuyo francotirador mató a un trabajador israelí en la cerca -, que responde a los Comités de Resistencia Popular, que los Estados Unidos consideran una organización terrorista. El grupo se opone a la negociación [entre la AP e Israel] y a cualquier cooperación en materia de seguridad con Israel, y es uno de una media docena de facciones armadas capaces de lanzar cohetes.
[…]
Desde el alto el fuego [noviembre de 2012], 52 cohetes lanzados desde Gaza han caído en Israel, según el Ministerio de Exteriores israelí”.
Por su parte, Yaakov Lappin, en un artículo publicado por el Gatestone Institute (25/02/2014), señalaba que grupos terroristas menores de Gaza, tales como los Comités de Resistencia Popular – que, apuntaba, están muy involucrados en el lanzamiento de cohetes contra Israel – han dado “trabajos sub-contratados” a terroristas que operan en la vecina península del Sinaí, para evitar exponer a Hamas en Gaza a una represalia israelí. Y manifestaba que tanto Hamas como la Yihad Islámica utilizan el mismo “truco” cuando desean llevar a cabo atentados sin dejar señas; y también les permite aumentar sus propios arsenales para prepararse para un futuro enfrentamiento con Israel.
Lappin añadía que:
“Tanto Hamas como la Yihad Islámica están activamente intentando construir células terroristas en Cisjordania y en Jerusalén Este; hasta ahora, estos esfuerzos han sido detenidos con éxito por la agencia de inteligencia interior israelí, el Shin Bet”.
¿Cómo es posible que estos hechos no sean tenidos en cuenta a la hora de informar sobre las conversaciones de paz entre palestinos e israelíes?
Un acuerdo de paz sin paz, ¿es realmente un acuerdo de paz? Porque, ¿puede realizarse un acuerdo permanente con una parte del pueblo palestino? ¿Qué clase de acuerdo sería ese?
Los periodistas parecen haber descartado hace tiempo cualquier interrogante relacionado con el conflicto palestino-israelí: sólo se ofrecen “certezas”, veredictos (en envoltorios de culpabilidad) al público lector.
Mas, continuando, el diario The Times of Israel informaba (4/02/2014) que el grupo terroristas Yihad Islámica “amenazó con trabajar para hundir cualquier acuerdo de paz entre Israel y la Autoridad Palestina”. Y reproducía las declaraciones de que un miembro destacado del grupo, Ahmad al-Medlal, realizó en Le Figaro:
“Al igual que en el pasado hemos luchado contra el proceso de Oslo, así destruiremos cualquier acuerdo que legitime la ocupación sionista de Palestina”.
La amenaza, decía el diario, no es hipotética. De hecho, a principios de enero, cuatro miembros de la Yihad Islámica de Belén fueron arrestados por el atentado con bomba del 22 de diciembre contra un autobús en la ciudad costera de Bat Yam, un suburbio de Tel Aviv.
A su vez, recalcaba que las cifras de las Fuerzas de Defensa de Israel muestran que la tasa de ataques con cohetes desde Gaza se triplicó en enero.
Una vez más, ¿cómo pueden obviarse estos hechos?
¿Imaginando que por defecto, lo que se acuerde entre Israel y la AP, será aceptado y aplicado también en Gaza?
Pero, ¿aceptará Hamas lo que firme la Autoridad Palestina? ¿Cree Hamas en las vías negociadas y pacíficas para solucionar el conflicto?
El 12 de febrero de 2014, el canal de Hamas, Al-Aqsa, emitió un informe – según informó la organización MEMRI – describiendo la oposición del gobierno de Hamas a los programas de la UNRWA introducidos en sus escuelas en Gaza:
“Presentador: El Ministerio de Educación declaró que estaba considerando tomar medidas luego de que la UNRWA decidiera introducir programas no autorizados en sus escuelas. Estos programas no están en consonancia con la cultura palestina y están dirigidos a cambiar la mentalidad de estudiantes palestinos, llevándolos a aceptar al enemigo sionista, y enseñarles que la resistencia pacífica, no armada, es la solución al conflicto.
Según el comunicado del Ministerio, la UNRWA quiere erradicar la cultura de los estudiantes palestinos en su tierra natal”.
Con preguntarlo una vez más, no se pierde nada: ¿se pueden soslayar estos hechos?
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