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| viernes mayo 3, 2024

Terrorismo A Dos Puntas


Es una jornada compleja la de este lunes, para cualquier ciudadano en Israel, y por cierto para quienes estamos convencidos de que la violencia no conducirá a nada y que la única forma de cambiar algo, será mediante diálogo y negociaciones. El problema es que la realidad nos recuerda demasiado a menudo por qué es imperioso estar alertas siempre, por qué hay que ser fuertes y poder defenderse.

De mañana, se confirmó que Israel había hallado en la frontera con la Franja de Gaza, un túnel subterráneo cavado por Hamas desde Gaza, que se adentraba en territorio israelí, llegando cerca del kibutz Sufa y Kerem Shalom, con el evidente objetivo de ser usado para un atentado.
Y de tarde, atentado en Jerusalem.

Pero volvamos primero a la mañana.
El túnel hallado es lo que en la terminología local se conoce como «túnel del terror», o sea no de los cavados debajo de Gaza para comunicación y desplazamiento interno de los terroristas sino los que cruzan la frontera hacia Israel, prontos para ser utilizados en infiltraciones y atentados.
Cada uno de estos túneles requiere de sumas millonarias y de mucho tiempo de trabajo. Casi mil hombres, en su mayoría jovencitos, son reclutados por Hamas para este trabajo, al que destinan numerosos recursos, tanto materiales de construcción como dinero que bien podrían ser utilizados para aportar a la sociedad palestina en Gaza, en lugar de culpar a Israel por sus carencias.

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fotos: IDF

Poco después de la revelación del hallazgo del túnel de 30 metros de profundidad, nos comunicamos telefónicamente con una querida amiga, uruguaya también, Janet Cwajgenbaum, que vive desde hace años en el Kibutz Nir Itzjak, a pocos kilómetros de la frontera con la Franja de Gaza. «El túnel llega cerca de nuestros campos de papas», nos contó.
Y en lo sencillo de su comentario, captamos la dimensión de la problemática, de los terroristas abocados a arruinar la normalidad de la vida, del crecimiento y el desarrollo del lado israelí, en lugar de dedicarse a ayudar a su propia gente que tanto lo precisa.

Y nos imaginamos el pasaje pastoral del kibutz de Janet, en el que estuvimos repetidamente, también en la era de las alarmas que advertían un cohete en camino, y lo chocante de saber cuán fácil y rápidamente se rompería esa calma si desde abajo de la tierra, salen no cultivos, sino terroristas armados.
Y recordamos los jardines de infantes del kibutz, con techo especialmente blindado, a prueba de cohetes. Y los juegos de los niños que saben cómo deben correr al refugio si oyen la alarma.

Horas más tarde, nos tocó el turno a nosotros, en Jerusalem, de preguntarnos ¿otra vez? A media tarde, recibimos la primera noticia indicando que había habido una explosión dentro de un ómnibus.
Lo primero es la dinámica de la corrida preocupada y expectante por ubicar a todos los seres queridos. Comienzan a cruzarse llamadas a toda la familia y amigos, para cerciorarnos de que todos están bien.
No encuentro a mi hijo menor, Alon. Sé que ya terminó su jornada de clases en el liceo y que se iba al gimnasio. Pero la clase aún no tendría que haber comenzado…no son ni las 18.00…No contesta…¿Y ahora? Tomo la llave del coche y salgo corriendo. El instinto periodístico me empuja hacia el lugar de la explosión. El de madre, hacia el gimnasio, a ver si está allí.

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fotos: IDF

El corazón late demasiado rápido. Llama mi hijo mayor desde Tel Aviv. Mamá ¿están todos bien? ¿Dónde están? …Pedimos que llame al gimnasio, que vea si su hermano está allí. En el interín llamo a Onda Cero de España, emisora a la que transmito desde hace muchos años. Trato de hablar con calma para contarles la noticia y preguntar si les interesa un boletín…pero se me quiebra la voz. Mi colega de turno, tocaya mía, del otro lado de la línea, queda preocupada y pregunta qué me pasa. «No encuentro a mi hijo», respondo..y siento su estupor, su intento de abrazarme por teléfono.

Veo en la pantalla que vuelve a llamar que llama el mayor. De la radio me calman y piden que los ponga al tanto apenas tenga novedades. Que ahora, el boletín no importa. Lo principal, mi hijo.
«Está bien mamá, está en el gimnasio», me dice la voz reconfortante de Gadi, «Alon está bien. Pero por favor mamá, no vayas al lugar de la explosión. Volvé a casa. Te pido». Traicionando a mi condición periodística, le hago caso. Antes de llegar, llama mi hija, que estaba en casa estudiando y a quien dejé preocupada al salir a decir «salgo a buscar a Alon». «Estallé en llanto mamá, pensando que le había pasado algo», me cuenta cuando vuelvo. Y yo pienso que la dejé sola en casa y me siento culpable…
Aviso a Onda Cero: todo bien. Mi hijo estaba en otro lado y está perfecto. Ahora puedo transmitir. Siento su alegría.
Vuelvo a mi escritorio. El celular no cesa de sonar , con comunicados del hospital Hadassah, de la policía y otras yerbas .

Y llega un correo de la Sub Directora de Informativos de Onda Cero:»No sabes el silencio que se ha hecho en la redacción cuando Ana ha colgado el teléfono la primera vez y cómo hemos respirado todos al confirmar que tu hijo estaba bien.Estamos lejos, pero de verdad que os sentimos cerca. Beso grande.».

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fotos: IDF

Increíble lo que ayuda la compañía desde lejos…como la de tantos otros amigos que acompañaron por whatsapp y por mail en momentos de angustia: Alejandro al que le duele oirme la voz entrecortada por el llanto, Sami que queda pasmado al leer un relato sobre lo ocurrido que publicamos en FB, Berta que trata de ocultar que a ella también se le quiebra la voz, el Padre Francisco-o sea mi amigo Pancho-que nos alienta recordando que nos tiene en sus plegarias cuando pide por la paz de Jerusalem y que comparte conmigo un significativo Salmo que asegura la victoria del bien…y tantos otros que abrazan y apoyan desde lejos.

Y pienso..todo, por momentos de angustia simplemente por no lograr hablar con mi hijo, pensando que podría haber estado en el ómnibus que voló. Peor quedaron aquellos cuyos temores no resultaron ser infundados. Aquellos a los que nadie ubicó en el gimnasio . aquellos que no pudieron atender el teléfono, porque estaban heridos, quemados por la explosión.

Entre el túnel de la frontera con Gaza y el ómnibus que voló en Jerusalem, hay al parecer un hilo conductor. Más allá de la identidad de los responsables puntuales de una y otra cosa, lo que hay de fondo es una absoluta irresponsabilidad. Es que mienten los terroristas al alegar que luchan por sus pueblos . No es así. No los defienden sino que por el contrario, los sumen en una continua desgracia.

 

 
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