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| jueves marzo 28, 2024

La retirada de Gaza 2005, doce años después: Implicaciones, lecciones y una mirada hacia el futuro


La perspectiva de doce años desde la retirada de Israel de la Franja de Gaza y del norte de Cisjordania confirma que este significativo acontecimiento político y de seguridad fue una decisión estratégica correcta. En lo que respecta a Cisjordania, parece ser que la retirada unilateral como evento independiente único no será repetida. Sin embargo, un proceso político y de seguridad independiente, con atributos similares, pudiera permitirle a Israel continuar luchando por una realidad de dos estados para dos pueblos, basada en un final gradual, seguro y responsable del control por parte de Israel sobre el pueblo palestino. Deberían hacerse esfuerzos para llegar a un acuerdo con los palestinos sobre las medidas provisionales a lo largo de las etapas transitorias. Sin embargo, si se pone de manifiesto que no se puede llegar a un acuerdo, las medidas deberían aplicarse de manera independiente (sin darle importancia al consentimiento palestino) encaminadas a mejorar la situación de Israel sin menoscabar su seguridad. Estas medidas deberán llevarse a cabo en estrecha coordinación con los Estados Unidos y de conformidad con los entendimientos por parte de Estados Unidos e Israel.

La perspectiva de hace doce años desde la retirada de Israel de la Franja de Gaza y del norte de Cisjordania realza las lecciones que pueden ser derivadas de este significativo acontecimiento político y de seguridad. En retrospectiva, está claro que en el contexto de la segunda Intifada, las numerosas víctimas del continuo terrorismo y los profundos desacuerdos dentro de la sociedad israelí respecto a una solución al conflicto palestino-israelí, el gobierno de Ariel Sharon tomó una decisión estratégica correcta. La implementación de la decisión, sin embargo, sufrió graves deficiencias en la planificación y ejecución en los ámbitos de seguridad, diplomacia, el discurso interno y el proceso democrático en Israel, así como también en el tratamiento de aquellos evacuados.

La discordia y querellas arraigadas en la retirada respecto a la identidad, el sentido de pertenencia y la narración misma continúan ulcerándose. Los diferentes léxicos relacionados al evento, en términos tales como “expulsión”, “decreto” y “trauma” por una parte y “retirada”, “separación” y “el dejar de controlar a otro pueblo” por otra, atestiguan la división dentro de la sociedad israelí. Además, la retirada ha seguido afectando el discurso político israelí a través de los años. Este fue un factor importante en la explosión que sacudió a la política israelí unos meses después, cuando en noviembre del 2005 el Primer Ministro Sharon y otros miembros del Knesset se marcharon del partido gobernante Likud para crear Kadima. Y luego de tres rondas de enfrentamientos violentos contra Hamás en la Franja de Gaza a lo largo de los años, gran parte del pueblo israelí ve la retirada como un error estratégico.

Logros

La retirada de Israel de la Franja de Gaza y del norte de Cisjordania logró cuatro objetivos positivos. Primero, Israel dejó de controlar a una población palestina que para ese momento contaba con aproximadamente 1,7 millones de personas. Al hacerlo, atenuó en gran medida el alcance de la ocupación (aunque algunos no están de acuerdo con esta afirmación) y logró un amplio grado de legitimidad a corto y mediano plazo, para el uso de la fuerza contra las actividades terroristas originadas en la Franja de Gaza. Segundo, Israel se abrió camino con una parte significativa de la amenaza demográfica a la visión sionista. Este transmitió un mensaje claro que no tenía intención de poner en peligro su carácter judío y democrático al mantener el control de todo el territorio palestino, incluso el que está parcialmente poblado por israelíes y que actuaría como mejor le plazca sin darle a otros la oportunidad de impugnar su identidad. Fue un mensaje interno hacia la sociedad israelí, pero también externo, hacia los palestinos, el mundo árabe y la comunidad internacional. El tercer logro de la retirada fue el establecimiento de una frontera clara, con Israel de una parte y otros, enemigos o amigos – por la otra. Si Israel se viese obligado a actuar contra un enemigo, este gozará de una mayor legitimidad internacional y la confrontación asumirá el carácter de un conflicto interestatal, el cual se adapta mejor a las capacidades militares de Israel. Cuarto, este liberó a las Fuerzas de Defensa de Israel de su papel de policía en la Franja de Gaza y le liberó para que se comprometa a su propósito primario: defender el Estado de Israel.

Fracasos y Errores

Al mismo tiempo, se cometieron errores graves al implementar el plan de retirada. En el área de seguridad, retirarse del eje de Filadelfia y dejarlo abierto al contrabando de armas, permitió a Hamás armarse por sí mismo y seguir incrementando su desarrollo militar sin interrupciones. Además, Israel no aclaró cuáles serían las normas de participación tras el retiro. Es decir, no estaba inicialmente claro cuáles serían las repercusiones para dispararle a Israel desde la Franja de Gaza, e incluso cuando estas reglas finalmente fueron aclaradas, Israel no actuó de acuerdo a ellas.

En el ámbito diplomático y político, debieron existir intentos de transferir por acuerdo, el territorio evacuado a Mahmoud Abbas, el representante legítimo moderado de los palestinos, a fin de proveerle con un logro político para que el mundo entero vea. En cambio, Israel se retiró unilateralmente del territorio, dejándole a Hamás que se acreditase el logro palestino. Además, Israel comenzó a coordinar el plan de retirada con los Estados Unidos en una etapa extremadamente avanzada del proceso y una vez que los estadounidenses comprendieron que Israel se retiraría del territorio suceda lo que suceda, estos se negaron a proveerle cualquier retorno político sustancial o de apoyar al plan con recursos necesarios.

Respecto a las fronteras de Israel y los asentamientos, la separación estableció un precedente de retirada total unilateral, aparentemente sin nada a cambio, del 100% de un área territorial de vuelta a las fronteras de 1967. En cambio, hubiese sido más prudente dejar en su lugar un bloque de asentamientos al norte de la Franja de Gaza, aunque sólo fuese como mecanismo de discusión para futuras negociaciones a un acuerdo. Dejar un bloque de asentamientos al norte de la Franja de Gaza y abstenerse de evacuar a toda la población judía pudo haber proporcionado una base para procesos similares en una futura medida en Cisjordania. También pudo haberle proporcionado a Israel ventajas de seguridad y reducir el dolor y el costo de la evacuación.

Internamente, hubo serios errores. A los evacuados no se les proporcionó un marco empático y de apoyo y, durante el proceso se perdió una oportunidad de planificación nacional integral para los asentamientos en otros lugares, tales como en el Negev y Galilea. También se perdió una buena oportunidad para lograr un discurso de solidaridad dentro de la sociedad israelí a pesar de las severas divisiones públicas respecto al plan. Los evacuados fueron tratados como individuos en oposición a las comunidades. Según un informe de la comisión de investigación estatal la cual fue establecida bajo el liderazgo del ex juez de la Corte Suprema Eliyahu Matza para examinar la retirada de la Franja de Gaza y el norte de Cisjordania, el estado fracasó en su trato hacia los evacuados y el compromiso de hacer del tratamiento de los evacuados un compromiso nacional urgente. “Una brecha surgió entre la sublime retórica de todos los primeros ministros y el funcionamiento práctico del estado”, concluyó la comisión. Respecto a una medida similar en el futuro, la comisión determinó que el estado necesitaría hacer preparativos previos y establecer una adecuada infraestructura de planificación y terrenos a escala nacional para de esta manera ayudar a rehabilitar a personas de las áreas evacuadas. Entre otras cosas, deberían aprobar un plan nacional especial para un máximo de 100.000 evacuados potenciales. La comisión concluyó que la responsabilidad de esta empresa recae sobre el gobierno y principalmente sobre el primer ministro. También determinó que sería necesario emprender los preparativos generales, incluyendo una legislación específica, la asignación de recursos y el establecimiento de un órgano integrado de múltiples niveles que se encargaría del tema.

En las esferas del proceso democrático en Israel, grandes segmentos de la población moderada israelí del centro e izquierda política, así como también los principales medios de comunicación, optaron por ignorar las manipulaciones políticas del Primer Ministro Sharon y la manera en que este se inclinó a las reglas básicas de la democracia parlamentaria que a menudo acompañan tales decisiones críticas en la vida de una nación. Estas incluyen la decisión de ignorar el referéndum vinculante entre los miembros del partido Likud y la presentación del plan al gobierno para su aprobación antes de que fuese presentado al Knesset.

La Situación de Seguridad

Antes de la retirada, antiguos funcionarios de las FDI se mantuvieron divididos respecto al tema de que era más efectivo desde las perspectivas de seguridad: retener la Franja de Gaza o proveer defensa y disuasión desde un área claramente definida detrás de una frontera y asignar responsabilidades por las violaciones de seguridad a un partido político al otro lado de esa frontera. La presencia sobre el terreno en Gaza proporcionó una mejor posición operativa y de inteligencia, pero también presentó desventajas en la densamente poblada Franja de Gaza, donde la mayor parte de esta no se encontraba bajo control israelí, tales como largas, profundas y expuestas líneas de fricción y vulnerabilidad a ataques terroristas llevados a cabo en condiciones ideales desde la perspectiva de Hamás y de otras facciones palestinas que operan en la zona. Proveyendo defensa desde fuera de la Franja de Gaza, por otra parte, no abordó suficientemente la masiva acumulación militar de Hamás. Las rondas de enfrentamientos armados en la Franja de Gaza (en en los años 2009, 2012 y 2014) no se llevaron a cabo de manera que maximizaran la capacidad de las FID de lograr mejores resultados en la focalización y en las maniobras. También problemático fue la alta trayectoria de armas de intensidades variables disparadas desde Gaza hacia los centros de población de Israel. Un análisis de las tres rondas de combates en la Franja de Gaza entre Israel y Hamás está fuera del alcance de este artículo. Sin embargo, es evidente que el debate político continúa en relación a la calidad de la respuesta dentro del área de seguridad a las amenazas que emanan desde Gaza antes y después de la retirada.

Lecciones para el Futuro

La visión sionista para el Estado de Israel, un estado democrático del pueblo judío tal como se prevé en la Declaración de Independencia que sea segura, moral y goce de legitimidad internacional, es inconsistente con el continuo desliz por parte de Israel hacia un solo estado binacional. La falta total de confianza entre Israel y los palestinos y la incapacidad de ambas partes para acordar sobre los parámetros de un acuerdo de paz, o incluso los términos para la reanudación del proceso político, requiere que Israel se involucre en un proceso integrado que no necesite de un alto nivel de confianza con los palestinos y que incluya la participación activa de la comunidad internacional. Una condición necesaria para avanzar en el proceso de separación política y territorial de los palestinos es que la seguridad no se vea perjudicada. Por otra parte, los israelíes deben estar convencidos que los funcionarios del estado hayan aprendido e implementado las lecciones de la retirada del 2005 para así prevenir una disminución en el área de seguridad y que se realice el progreso hacia una mejor realidad política y de seguridad.

Parece ser que la separación unilateral como acontecimiento autónomo no se repetirá a sí misma. Sin embargo, un proceso político y de seguridad independiente con atributos similares pudiera permitirle a Israel continuar luchando por una realidad de dos estados para dos pueblos, basados en un final gradual, seguro y responsable del control por parte de Israel sobre el pueblo palestino. Esto sería un desarrollo positivo para el país en lo referente al área de seguridad nacional y de resistencia interna. Al mismo tiempo, Israel necesitará mantener las condiciones para una futura solución de dos estados o dos entidades políticas independientes, mientras fortalezca a la Autoridad Palestina como una entidad estable, responsable y funcional. Israel necesitará desplazarse de mantener el estatus quo y mantener puntos de apoyo en todas partes sobre el terreno a darle forma a la situación y determinar las fronteras alrededor de los principales bloques de asentamientos, incluso si esto llegase a ser una frontera provisional en lugar de una permanente.

La Franja de Gaza y Cisjordania difieren entre sí en términos del alcance a los asentamientos israelíes, el apego histórico y religioso judío a las respectivas áreas y las amenazas potenciales de seguridad que estas representan para la infraestructura esencial de Israel en el centro del país. Cualquier separación política y territorial de la mayor parte de Cisjordania debe ser considerada ante la experiencia que dejó a la sociedad israelí con serias cicatrices políticas, sociales y de seguridad. Precisamente por esta razón y a pesar de las diferencias entre los territorios, Israel tendrá que tomar en cuenta las lecciones aprendidas por su retiro de la Franja de Gaza y aplicarlas como parte de los futuros procesos en Cisjordania. El progreso gradual hacia una realidad de dos estados, incluso en ausencia de un acuerdo total, debe ser un componente importante en la política israelí. Deberían hacerse esfuerzos también para alcanzar un acuerdo con los palestinos sobre las medidas provisionales a lo largo de las etapas transitorias. Sin embargo, si se pone de manifiesto de que no se puede llegar a un acuerdo, las medidas deberían aplicarse de manera independiente (sin tomar en cuenta el consentimiento palestino) encaminadas a mejorar la situación de Israel sin menoscabar su seguridad. Estas medidas deberán llevarse a cabo en estrecha coordinación con los Estados Unidos y en conformidad con los memorandos de entendimientos de los Estados Unidos e Israel.

Un progreso más efectivo hacia los objetivos estratégicos de Israel requerirá de una serie de medidas, incluyendo un acuerdo anticipado con la administración estadounidense respecto al progreso gradual hacia una realidad de dos estados y los contornos de un acuerdo de estatus final aceptable para Israel; diálogo regional; negociaciones bilaterales con los palestinos; y medidas independientes que fomenten el objetivo de una futura solución de dos estados, o que al menos acerquen a Israel a la realidad de dos estados. Esto le permitirá a Israel construir una situación deseable, incluso en ausencia de un socio palestino al diálogo para un acuerdo a largo plazo, manteniendo al mismo tiempo la flexibilidad y la iniciativa para otras trayectorias estratégicas en la medida en que estas sean necesarias.

Una de las lecciones nacionales más importantes de la retirada de Israel en el 2005 es que el gobierno debe llevar a cabo un diálogo interno sobre las medidas que pretende implementar con los ciudadanos de Israel en general y con la población que en última instancia sería designada a ser evacuada en particular. El diálogo no reparará la profunda división que existe en la sociedad israelí respecto a tales decisiones. Sin embargo, esta puede ayudar a cultivar herramientas y mecanismos adecuados para combatir democráticamente con decisiones nacionales de esta naturaleza.

Traducido por Hatzad Hasheni

 

 
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