En Siria se han contabilizado hasta el jueves 22 de febrero al menos 400 muertos en bombardeos contra Guta Oriental, principalmente con el uso de bombas de barril por parte del ejército sirio que ataca un supuesto bastión terrorista, mientras tanto en Afrin (Norte de Siria) es el régimen de la Turquía de Recep Tayyip Erdogan quien en cuestión de un mes se ha cargado a 112 personas al menos, en una lucha contra los kurdos de esa región siria en su afán evitar (según el Presidente Erdogan) que tengan contactos contra el gobierno turco a través del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) considerado como terrorista por parte de Turquía y algunos de sus aliados.
En ambos casos hay civiles en medio de los ataques de los ejércitos y evidentemente el armamento no discrimina entre blancos legítimos y víctimas inocentes. Hay también grupos militares y paramilitares que se escudan en medio de poblaciones civiles, lo que se enmarca en este nuevo esquema de «guerra urbana», a esto se agrava que no hay un cuidado real para evitar el menor número de bajas no militares en la zona, ni se discrimina a la hora de lanzar un ataque golpeando todo lo que esté a su paso.
Este tipo de acciones militares ha servido para justificar la matanza indiscriminada de civiles y hasta el asesinato de miembros de los distintos cuerpos de ayuda humanitaria presentes en el sitio; Cuarto Creciente Rojo, Médicos Sin fronteras, Cascos blancos, etc. lo que profundiza las duras circunstancias ante las cuales están expuestos en este caso ciudadanos sirios de ambos territorios.
- «…Puede que estemos en el mismo escenario de Alepo. Es un asalto en el que se están matando simples civiles. Se está destruyendo todo, incluidos mercados, hospitales y escuelas», denuncia Abu Bashir desde el barrio de Saqba, uno de los más golpeados estos días en la que varios testigos han definido como la fase más mortífera en siete años de guerra…” (Mundo, 2018)
Los ataques del ejército sirio en Guta Oriental se dirigen contra las zonas de supuesto asentamiento opositor, no hay ataques “quirúrgicos” sino de arrastre totalmente, para poder causar la mayor cantidad de bajas posibles entre los grupos opositores al régimen de Bashar Al Assad.
De la misma manera, el ejército turco realiza ataques indiscriminados contra los kurdos sirios y se les ha acusado de utilizar armamento tóxico contra las poblaciones civiles; aunque de manera oficial el propio gobierno turco lo ha desmentido (Sputnik, 2018), más sin embargo, sí se señala que ese ejército ha destruido infraestructura que provee servicios básicos (agua, electricidad, etc.) a la población de esa zona. La catástrofe humanitaria que sufre Siria desde el año 2011 es incuestionable, con un escandaloso número de casi 400 mil muertos y cerca a los 12 millones de desplazados, en medio de una guerra civil, con la complicidad y el patrocinio de las grandes potencias mundiales apoyando a uno u otro bando, sin que se vislumbre un futuro alentador, ni un fin en un corto período.
En estos momentos existe una situación un tanto paradójica, porque mientras el gobierno sirio bombardea zonas tomadas por opositores en Guta Oriental, En Afrín está enviando tropas a proteger la zona kurdo – siria que en algún momento luchó contra el propio régimen de Al Assad y también contra grupos islamistas. Esto significa para el régimen sirio al tener abiertos dos frentes simultáneos y obligarle a pensar rápido para evitar que alguno se salga de control.
La intervención sobre el conflicto en el marco de los principales foros del Sistema Internacional no ha sido efectiva para llegar a un acuerdo consensuado, sino que una vez más se demuestra la importancia de las “fichas” en el panorama del ajedrez geopolítico, pero el precio en cuanto a sangre es muy elevado y poco preciado.
El silencio de los principales actores internacionales, incluyendo aquellos grupos pro Derechos Humanos que se manifiestan ante crisis en otras regiones es vergonzoso. Así como el sepulcral y nada alentador silencio que mantiene el gobierno costarricense, “potencia moral” en el mundo por sus llamados a procesos de pacificación y desarme global; como lo demostraron de manera efectiva en julio del 2017 a través del impulso al Tratado contra armas nucleares de la mano de la Embajadora Elayne Whyte, lo cual muestra una vez más que el país en esta materia es un referente internacional.
Los comportamientos de los gobiernos de Estados Unidos y Rusia, como potencias mundiales, así como el de Turquía como un cuasi Estado Axial de la región de Medio Oriente, colocan el dedo sobre el renglón para que comprendamos que efectivamente sus agendas valen más que cualquier alianza o búsqueda de una “estabilidad regional”, ya se sabe, pero es bueno recordarlo y hacerle eco, y por supuesto no está de más decirlo, pero el gobierno de Erdogan debería ser expulsado de la OTAN por su ya de por sí expreso comportamiento anti democrático.
De la misma manera, el gobierno de la República Islámica de Irán se aprovecha de la coyuntura actual para ampliar su radio de influencia en el Levante Mediterráneo, como lo he mencionado en otros artículos a través de grupos paramilitares chiitas como el Hezbolá libanés, lo cual desestabiliza el ya de por sí desequilibrado Medio Oriente, en un proyecto que como diría el analista George Chaya en el medio argentino Infobae:
“…La ideología de Hezbollah tiene sus raíces en la ideología islámica global iraní, que está comprometida con la exportación de la Revolución Khomeinista. Este objetivo está estipulado en la Constitución iraní y es una política de Estado que busca crear una «sociedad de creyentes unida y global»…” (Infobae, 2018)
Esta actitud del gobierno de Teherán demuestra el peligro de ese régimen por el poder e influencia que han logrado expandir a través de los últimos años en toda la región y que podría condenar a la zona a entrar en una batalla general por el control de las posiciones estratégicas más importantes no solo en cuanto a acceso a recursos esenciales, sino a las rutas de tránsito y también lugares de peregrinación religiosa.
Finalmente, la actuación del régimen de Bashar Al Assad para perpetuarse en el poder, lo coloca en la posición de un criminal de guerra que debería ser llevado y juzgado por los tribunales internacionales de justicia, por la forma en la cual actúa no solo contra los civiles, sino contra los cuerpos humanitarios. Del mismo modo, los opositores al régimen, entre estos grupos paramilitares islamistas o no que practican el terrorismo, deben ser capturados y juzgados con el peso que corresponde según las leyes internacionales, el pueblo sirio no merece que la lucha por poder los coloque en la condición de vulnerabilidad tan aberrante que desde hace 7 años sufre ese territorio, si con casi medio millón de muertes no se ha hecho nada efectivo, es porque en verdad los muertos en Siria tienen para la opinión pública menos valor o ninguno realmente.
Referencias
Infobae. (21 de febrero de 2018). Infobae. Obtenido de https://www.infobae.com/america/mundo/2018/02/21/libano-irak-y-siria-el-papel-regional-de-la-ideologia-irani/
Mundo, E. (22 de febrero de 2018). El Mundo. Obtenido de http://www.elmundo.es/internacional/2018/02/21/5a8c4936e2704e48568b4800.html
Sputnik. (30 de enero de 2018). Sputnik. Obtenido de https://mundo.sputniknews.com/orientemedio/201801301075860417-turquia-siria-operacion-militar-armas-prohibidas/
Sanquinario gobierno de Siria, pobre la población civil.