Nacido en Tel Aviv pero crecido en Haifa, procedía de una familia de judíos Ashkenazi oriundos de lo que hoy es Bielorrusia, otrora parte del imperio ruso. Siendo sus padres inmigrantes europeos orientales, él era un sabra, es decir, un judío nacido en Palestina. Por parte del padre era sobrino del que fuera primer presidente del Estado de Israel entre 1949 y 1952, el eminente científico y líder sionista Haim Weizmann. El joven se alistó en la Fuerza Aérea británica (RAF) al estallar la Segunda Guerra Mundial y desde 1942 sirvió en Egipto e India como piloto de cazabombarderos Spitfire.
En 1946 se enroló en la Irgun Zvai Leumi (Organización Militar Nacional, IZL), organización sionista de extrema derecha que combatía el mandato británico en Palestina con métodos terroristas. Con la proclamación del Estado de Israel en mayo de 1948, entró en el Servicio Aéreo de la Haganah, antecesor de la Fuerza Aérea Israelí (FAI), de la que fue destacado promotor. Durante la guerra de la independencia, que enfrentó al flamante Estado con una coalición de países árabes hasta el armisticio de abril de 1949, sirvió como comandante de escuadrón y estuvo destacado en Checoslovaquia para negociar la adquisición al Gobierno de ese país de aviones de caza de fabricación checa, británica y alemana, que eran remanentes obsoletos de la Segunda Guerra Mundial.
El 25 de julio de 1958 Weizman fue nombrado comandante en jefe de la FAI en sustitución de Dan Tolkovsky y en abril de 1966 traspasó el mando al general Mordechai Hod para hacerse cargo de la sección de operaciones de las Fuerzas de Defensa (FDI), sucesoras de la Haganah. Como subjefe del Estado Mayor y adjunto del general Yitzhak Rabin, adquirió el mando estratégico de la FAI y en esta capacidad fue el artífice de la destrucción por sorpresa de la fuerza aérea egipcia en el primer día de la guerra de los Seis Días, el 5 de junio de 1967, lo que resultó decisivo para la fulminante victoria militar israelí. Este mérito militar le valió ser ascendido al grado de general de brigada.
En 1969 Weizman pasó a la reserva de las FDI para dedicarse a la actividad política en las filas del bloque derechista Gahal, liderado por Menahem Begin, su antiguo superior en la IZL. El 15 de diciembre de aquel mismo año se integró en el Gobierno de unidad nacional presidido por la jefa del Partido Laborista (Avoda), Golda Meir, en calidad de ministro de Transportes. Después de abandonar el Gahal el Gobierno en agosto de 1970, Weizman pasó a presidir el Comité Ejecutivo del partido Herut, principal integrante de la coalición de derecha, entre 1971 y 1972. Ese año se distanció del Herut por divergencias con Begin, aunque en 1973 se reintegró en la dirigencia del partido.
En 1977 Weizman fue el director de la campaña electoral que el 21 de junio de aquel año catapultó a la jefatura del Gobierno a Begin, poniendo fin a 29 años de dominio del Avoda. El ex militar estrenó el mandato parlamentario y fue recompensado por Begin con la titularidad del Ministerio de Defensa, una de las oficinas de más peso político en el Estado.
Weizman integró la delegación israelí en las negociaciones entabladas con los egipcios al hilo de la pírrica victoria, en términos políticos, que había supuesto la guerra del Yom Kippur en octubre de 1973 y de la formidable presión diplomática de Estados Unidos. Tras la firma en marzo de 1979 por Begin y Anwar as-Sadat del Tratado de Paz egipcio-israelí en Camp David, Weizman fue el encargado de aplicar los aspectos militares del acuerdo, fundamentalmente, las primeras devoluciones de territorio de la península del Sinaí, en manos de las FDI desde la guerra de los Seis Días.
Asimismo, en marzo de 1978 ejecutó la primera invasión israelí de Líbano, que se detuvo en el río Litani, con el objeto de destruir las bases de fedayines de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que utilizaban el sur del país de los cedros como retaguardia de sus incursiones guerrilleras contra Galilea.
Diferencias de criterio con Begin sobre los medios para conseguir una paz duradera en la región, que en el ámbito político interno incluyó la propuesta de formar un “Gobierno de Paz Nacional” hombro con hombro con el Avoda, más una disputa sobre el presupuesto militar, indujeron a Weizman a presentar la dimisión como ministro de Defensa el 26 de mayo de 1980. Seguía el camino tomado por un ilustre colega en el alto mando de las FDI, el general retirado Moshe Dayan, que en octubre del año anterior se había despedido como ministro de Asuntos Exteriores por similares motivos de descontento.
En aquel momento, a Weizman se le tenía por un moderado que deseaba alcanzar algún tipo de arreglo con los árabes, sin excluir a los palestinos, y que consideraba un obstáculo para la paz la política de incentivar o tolerar la construcción de asentamientos de colonos en los territorios ocupados de Judea y Samaria (Cisjordania), y en la franja de Gaza, donde la población autóctona era abrumadoramente palestina. Más aún, Weizman gozaba de un grado de relación con Sadat rayano en la amistad. Begin castigó esta defección del antiguo general del aire expulsándole del Herut en noviembre de 1980. Como consecuencia, en la legislatura que inauguraron las elecciones de junio de 1981, Weizman se quedó fuera de la Knesset o Parlamento.
Durante más de tres años, Weizman se dedicó a la actividad empresarial privada. En mayo de 1984 retornó a la política nacional como jefe y cabeza de lista de su propio partido político, Yachad (Unidos), que ganó tres diputados con el 2,2% de los votos en las elecciones legislativas de julio de aquel año, a pesar de que él se había propuesto capturar entre la decena y la veintena de escaños. Tras la constitución de la undécima Knesset, Weizman articuló al Yachad como una fracción semiautónoma, con la voluntad de hacer de puente entre la derecha y la izquierda, y negoció su entrada como ministro sin cartera en el Gobierno de unión nacional que el 14 de septiembre pasó a encabezar el líder laborista Shimon Peres.
En enero de 1985 Peres nombró a Weizman coordinador para Asuntos Árabes, una posición que le permitió desarrollar sus conocidas tesis de integrar en la sociedad israelí a los árabes que vivían dentro de las fronteras del Estado mediante la concesión de una carta especial de ciudadanía, para traer la verdadera equiparación de derechos políticos y civiles con la población judía.
Definido a sí mismo como un “halcón de la paz”, que entre otras cosas propugnaba la profundización de las relaciones con Egipto y la evacuación militar de Líbano, Weizman se acercó progresivamente al Avoda, debido al mayor posibilismo de este partido en el tratamiento del conflicto con los árabes. En 1986 integró al Yachad en la formación de Peres y de paso fue confirmado en la labor ministerial por el nuevo primer ministro (desde el mes de octubre, en virtud de los acuerdos del Gobierno de unión nacional) Yitzhak Shamir, sucesor de Begin al frente del partido Herut y del bloque derechista Likud.
Dos años después, Weizman volvió a participar activamente en la campaña del laborismo para las elecciones a la Knesset. Tras los comicios, en diciembre de 1988, Weizman fue nombrado por Shamir ministro de Ciencia y Tecnología, función que desempeñó hasta la ruptura del Gobierno de unión nacional y la salida de los laboristas el 15 de marzo de 1990.
En este período, Weizman mantuvo unos contactos secretos y unilaterales con miembros de la OLP, una violación del código de conducta de los miembros del Gobierno que enfureció a Shamir y que a punto estuvo de acarrearle la destitución. En febrero de 1992, poco antes de expirar la decimotercera legislatura, el político coronó su fama de díscolo renunciando a su escaño en la Knesset, mutis que justificó por la lentitud de las negociaciones de paz con las partes árabes, que habían comenzado en octubre del año anterior en la Conferencia de Madrid.
El 24 de marzo de 1993 su candidatura al puesto de presidente del Estado, impulsada por su viejo colega de la milicia, Rabin, a la sazón primer ministro, prosperó en la Knesset por 66 votos frente a los 53 recibidos por Dov Shilanski, postulado por el Likud en la oposición. El 13 de mayo, Weizman tomó posesión como séptimo presidente desde la independencia con un mandato quinquenal, sustituyendo a Haim Herzog.
Hombre de lenguaje franco, que a veces destilaba un humor cáustico, y de marcada personalidad, nunca del gusto de todos, Weizman aportó dinamismo e informalidad a un puesto que antes que él había sido concedido a prestigiosos científicos o eruditos humanistas alejados de las reyertas políticas. Sus numerosas salidas de tono y censuras a la política del primer ministro del Likud Binyamin Netanyahu, entre junio de 1996 y julio de 1999, fueron consideradas tanto una apuesta por el pacifismo como un elemento de moderación en las numerosas crisis entre Israel y la Autoridad Nacional Palestina (ANP) a lo largo del tortuoso proceso de paz.
Así, cuando el presidente de la ANP y la OLP, Yasser Arafat, realizó su primera visita oficial al Estado de Israel el 8 de octubre de 1996, Weizman fue el encargado de recibirle en su residencia privada en Caesaera y de dispensarle un trato de cortesía impensable hasta hacía muy poco tiempo.
También, cuando la construcción de un barrio judío en Jerusalén oriental desató en marzo de 1997 una ola de violencia que amenazó con volar por los aires el proceso de paz, ambos líderes se reunieron, el 5 de mayo, en el puesto fronterizo de Erez, en Gaza, en un intento de mantener abierta la comunicación. Por otro lado, su visita a Ammán el 6 de noviembre de 1996 constituyó el primer viaje de un presidente israelí a Jordania, segundo país en firmar con Israel, en octubre de 1994, un tratado de paz.
Reelegido para un segundo mandato el 4 de marzo de 1998 con 63 votos frente al rival presentado por el Likud, el diputado sefardí Shaul Amor, en el mes de mayo siguiente Weizman ejerció sobre Netanyahu presiones de todo punto inusuales para que llegara a un acuerdo con la ANP sobre la retirada israelí de Cisjordania y no cerrara las puertas a la devolución a Siria de los Altos del Golán.
El 29 de junio de 1998 solicitó el adelanto de las elecciones en aras del proceso de paz, intervención que Netanyahu presentó como un alineamiento de hecho con la oposición laborista, lo que constituía, a su juicio, una conculcación del carácter no partidista y neutral de la Presidencia. El 1 de julio ambos dirigentes se reunieron, infructuosamente, para intentar superar sus diferencias y enterrar un conflicto institucional que no tenía precedentes.
En el cruce de recriminaciones, Weizman acusó a Netanyahu (otro caso de militar profesional metido a político) de “estar fuera de la realidad” y de “llevar al país al desastre”, y el primer ministro le echó en cara que estuviera “alineado con los árabes” y de “no saber quien manda en Israel”. La trifulca prosiguió hasta la llegada al poder del nuevo Gobierno laborista de Ehud Barak en julio de 1999.
Un breve intercambio de palabras de Weizman con el dirigente radical palestino Najef Hawathme, veterano e implacable enemigo de Israel, durante las exequias del rey Hussein en Ammán, el 8 de febrero de 1999, fue duramente criticado por Netanyahu. Fuera de sus problemas de convivencia con la jefatura del Likud, su antiguo partido, Weizman concitó las protestas de colectivos de la sociedad civil como los homosexuales, las feministas y los judíos ortodoxos, a raíz de determinados comentarios que fueron percibidos por aquellos como despectivos. Por ejemplo, a los sectores religiosos les causó particular irritación su afirmación de que no leía ciertos pasajes de la Torah porque le parecían “desagradables”.
En enero de 2000 Weizman fue salpicado y sufrió descrédito por unas acusaciones aparecidas en la prensa que lo implicaban en una trama de financiación ilegal del Avoda. La presunta corruptela habría consistido en una serie de regalos y de depósitos, totalizando 500.000 dólares, ingresados por un hombre de negocios francés en cuentas bancarias a nombre de Weizman, su esposa y su hija (su único hijo varón, Shaul, un oficial de las FDI herido en combate con los egipcios, había muerto en un accidente de tráfico en 1992 junto con su esposa Rachel).
Estas transferencias bancarias en beneficio de la familia Weizman habrían tenido carácter mensual entre 1989 y 1993. La prensa le acusó entonces de carecer de integridad y de no ser digno del cargo que ostentaba. El 20 de enero el fiscal general del Estado ordenó la apertura de una investigación criminal, aunque los servicios de la Presidencia informaron que Weizman no tenía nada que ocultar y que la dimisión estaba descartada.
No obstante, el 27 de mayo, poco después de lanzar un grupo de diputados de la derecha una iniciativa para abrir un proceso de destitución en la Knesset, Weizman anunció su intención de renunciar antes de la conclusión de su mandato en 2003. La Fiscalía, aunque encontró indicios de culpabilidad, declaró que el presidente no iba a ser procesado por falta de pruebas concluyentes y porque los delitos presuntamente cometidos ya habían prescrito. El 10 de julio de 2000 Weizman presentó la dimisión y dos días después la hizo efectiva, poniendo punto y final a 52 años de servicios al país. Hasta la elección de un nuevo mandatario el 31 de julio, el presidente de la Knesset, Avraham Burg, asumió la jefatura del Estado con carácter interino.
Ezer Weizman falleció en su casa de Caesarea el 24 de abril de 2005, próximo a cumplir los 81 años, víctima de una enfermedad respiratoria que venía sufriendo desde tiempo atrás. El día 26, cumpliendo su voluntad, fue enterrado, no en el Monte Herzl, en Jerusalén, última morada de varios grandes estadistas israelíes, sino en el cementerio de Or Akiva, una ciudad dormitorio próxima a Caesarea. Weizman recibió honores militares antes de ser inhumado haciendo compañía a su hijo Shaul y su nuera Rachel, en presencia de miles de ciudadanos y de la plana mayor del Estado israelí, con el primer ministro Ariel Sharon y el presidente Moshe Katzav a la cabeza.
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