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| viernes diciembre 20, 2024

Cuando París está de duelo

Los franceses no están de duelo por el asesinato de cuatro judíos; está de duelo por el asesinato de sus valores, temerosos de perder algo que es muy importante para ellos. Los judíos son sólo actores marginales en este asunto


Duelo nacional. Esa es la situación en que está Francia desde los ataques terroristas de la semana pasada. Es un espectáculo extraordinario.

Yo estaba en Nueva York el día después de los ataques del 11 de septiembre de 2001. Fue similar pero diferente. Cubrí nuestro dolor por el asesinato del Primer Ministro Yitzhak Rabin en 1995. Fue similar pero diferente.

Los estadounidenses estaban conmocionados hasta el fondo de sus almas cuando descubrieron que no eran inmunes al terrorismo. Las Torres Gemelas del World Trade Center, un símbolo de la fortaleza de Estados Unidos, se derrumbaron ante sus ojos.

Salieron a buscar venganza a sangre y fuego: Contra Osama bin Laden, contra los talibanes, contra Saddam Hussein. Las grandes ciudades de Estados Unidos estaban llenas de soldados de la Guardia Nacional con todo su equipo. Parecían como un territorio ocupado.

Los israelíes eligieron a cuál Rabin querían llorar – cada persona y sus opiniones, cada persona y su partido. La rabia se convirtió rápidamente en lágrimas, y el gran incendio – en velas.

Los franceses lloran en forma diferente. Decenas – tal vez cientos – de manifestaciones espontáneas se realizaron el sábado en diferentes plazas de ciudades de Francia. Hubo un aumento de la presencia de gendarmes en lugares públicos, pero Francia continuó viviendo su vida. No estaba ocupada.

Manifestación en memoria de las víctimas judías. Los franceses lloran en forma diferente,Foto-AFP

[Manifestación en memoria de las víctimas judías. ‘Los franceses lloran en forma diferente’ (Foto: AFP)]

Miles de personas acudieron a cada plaza, permanecieron en silencio durante una hora y se fueron a casa. El duelo alcanzará su pico en la tarde del domingo en una manifestación en París, que se espera que sea la más grande manifestación que Francia haya visto jamás. Más grande que las protestas estudiantiles en 1968, más grande que la manifestación que marcó la victoria sobre Alemania en la Segunda Guerra Mundial, y más grande que la toma de la prisión de la Bastilla en 1789, que anunció la llegada de la Revolución francesa. No es ninguna coincidencia que el gobierno francés decidió iniciar la manifestación del domingo en la Plaza de la Bastilla.

En esta etapa, están de luto en silencio. Sin llorar, sin protestar. Sólo portando carteles con los nombres de las víctimas, junto con las palabras «je suis» (yo soy).

El sábado hablé con un empleado de alto rango del gobierno francés, un hombre que está siguiendo de cerca la forma en que Francia está enfrentando este terrorismo. Le pedí que me explicara la respuesta de su pueblo,  a mí, un visitante al azar.

«Están conmocionados», dijo. «Lo que me sorprendió fue la extensión de la solidaridad, la profundidad de la emoción. No son los 17 ciudadanos que fueron asesinados. Son los valores los que fueron asesinados, las convenciones sobre las que la vida aquí está construida. Los franceses tienen miedo de perder algo que es muy importante para ellos”. 

«La mayoría de los franceses nunca ha leído el semanario satírico Charlie Hebdo. Dudo que alguna vez oyeran hablar del mismo. Pero el asesinato dañó gravemente su confianza en su forma de vida».

Usted está muy familiarizado con la forma en que los israelíes respondieron a los ataques terroristas, le dije. ¿Cuál es la diferencia?

«Hay dos diferencias», dijo, «y ambas hacen que los ataques terroristas en Francia sean más serios. En Israel, el terrorismo suicida era ciego. Atacaba indiscriminadamente. Los ataques al semanario y al supermercado judío fueron intencionales”.

«Y lo principal es que ustedes trataban con un terrorismo que venía de afuera. Lo mismo se aplica a los estadounidenses. El terrorismo en Francia viene de adentro. Los perpetradores son ciudadanos franceses, nacidos o educados aquí, que hablan francés con fluidez, que son parte de la sociedad francesa. Es difícil”.

«Cuando los franceses despierten de su conmoción, se preguntarán cómo los educamos Algunos exigirán la separación religiosa o racial – eliminar a los musulmanes de la sociedad francesa. Será una Francia diferente».

Manifestación de solidaridad fuera del supermercado kosher. El asesinato dañó severamente la confianza del pueblo francés en su forma de vida

[Manifestación de solidaridad fuera del supermercado kosher. El asesinato dañó severamente la confianza del pueblo francés en su forma de vida’ (Foto: Yuval Meringer)]

Estas frases requieren aclaración. Francia cree en la supremacía de su cultura, en la sacralidad de la lengua francesa, en la rectitud del secularismo francés. Francia impuso su cultura a la población local de todos los países bajo su control. Cualquiera que emigraba a Francia podría ser considerado francés de pleno derecho solamente si dominaba la lengua, la cultura y la historia francesas.

Los franceses creen – como los antepasados de nuestro Movimiento Laborista – en el crisol. No están familiarizados con el multiculturalismo, que se ha puesto de moda en Estados Unidos. No tienen ningún problema en prohibirles a las mujeres llevar velo, y sentir que son de avanzada y liberales.

Los musulmanes representan alrededor del 8% de la población actual, y este porcentaje aumenta cada año. Una gran parte de ellos se niega a asimilarse a la cultura francesa. Consideran inaceptables los valores seculares. Sufren económica y socialmente. En la marginalidad, se convierten en adictos al fundamentalismo y el terrorismo.

¿Podrá Francia mantenerse como Francia? Esta pregunta preocupa hoy a muchos franceses. ¿Explica la extensión del duelo nacional?

Los judíos son actores marginales en este asunto. Los franceses no están de luto por los cuatro judíos asesinados; están de luto por ellos mismos.

«Los Judíos tienen un lugar adonde ir’ 

Muchas sinagogas de París no mantienen oraciones de Shabat los sábados. Los feligreses son presa del miedo.

Hay tres sinagogas situadas a menos de 200 metros del supermercado atacado: Una marroquí llamada Hatikva, una sefardí y una ashkenazi. Estas tres sinagogas decidieron no ceder ante el terrorismo, y las oraciones se llevan a cabo como estaba previsto.

Gendarmes, policías soldados similares a nuestra Guardia de Fronteras, bloquearon el tramo de la calle con una cinta roja y blanca de emergencia, como la escena de un ataque terrorista. Estaban armados con fusiles. Guardias de seguridad contratados por la comunidad también estaban presentes. Cada movimiento en la calle los hacía saltar.

Haim, el director de la sinagoga marroquí, llegó temprano. El edificio, que también sirve como una escuela judía, estaba oscuro. Le pidió a uno de los policías que actuara como un gentil de Shabat. El policía no entendía de qué se trataba, pero activó todos los interruptores sin ningún problema.

La asistencia inicial a la oración matutina de Shabat fue escasa. En la sinagoga ashkenazi sólo había nueve feligreses. Me ofrecí a ser el décimo feligrés para que hubiera quórum, hasta que llegó un refuerzo. Pero en una hora, la tasa de ocupación subió.

«En un Shabat normal los niños jugaban en la calle», dijo uno de los feligreses. «Ahora no se les permite. No es lo mismo».

«No tengo miedo», gritó en la calle uno de los feligreses. Otro feligrés dijo en voz baja: «Yo tenía miedo y lo superé».

«Tuvimos un gran milagro», dice Haim Bibi, padre de cinco hijos con un sexto en camino. Desde que se hizo religioso, Bibi cree en los milagros. Tiene ingenuos ojos azules y un cuerpo grande, como un osito de peluche.

¿Qué clase de milagro es, le pregunté, cuando muere gente inocente? «Imagínese lo que habría ocurrido si los terroristas hubieran venido a la escuela judía», dijo. «Habrían matado a 200 niños. Hay alguien ahí arriba que nos cuida”.

El mensaje 'París es Charlie' proyectado en el Arco del Triunfo

[El mensaje ‘París es Charlie’ proyectado en el Arco del Triunfo (Foto: Reuters)]

El dueño de la tienda de abarrotes ubicada detrás del supermercado atacado llegó temprano a orar. Nació en Marruecos. «Hay diferentes tipos de musulmanes», dice. «Los marroquíes están bien. Nos tratan con respeto. Los tunecinos también están bien. Los argelinos son un gran problema. Piensan que Francia les pertenece.

«Nosotros, los judíos, tenemos un lugar adonde ir», dice. «¿Dónde irían los musulmanes? ¿De vuelta a Argelia?»

Le hice la pregunta obvia. «Emigrar a Israel es difícil», dijo. «El negocio está aquí. Pero me he comprado un apartamento en Netanya».

La misma cuestión se suscitó en mi conversación con uno de los rabinos más prominentes de las comunidades sefardíes. Tenía una respuesta concluyente: «Uno emigra a Israel, uno no huye a Israel».

La pregunta de por qué el gobierno permite regresar a Francia a los musulmanes que viajaron a Irak, Siria o Yemen, fue planteada en todas las conversaciones.

Hay 1.200 ciudadanos franceses que han tenido algún tipo de contacto con organizaciones terroristas islámicas. Algunos de ellos no han regresado a Francia. Otros regresaron y comenzaron una nueva vida. Sólo una pequeña minoría se ofreció como voluntario para la acción en Francia, en nombre de la organización o en nombre de sí mismos. La ley francesa no le permite al gobierno prohibir su entrada a Francia. Sólo se puede deportar a personas que no tienen la ciudadanía.

Pero los judíos en las sinagogas no se preocupan por eso. Están furiosos con lo que interpretan como debilidad de la izquierda.

«Marine Le Pen es la mejor», dijo un feligrés anciano en la sinagoga ashkenazi. Pero su padre es un negador del Holocausto, protesté. El hombre, un sobreviviente del Holocausto, se encogió de hombros. «Eso fue hace 40 años», dijo. «Me importa lo que pasará mañana».

‘Israel no es parte de esto’

En Israel, la escena de cada ataque terrorista es quitada en una hora. La velocidad es parte de la forma en que los israelíes los enfrentan, su negativa a hundirse en su dolor.

En Francia no hay prisa. Las tiendas en los edificios están cerradas, los autos en el estacionamiento están inmóviles, y rosas envueltas en papel celofán se acumulan en la acera de enfrente. Hombres y mujeres se acercan al montón con grandes intenciones y colocan una rosa. Es extremadamente hermoso, muy triste y desesperado.

El corresponsal del diario Yedioth Ahronoth en París, Lior Zilberstein, y yo escuchamos testimonios de sobrevivientes. Dos muchachos que estaban fumando un cigarrillo afuera del supermercado vieron a los terroristas y alertaron a la policía. Estuvieron parados cerca de la escena del ataque durante horas, llenos de emociones. Uno de los muchachos tiene los ojos rojos. El otro está tenso. No quieren quedarse allí y no pueden irse.

Una protesta o, para ser más exacto, una manifestación de duelo se congregó frente al supermercado antes de la puesta del sol. Fue patrocinada por organizaciones judías y fueron miles, en el frío y la lluvia.

Los nombres de las víctimas estaban escritos en carteles. «Yo soy Yohan Cohen», «Yo soy judío», «Yo soy la República», «Fui asesinado por ser judío».

De vez en cuando, un grupo del público trató de cantar «La Marsellesa», el himno nacional. La multitud no se dispersó. Otra persona trató con «Hatikva», el himno nacional de Israel. Se quedó solo.

En el margen de la manifestación, estalló una discusión entre un joven judío derechista y una mujer judía izquierdista. Él exigía matar, deportar, arrestar a todos los musulmanes, y ella lo insultó. El gritaba. Ella gritaba.

Más tarde se les unió una mujer que gritó: «El problema es que no están haciendo nada. Estamos siendo asesinados y no les importa».

«Están locos», dijo la mujer izquierdista. «Son apenas 200, pero están actuando como si fueran la mayoría».

«Usted probablemente ha notado que no hay banderas en la manifestación, ni de Francia ni de Israel», me dijo.

¿Por qué?, le pregunté.

«Israel no es parte de esto», dijo.

Le dije que el Primer Ministro Benjamin Netanyahu y los Ministros Avigdor Lieberman y Naftali Bennett estarían viniendo a la manifestación del domingo.

“Me está tomando el pelo», dijo. «¿Qué asunto es el de ellos?»

http://www.ynetnews.com/articles/0,7340,L-4613700,00.html

Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld

 
Comentarios
David Waintraub

En Francia nada ha cambiado desde finales de los 1800 con el sonado caso Dreyfuss, antisemitismo puro y duro, sin ningun atenuante. Tampoco cambiaron con la ocupacion nazi, fue uno de los paises que mas colaboro con los ocupantes alemanes y que mas soldados aporto a las Waffen SS. Todo el mito de la potente Resistencia francesa fue eso, solo un mito, la gran mayoria de los frnaceses solaboraba activamente y de buen grado con los nazis. No fue la policia alemana la que junto como ganado a todos los ciudadanos franceses para enviarlos a las camaras de gas, fue la mismisima policia francesa, entregando a sus propios conciudadanos al invasor para ser exterminados. Y algo mas que por alguna razon no se ha publicitado, los ultimos defensores del Bunker de Hitlar en Berlin no fueron soldados alemanes, ni siquiera tropas alemanas SS, que viendo el final se escaparon, los ultimos defensores fueron tropas Waffen SS voluntarias, francesas, belgas, holandesas y algunos noruegos, pero la mayoria franceses. Como ven nada ha cambiado en Francia, hoy colaboran con la Jihad, una jihad compuesta de franceses, no extranjeros, mientras el resto del pais, protesta por un dia, dos o quizas tres y despues todo seguira igual. Hollande no es Churchill, es mas bien Chamberlain

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