Francia es un país donde las así llamadas «organizaciones anti-racistas», fuertemente subsidiados por el gobierno, mayormente combaten sólo un único «racismo»: «islamofobia».
Ahora es un país en el que las únicas personas autorizadas para hablar libremente del Islam a grandes audiencias son lo que la describen como una religión de paz e ilimitado amor.
Las personas procesadas y multadas por proferir comentarios críticos sobre el Islam, como Christine Tasin, dicen en voz alta lo que piensan miles sin atreverse a hablar.
Las encuestas muestran que los ciudadanos franceses, en crecientes cantidades, están preocupados por la creciente proporción de musulmanes no integrados en el país, la interminable expansión de zonas prohibidas, el creciente número de conversos islámicos, y la «sustitución» del pueblo francés.
«Los enfermos mentales», gritando «Allahu Akbar», están arrollando Francia.
Francia es ahora un país donde las observaciones críticas sobre el Islam son sistemáticamente prohibidas en los principales medios de comunicación y donde cualquier frase negativa sobre la religión musulmana conduce a multas, pago de daños y perjuicios, y censura.
Y es un país donde las así llamadas organizaciones “anti-racistas», fuertemente subsidiados por el gobierno, mayormente combaten sólo un único «racismo»: «islamofobia.
Palabras como «islamismo» o «Islam radical» han desaparecido del vocabulario de periodistas y políticos, y son sustituidas por palabras difusas: «radicalismo» y «extremismo».
Las únicas personas a las que, al parecer, se les permite hablar libremente del Islam ante grandes audiencias son los que lo describen como una religión de paz e ilimitado amor.
Tomemos, por ejemplo, el reciente caso de Christine Tasin, una de los fundadores de Riposte Laïque [Respuesta Laica].
Ella fue a Belfort el 15 de octubre de 2013, para hacer un informe de noticias de vídeo en un matadero temporal instalado para el día de la fiesta musulmana de Eid El Adha, que conmemora la obediencia de Ibrahim a Allah ofreciendo sacrificar a su único hijo. A su llegada al matadero, el director le pidió que se fuera. También la llamó una «racista islamófoba». Ella respondió que es, en realidad, islamófoba, pero no racista; y añadió que «el Islam es una basura». El intercambio verbal fue filmado. Asociaciones musulmanas presentaron denuncias en su contra.
Christine Tasin participó en un intercambio verbal el 15 de octubre de 2013, lo que llevó a que fuera acusada del delito de hacer «declaraciones que pueden provocar el rechazo de los musulmanes».
El 9 de agosto de 2014, un tribunal declaró a Tasin culpable de hacer «declaraciones que pueden provocar el rechazo de los musulmanes», y fue condenada a una pesada multa de 3.000 euros ($ 3.700).
Tasin respondió diciendo que el tribunal había actuado como si se tratara de un «tribunal islámico» y que estaba mostrando «sumisión a la sharia». Apeló la sentencia. La sentencia de la apelación, dictada el 18 de diciembre, constituyó un rechazo de la primera sentencia; todos los cargos contra Christine Tasin fueron desestimados.
El mismo día, un caso contra Marine Le Pen, presidente del partido populista Frente Nacional, sobre las declaraciones que hizo en 2010 sobre la «ocupación» de la vía pública por las oraciones musulmanas ilegales, también fueron desestimados.
Algunos podrían pensar que estas dos decisiones son signos alentadores, mostrando que la justicia francesa no está completamente amordazada y que algunos jueces todavía mantienen un espíritu independiente.
Una mirada más amplia, sin embargo, llama a la prudencia. En los meses anteriores, muchos franceses que criticaron públicamente al Islam y sus consecuencias, fueron severamente condenados por el sistema de justicia de Francia:
El 5 de junio, Pierre Cassen y Pascal Hillout, otros dos miembros de Riposte Laïque, fueron sentenciados a una multa muy pesada de €21.200 ($26.000) por haber escrito que «oraciones en la calle, velos y mezquitas» eran «símbolos de ocupación y conquista».
El 10 de abril, el escritor Renaud Camus fue multado con €4.000 (5.000 dólares) por haber dicho, en 2010, que la cultura musulmana estaba, lentamente, «sustituyendo” a la cultura francesa.
Tres años antes, en febrero de 2011, el escritor y periodista político Eric Zemmour fue sentenciado a una multa de 1.000 euros ($1.250) y un pago de 10.000 euros ($12,500) a varias asociaciones y ligas. Durante un programa de entrevistas había dicho que «la mayoría de los traficantes de drogas en Francia son negros y árabes musulmanes». Los jueces consideraron que era una «incitación a la discriminación racial».
Zemmour se enfrenta actualmente a una tormenta mediática por una entrevista concedida a un diario italiano, Corriere della Sera, en la que dijo que «los musulmanes tienen su propio Código Civil, el Corán» y viven «en barrios que los franceses están abandonando gradualmente”. Agregó que Francia se enfrenta a un «riesgo de caos y guerra civil», y que los musulmanes podrían tener que irse. Al escribir su artículo, el periodista italiano utilizó la palabra «deportar». Zemmour no usó esa palabra; no obstante fue acusado de haberla usado.
Innumerables quejas fueron presentadas contra él. Las principales organizaciones francesas «antirracistas» pidieron a todos sus empleadores que lo despidan. Uno de ellos, I-television (un canal de televisión de noticias continuas), lo hizo inmediatamente.
El ministro francés del Interior, Bernard Cazeneuve, convocó a manifestaciones callejeras contra Zemmour. Esta es la primera vez en la historia moderna de Francia que un ministro del Interior convoca públicamente a manifestaciones callejeras contra un periodista.
Enfrentada a incesantes quejas y ataques, Riposte Laïque decidió, en marzo de 2013, trasladar sus operaciones y su sitio web a Suiza, donde las leyes son menos severas y donde los jueces están menos politizados que en Francia.
Francia es, sin embargo, el país donde nacieron y se criaron los dos perpetradores de los peores ataques terroristas antisemitas cometidos en nombre del Islam radical en suelo europeo: Mohamed Merah, el asesino de tres niños judíos y un rabino en una escuela en Toulouse en Marzo de 2012, y Mehdi Nemmouche, el asesino de cuatro personas en el Museo Judío de Bruselas en mayo de 2014.
Francia es también el principal proveedor europeo de reclutas jihadistas para el Estado islámico. Más de 1.000 ciudadanos franceses están luchando en Siria e Irak. Dos de ellos han sido vistos en un video de decapitación.
Las encuestas muestran que los ciudadanos franceses, en crecientes cantidades, están preocupados por la creciente proporción de musulmanes no integrados en el país, la interminable expansión de zonas prohibidas, el creciente número de conversos islámicos, y la «sustitución» del pueblo francés.
Christine Tasin, Pierre Cassen, Pascal Hillout, Renaud Camus y Eric Zemmour dicen en voz alta lo que miles de personas piensan sin atreverse a hablar.
El hostigamiento judicial exacerba la frustración y lleva a muchos a creer que los principales medios de comunicación y los líderes de los principales partidos tradicionales mienten acerca de los hechos y ocultan la verdad.
El Frente Nacional es ahora el mayor partido político de Francia. Marine Le Pen encabeza actualmente las encuestas para las elecciones presidenciales de 2017. Su victoria es improbable, pero ya no es imposible. El «riesgo de caos y guerra civil», evocado por Eric Zemmour, está creciendo constantemente.
El 20 de diciembre, Bertrand «Bilal» Nzohabonayo, entró en una comisaría en Joué-les-Tours, en el valle del Loire y, gritando «Allahu Akbar» [«Allah es el Más Grande»], apuñaló a tres agentes de policía. Entonces fue muerto a tiros. La policía y los medios de comunicación dijeron inmediatamente que no era un islamista sino un «enfermo mental», aunque más tarde admitieron que parecía ser un partidario del Estado Islámico.
El 21 de diciembre, otro hombre (no se sabe aún su identidad), también gritando «Allahu Akbar», estrelló su coche contra una multitud en Dijon, y luego fue capturado por la policía. La policía y los medios de comunicación también dijeron que era un «enfermo mental», pero admitieron que tiene lazos familiares en el norte de África.
El 22 de diciembre, un tercer hombre, también gritando «Allahu Akbar» enfiló su camioneta contra un mercado de Navidad en Nantes. Después se apuñaló y está en el hospital. La policía y los medios de comunicación dijeron que era un «enfermo mental». Será enviado a un manicomio.
Nadie sabe cuántos «enfermos mentales» están listos para actuar y gritar «Allahu Akbar» en Francia. Los sindicatos policiales han dicho que si demasiados «enfermos mentales» decidieran actuar, la policía no podría proteger a la población. Agregaron que no había incluso suficientes policías para proteger a los policias susceptibles de ser atacados.
«Los enfermos mentales», gritando «Allahu Akbar», están arrollando Francia.
El Primer Ministro francés Manuel Valls dijo: «Nunca nos hemos enfrentado a tal peligro». No ha definido el peligro. Decidió enviar un millar de soldados para patrullar las calles. No dijo si se suponía que debían combatir la enfermedad mental.
El 23 de diciembre, un cuarto hombre gritando «Allahu Akbar», fue arrestado por «conducta violenta» en la ciudad de Le Mans. Fue enviado directamente a un psiquiatra, por supuesto. Es un «enfermo mental». Las autoridades, extrañamente, dijeron que podría ser «contagioso».
http://www.gatestoneinstitute.org/4999/censorship-mental-illness-overrun-france
Publicado por iniciativa del Proyecto Legal del Middle East Forum.
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
DIOS HABLARA EN SU MOMENTO POR NUESTRO AMADO PUEBLO