Los barriles lanzados desde aviones hacia concentraciones de combatientes opositores instalados en medio de población civil, han sido una de las armas más letales en la guerra civil en Siria. Si bien no es el primer caso en que se usa el sistema, en Siria, por orden del Presidente Bashar el-Assad, los efectos letales no tienen precedentes.
En una nota del Dr. Elia Galia del “Foro para el Pensamiento Regional” publicada en el portal israelí Ynet, se revela que el mes pasado la Fuerza Aérea retomó la práctica de los barriles de la muerte lanzándolos en la zona de Idlib, tras aproximadamente un año de interrupción.
“Durante una semana entera, el régimen de Assad lanzó más de 500 barriles explosivos que provocaron la muerte de civiles y la destrucción de infraestructuras esenciales”, afirmó. Contó que según el Coordinador regional de acciones humanitarias de la ONU, los barriles fueron lanzados “sobre escuelas, centros médicos y zonas habitadas, bombardeadas desde helicópteros y aviones de combate”. Agregó que “el último bombardeo con los barriles de explosivos, fue el más duro en 15 meses”.
Esta práctica del ejército sirio comenzó en el verano del 2012, cuando la insurrección en Siria ya se había convertido en una verdadera guerra civil. Los blancos eran zonas donde había oposición abierta al régimen. Miles de personas murieron a raíz de los “barriles de la muerte”, la mayoría-afirma el autor de la nota- civiles inocentes.
El Dr. Gaya cuenta sobre las revelaciones de un ex oficial del ejército sirio que desertó. Según el oficial antes leal a Assad, la Fuerza Aérea siria utiliza en general caños usados o contenedores apropiados para el objetivo que se busca, de un largo de un metro y medio o más y un diámetro de entre 25 y 50 cms. Cada barril pesa entre 200 y 500 kilos, y está repleto de explosivos o de una mezcla mortal de otro tipo: fertilizantes, polvo de aluminio destinado a intensificar las llamas, bolas de hierro y restos de metales diversos o sustancias químicas y gases venenosos.
Un barril de la muerte, según una simulación de la Tv Al-Arabiya
Los barriles son lanzados de los aviones a una altura de unos 3 kms-o a baja altura, en forma manual, cuando se trata de helicópteros. Llevan aproximadamente medio minuto hasta que impactan. Dado que se trata de una bomba que no se puede manejar después de lanzada, el impacto no es exacto . Se le pretende lanzar hacia concentraciones de insurgentes pero dado que están junto a población civil el daño entre los civiles es inconmensurable. La onda expansiva es fortísima, el fuego intenso y el humo se eleva a decenas de metros. “El alcance puede llegar a cerca de 250 metros del lugar en el que cayó el barril y es estremecedor que se trata de un arma accesible, barata y fácil de preparar”, afirma el Dr. Galia.
El oficial desertor contó que el régimen impuso a las sucursales del Centro de Investigaciones Científicas en Aleppo, Damasco Hama y Musayef, participar en el “esfuerzo tecnológico” necesario para producir los barriles en cuestión.
En una entrevista concedida a la BBC en febrero del 2015, Assad negó utilizar los barriles contra civiles, pero activistas sirios de Derechos Humanos lograron registrar los efectos de dichos barriles en zonas habitadas.
En un informe publicado el año pasado, resumiendo lo ocurrido en la guerra durante el 2018, la Red siria por los DDHH afirmó que habían sido lanzados 3.601 barriles. Desde setiembre del 2015, cuando comenzó el involucramiento militar de Rusia en la guerra, hay documentación de 26.577 barriles explosivos.
Claro está que a los civiles atacados durante la guerra, poco les cambia si el horror es provocado por un misil, una bomba convencional o un barril de la muerte. Pero resulta estremecedor conocer un poco más a fondo esta práctica letal del régimen de Bashar el-Assad.
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