¿Qué significa la victoria de Trump para Medio Oriente?

[‘Durante la campaña electoral, Donald Trump se ha contradicho y ha cambiado, repetidas veces, de posición y/o el tono en varias cuestiones’ [Reuters]]

Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld

En relación a la política exterior en general y al Medio Oriente en particular, Donald Trump, como el nuevo presidente de Estados Unidos, se destacaría como el hombre más impredecible que haya ocupado esta posición desde que su país comenzó a desplegar una política imperial en el extranjero, a finales del siglo XIX.

Trump se ha contradicho y ha cambiado, repetidas veces, de posición y/o el tono en varias cuestiones durante la campaña electoral. Sin embargo, a juzgar por algunos temas clave que reiteró persistentemente durante el último año, he aquí lo que se puede suponer, en este momento, sobre la forma en que su presidencia puede afectar al Medio Oriente:

El pueblo sirio será el primero en sufrir por su elección. Las puertas de Estados Unidos se cerrarán de golpe ante los presuntos refugiados sirios, quizás con excepción de los cristianos, ya que la inquietud de Trump contra los refugiados sirios siempre se ha centrado en torno a la islamofobia.

Para detener por completo la salida de refugiados de Siria, Trump ha abogado por la creación de una «zona segura» dentro de las fronteras del país, donde se concentrarían los sirios desplazados en lugar de permitirles ir al extranjero como refugiados. Se jactó de que haría que los países árabes del Golfo pagaran por esto, como haría que México pagara por el muro que pretende construir en la frontera entre los dos países.

En segundo lugar, Trump inaugurará una nueva política de amistad y colaboración con el presidente ruso Vladimir Putin, basada en acomodarse a los intereses de Rusia. En Medio Oriente, esto incluye aceptar el papel de Rusia en Siria como positivo y en apoyar al régimen de Bashar al-Assad como el mal menor.

Esto implicaría lógicamente exigir, de los aliados tradicionales de Estados Unidos en la región, que dejen de apoyar a la oposición armada siria. Entonces Washington copatrocinaría con Moscú un «gobierno de coalición» sirio que incluiría a miembros conciliatorios de la «oposición». Esto podría abrir el camino a la colaboración de EE.UU. con el régimen de Assad en nombre de la «guerra contra el terrorismo».

Para seguir la política de favorecer a los «hombres fuertes» en el poder, que comparte con Putin, Trump querrá mejorar las relaciones de Washington tanto con el presidente egipcio, Abdel-Fattah el-Sisi, como con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan,

Puede tratar de que los dos hombres se reconcilien y persuadirlos a adherirse a un esfuerzo conjunto contra el «terrorismo» que aceptaría la definición de cada presidente de lo que considera como terrorismo en su propio país.

Dado que Trump está dispuesto a antagonizar con Irán, revocando el acuerdo nuclear negociado por la administración Obama, puede incluso tratar de atraer a Arabia Saudita a unirse a lo que surgiría como un triángulo sunita de Ankara, El Cairo y Riyadh, respaldado por Washington.

Aquí reside la principal contradicción en la visión de Trump para Medio Oriente (mientras que su postura hostil hacia China es la principal contradicción de su visión global): superarla requiere atraer tanto a Moscú como al régimen de Assad para  que rompan con Teherán.

Por último, otro «hombre fuerte» regional cuyas relaciones con Washington mejorarán mucho bajo Trump es Benjamin Netanyahu. Por lo tanto, otra víctima directa de la elección de Trump será el pueblo palestino cuando Netanyahu tenga más mano libre al tratar con ellos que cualquier primer ministro israelí haya tenido, desde Ariel Sharon después de los ataques del 11 de septiembre de 2001.

***Gilbert Achcar es profesor en SOAS, Universidad de Londres y el autor, recientemente, de Síntomas Mórbidos: Recaída en la Revuelta Árabe (Stanford University Press, EE. UU. Y Saqi Books, RU).

http://www.aljazeera.com/indepth/features/2016/11/trump-victory-middle-east-161107105151822.html