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| viernes marzo 29, 2024

Israel como cortina de humo: Reformulando la realidad para ajustarla a las conclusiones preestablecidas


Si para elaborar un argumento es preciso omitir hechos relevantes de la realidad y trastocar otros, parece evidente que algo falla en la conclusión a la que se pretende arribar.

Un error de cálculo, de análisis muy evidente ponía en entredicho el armazón de argumentos con el que Bettina Marx, corresponsal política de Deutsche Welle, pretendía concluir que el gobierno israelí – y más precisamente, su Primer Ministro – se equivoca en la actitud ante el “acuerdo marco” del grupo de países 5+1 e Irán en lo relativo al programa nuclear de este último.

Decía la periodista que:

“Con su estrategia de confrontación, Netanyahu pisa hielo muy fino. Después de todo, Israel es el único Estado en el Cercano Oriente que posee armas nucleares (hasta 300 cabezas nucleares, aunque la cifra exacta se desconoce, pues Israel no ha suscrito el acuerdo sobre la prohibición de este tipo de armamento ni autoriza la inspección a sus instalaciones). Así, es este país el que pone el fundamento para la carrera nuclear que ahora dice querer evitar.

[…]

Por eso, sería tiempo de intentar otras soluciones políticas que contemplen la cooperación y el entendimiento con los pueblos vecinos… Con ellos, Israel debería buscar el diálogo y formar alianzas… El Gobierno israelí debería dar un giro político y resolver, rápidamente y de una vez por todas, el conflicto con los palestinos. Esa es la primera condición para que comience a desaparecer el aislacionismo del país”.

Marx afirmaba una sospecha – para la que no presenta más pruebas que sus dichos. Pero, por un mero ejercicio de argumentación, supongamos, con ella, que efectivamente Israel posee el armamento nuclear que la periodista afirma que posee.

¿Los países árabes han sufrido amenazas de aniquilación por parte de Israel como sí las ha sufrido el Estado judío por parte deIrán?

¿Hasta en tres ocasiones (como los ejércitos árabes contra Israel en 1948, 1967 – con los tres ‘No’ de Jartum -, 1973) coaliciones de países lideradas o integradas por Israel han intentado acabar con algún estado árabe vecino?

Y, ¿qué la hace suponer que Israel no ya – o incluso en el pasado – coopera con Jordania o países del Golfo Pérsico, por ejemplo?

Además, ¿depende de Israel una tal “alianza”? ¿Los ciudadanos árabes aceptarían que sus gobernantes abiertamente hablaran de reconocer al Estado judío – única vía de cooperar con otro estado es reconocer que existe y que es legítimo?

Por otra parte, Marx equivoca las causas de la carrera nuclear que podría iniciarse en Medio Oriente. No fue sino hasta que Irán fue en pos de la bomba atómica, que Arabia Saudita se ha mostrado determinado a hacerse con esa tecnología bélica.

Las motivaciones iraníes para obtener ese tipo de armamento son otras bien distintas. Ali Younesi, asesor del presidente Rohani – y ministro de Inteligencia entre los años 2000 y 2005, durante la presidencia de Jatamí -, las dejó bien claras en su discurso del 8 de marzo de 2015 (que fue publicado por la agencia de noticias iraní ISNA el mismo día) en la conferencia “Irán, Nacionalismo, Historia y Cultura”, celebrada en el país persa: Younesi aseguró que Irán es nuevamente un Imperio, como lo fue en el pasado, y que su capital, Iraq, es “el centro del patrimonio, cultura e identidad iraníes”, delineando, según MEMRI, las fronteras del Imperio Persa o, en palabras de Younesi, del gran Irán”, en el que incluyó países desde China, el subcontinente Indio, norte y sur del Cáucaso y el Golfo Pérsico.

Pero, al parecer, culpar a Israel parece más tentador que buscar las causas y las motivaciones en la realidad, en los actos y en las propias palabras de los líderes y funcionarios iraníes.

Como, por ejemplo, en las declaraciones del Comandante de las fuerzas de élite Quds – “el ala externa (en el extranjero) de la Guardia Revolucionaria” – Qassem Soleimani (quien figura en la lista de personas y entidades del Consejo de la Unión Europea, a las que se les aplican medidas específicas de lucha contra el terrorismo), recogidas por el diario Ha’artez el 23 de marzo de 2015: durante una conferencia con jóvenes en Irán, Soleimani dijo que creía en la capacidad de Teherán para controlar los eventos en Jordania, tal como lo hace en Iraq y el Líbano. Era la primera vez, remarcaba el diario israelí, que un alto oficial iraní discutía abiertamente las ambiciones iraníes en Jordania.

Mas, en la línea de responsabilizar a Israel y exculpar a sus vecinos, la periodista sostenía que “el Gobierno israelí debería dar un giro político y resolver, rápidamente y de una vez por todas, el conflicto con los palestinos”. Es decir, que si no hay paz, es debido al gobierno de Israel…

La periodista – simplificando hasta el ridículo un conflicto del que borra gran parte de su historia, a la vez que exonera a una de las partes (está en manos de Israel “resolver”, sin más, el conflicto) – decidía omitir, ni más ni menos, que, tal como explicaba Alex Safian, analista de CAMERA, en al menos en tres oportunidades los líderes palestinos rechazaron la estadidad cuando les fue ofrecida.

Pero más allá de esto, la “cuestión palestina” no tiene nada que ver en las ambiciones nucleares de Irán, que, más bien, responden a una ambición de hegemonía regional – un tema que la periodista evita sacando de la galera de los lugares comunes la posibilidad de señalar a Israel.

La cuestión central – de la que se alejaba la corresponsal – es el “acuerdo marco” y las preocupaciones sobre el programa nuclear iraní.

Y la preocupación central es lo que podría suceder si el régimen de los ayatolás se hiciera con una bomba atómica o con material atómico para construirla.

Hegemonía: llevando a adelante las pretensiones

Pero, ¿por qué tantas preocupaciones?

Por ejemplo, porque el Líder Supremo iraní dijo en febrero de 2015 que “una sociedad inmersa en el espíritu del martirio es imparable”. Es bien sabido lo que “martirio” significa cuando es utilizado por estos líderes.

Y mientras Jamenei decía esto, su representante en las Fuerzas Quds de la Guardia Revolucionaria de Irán advertía: “No descansaremos hasta que icemos la bandera del Islam sobre la Casa Blanca”.

O porque el Subcomandante de la Guardia Republicana, Hossein Salami amenazó hace un año a Israel de la siguiente manera: “Estamos preparados para aniquilar a la entidad sionista [Israel] en el futuro”.

O porque, como se mencionara anteriormente, Irán abiertamente pretende la hegemonía regional. Precisamente, el diarioJerusalem Post indicaba en un artículo de marzo de 2015, que:

“La caída de las principales ciudades de Yemen en manos de los rebeldes Houti (chiíes) – dirigidos, apoyados y equipados por Irán – no es ajena a las conversaciones nucleares.

Irán se esfuerza por tener la hegemonía en Medio Oriente. Ya domina parcialmente o controla totalmente el Líbano, Siria e Irak, y ahora ha hecho incursiones en Yemen y en el Mar Rojo. No es de extrañar que Arabia Saudita, Egipto y Emiratos Árabes Unidos por primera vez ayer tradujeron sus preocupaciones en acción y llevaron a cabo ataques aéreos contra las posiciones Hutis”.

Unas preocupaciones nada baladíes, que llevaron incluso a que importantes medios árabes se manifestaran a favor del discurso de Netanyahu en el Congreso de Estados Unidos. Por ejemplo, el director del sitio web en inglés del influyente diario Al-Arabiya, según dio a conocer el Middle East Media Research Institute (MEMRI), escribió que el Primer Ministro Binyamin Netanyahu tiene razón al advertir a Obama en contra de un acuerdo con Irán:

“[El director] comentó que, aunque era muy raro que cualquier persona razonable pudiese estar de acuerdo con Netanyahu, el Primer Ministro israelí había ‘dado en el clavo’ cuando dijo que los países de Medio Oriente se estaban colapsando y que organizaciones terroristas, respaldadas en su mayoría por Irán, fueron ocupando el vacío. El problema con Irán, explicó, no son sólo sus ambiciones nucleares, sino también sus aspiraciones expansionistas”.

Los palestinos no aparecen en el cuadro de situación… Pero la periodista los cuela…
Mas, prosiguiendo, en todo este esquema en el terreno que maneja Irán, el grupo terrorista Hezbollah, armado y financiado, justamente, por Teherán, es un actor clave: es el brazo iraní en el Líbano y en Siria. De hecho, el Council on Foreign Relationsexplicaba que en su manifiesto fundacional, en 1985, Hezbollah juraba lealtad al Líder Supremo iraní, el ayatolá Jomeini, y urgía al establecimiento de un régimen islámico.
¿Se habrá parado a pensar la periodista, aunque sea un minuto, lo que podría suceder si material radioactivo llegara a manos de Hezbollah? Con un Irán nuclear, ¿sería tan descabellado que esto sucediera? ¿Qué efecto tendría una “bomba sucia” en Tel Aviv, en Beirut, en Amán o en Riad?

En tanto, Matthew Levitt, ex analista de contraterrorismo del FBI y Senior Fellow en estudios sobre terrorismo en The Washington Institute for Near East Policy, apuntaba que la guerra civil libanesa “creó el espacio en el cual diplomáticos y agentes iraníes pudieron ayudar a formar la entidad unificada Hezbollah a partir de una heterogeneidad de milicias y grupos chiíes”.

Precisamente, este fue el grupo terrorista señalado en el Informe de la Unidad de Investigación de la Oficina del Fiscal General para el atentado terrorista contra la sede de la AMIA (firmado por el Fiscal General Alberto Nisman, el Fiscal de Distrito Marcelo Martínez Burgos y el Secretario General de la Oficina del Fiscal General, Hernán Longo) como brazo ejecutor del atentado contra la sede de la mutual judía de Buenos Aires, ordenado en Teherán por altos cargos del gobierno de ese momento.

En ese informe, además, se citaba a James Bernazzani, director de la oficina del FBI en Nueva Orleans y un experto en terrorismo:

Irán es un estado que patrocina el terrorismo, y es una de las pocas naciones que utiliza el terrorismo como herramienta de política exterior. Los estados terroristas reclutan, entrenan, arman y promueven el desarrollo de organizaciones que utilizan el terrorismo para implementar un aspecto de su política exterior. […] En lo que a mí concierne, todas las operaciones terroristas de Hezbollah fuera del Líbano han sido llevadas a cabo en respuesta a órdenes desde Irán”.

A su vez, en 2013, el diario argentino Infobae informaba que:

“…el fiscal General de la causa AMIA Alberto Nisman, acusó – aquí un sumario del informe – al régimen iraní de haber armado una red terrorista en Sudamérica tendiente a cometer atentados en diversos países de la región.

Según las pruebas con que cuenta Nisman, Irán infiltró agentes de inteligencia en Brasil, Paraguay, Uruguay, Chile, Colombia, Guyana, Trinidad y Tobago y Surinam, llamadas en la causa ‘estaciones de espionaje’ que operarían en esos países bajo órdenes del gobierno iraní.

[…]

Las pruebas que presentó Nisman indicarían que el país más ‘infiltrado’ por Irán es Guyana, en cuyo territorio operó Abdul Kadir, ex parlamentario, ex Alcalde de la Ciudad de Linden… Hoy, Kadir purga una condena de prisión perpetua por el frustrado atentado contra el aeropuerto norteamericano J.F. Kennedy, de Nueva York”.

Pero no importa cuál sea la realidad, cómo sean los hechos. Ya se sabe, si estos no casan con la conclusión elaborada a priori, no hay problema, se acomodan a la misma según sea necesario, y se simplifica todo hasta el absurdo. Hasta el punto de evitar hablar del tema central: el programa nuclear iraní y las amenazas reales del régimen de los ayatolás a sus vecinos.

De esta manera, en definitiva, Israel podía ser retratado como el responsable de los conflictos en la región… Y, así, todo analista o periodista puede ubicarse en la posición de saber lo que es mejor para el Estado judío – mucho mejor que los propios líderes israelíes – y para la región.
 
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