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| viernes abril 19, 2024

Reírse de uno mismo


La tradición oral hebrea dice que, desde la extracción de la costilla de Adán con la cual el Creador hizo a Eva, después de los mutuos frotamientos y abrazos que desembocaron, a su vez, primero en Caín y luego en su hermano Abel, si ocurría que Adán se quedaba como atontado, la razón provenía de que el desnivel del hueso ausente rozaba la pieza cedida, y entonces él volvía a cerrar los ojos para no tener que reclamar un préstamo jamás devuelto. En cuanto al hecho de que todos los descendientes de Adán se duerman después de hacer el amor, es blasfemo decir que es por cansancio. En todo caso será por cansancio de la mujer, dijo Rabí Abtalión el Cojo. A todo el mundo le adormece el fuego cuando tiene un poco de frío.

Antes de Eva, Adán tuvo otra mujer-relata el Midrash-, una hermosa morena llamada Lilit, de cabellos hasta la cintura y sonrisa brillante, cuyas maneras eran tan insaciables que el pobre primer ser humano se vio obligado a separarse de ella y enviarla a ese hoyo infecto y sulfuroso que es el Mar Muerto, en donde la pobre copuló con tantos demonios como pudo engendrando hijos que son nuestras enfermedades, neurosis e insatisfacciones. Mientras Dios sacaba a Eva de la costilla de Adán pensando que, siendo parte de un mismo cuerpo compartirían, por lo menos, los mismos gustos, Lilit fue llamada a juicio por el Creador, quien le preguntó:

-¿Por qué haces eso, Lilit?
-Siempre me gustaron los demonios-dijo ella-, no se cansan nunca y si acaso quedan flojos por un lado siempre saben cómo emplear la cola.

Ofendido, Dios la sumergió en un pozo, condenándola a peinarse la larga cabellera con un peine de dura raíz y a charlar con un sapo, a quien desde entonces besa constantemente esperando convertirlo en el príncipe de los rescates, dijo el Rabí Eliezer de Panópolis.

Cuando le preguntaron a Matusalén el longevo qué ventajas le habían deparado sus muchos años dijo que toda clase de satisfacciones. En los sueños. Dicen que el Rabí Jonás de Chipre sostenía con altivez que ´´La Ley es un beso muerto, y que el beso no puede evitar ser transgresor ya que no sabe lo que hace, pues al darse cierra los ojos. Legalista, Rabí Meir Yuval de Pekiín, comentaba que, por el contrario, ´´el beso es un estatuto muerto si desconoce la Ley viva que creó su existencia´´. Llegó hasta ellos la hija de Meir Yuval de Pekiín y le dio un beso a Jonás de Chipre.
-¿Lo ves?-dijo el defensor del beso-No sabe leer y aún desconociendo la Ley me ha besado.
-Te equivocas-respondió el legalista-, te ha besado porque yo, su padre, le he enseñado la Ley, que postula respeto y cariño a los mayores.

Mario Satz

 
Comentarios

Las historias biblicas, sirven hasta para reirse, el humor judio brota aun entre las piedras, y hasta en los peores momentos.-

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