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| viernes marzo 29, 2024

¿Puede llegar a Colombia el «virus» antisemita que crece en el mundo?

Ricardo Angoso entrevista al Gran Rabino de Bogota Alfredo Goldschmidt


El gran rabino de Bogotá, Alfredo Goldschmidt, además de orientador religioso, es un gran conocedor de la actualidad mundial

Afincando desde hace décadas en Bogotá, el gran rabino de la capital colombiana nació en Argentina, aunque de hondas raíces y descendencia alemanas, y se educó en los Estados Unidos. Hombre metódico, organizado y disciplinado, escribe conferencias, da clases, graba videos sobre aspectos referentes a la religión judía, toca con el acordeón canciones hebreas y, además, es uno de los referentes morales y éticos más clarividente de la comunidad judía de Colombia. En esta entrevista apunta bien claro y alto: “El gobierno iraní es la principal amenaza para Israel y el pueblo judío”.

 

Ricardo Angoso: ¿A qué cree que responde el auge del antisemitismo en Europa?

Alfredo Goldschmidt: Creo que estos actos que están ocurriendo en Europa tenemos que colocarlos en un contexto histórico muy concreto. Durante muchos años, después de la Segunda Guerra Mundial y el terrible suceso de la Shoa -el Holocausto-, los antisemitas estuvieron totalmente anulados por la crueldad y la naturaleza tan terrible de lo que había acontecido, no sabían ni podían decir nada.

Desde los años cincuenta del siglo pasado hasta el año 2000, aproximadamente, quedaba mal ser antisemita, no era políticamente correcto, pero el ambiente antisemita y esta tendencia seguía latente, durmiente se podría decir. Luego parte de lo que está ocurriendo tiene que ver con que Israel ha dejado de ser débil y se defiende, al mismo tiempo que tampoco logra resolver el problema palestino.

Así ha sido posible que este antisemitismo surja en los dos extremos, tanto en la izquierda como en la derecha, emergiendo algo que ya estaba latente y ahora sacan la cara mostrando su verdadera esencia. En la izquierda, mostrando su simpatía por la causa palestina y poniendo a los israelíes y a los judíos en la misma perspectiva como enemigos. La derecha, por su parte, siempre había mostrado esa tendencia al antisemitismo en Europa y ahora, después de cincuenta años, vuelve a mostrar ese odio al judío que siempre fue visceral, algo que se transmite de generación en generación y que está surgiendo de nuevo ahora. Creo que siempre estuvo latente este fenómeno del antisemitismo, pero ahora se manifiesta con más fuerza que antes. Se odiaba al judío porque era rico o era pobre, porque era guapo o era feo, porque era listo o era tonto, cualquier razón siempre era buena para odiar al judío; por lo tanto, lo que estaba latente durante años, sale ahora en Europa de una forma más abierta y no esta abiertamente castigado y condenado como debería serlo socialmente. Tampoco las acciones de la Iglesia ni las acciones de gobierno permiten acabar con estas actitudes. Los gobiernos de Europa no son antisemitas y tratan de defender a las comunidades judías, pero no pueden reprimir que esas reacciones viscerales salgan a relucir y se produzcan esos actos antisemitas.

 

R.A.: ¿Qué le pareció la petición del representante contra el antisemitismo en Alemania pidiendo a los judíos no llevar la kipá para no ser atacados?

A.G.: Es una actitud absolutamente equivocada que no la puedo declarar como antisemita. Creo que es una actitud equivocada que obedece a la frustración de no poder brindar protección a los judíos alemanes. Evidentemente, parece que en algunas zonas de Europa es peligroso llevar kipá y que las fuerzas antisemitas, que están latentes como ya he dicho antes, provoquen un ataque. Ha sido un error debido a que no pueden controlar a esas fuerzas antisemitas que actúan y están saliendo a flote en algunas sociedades europeas pero no es un acto en sí mismo antisemita. Creo que lo está en juego en este momento en Europa es la protección de las minorías religiosas y, más concretamente, en este caso al que me refería, en lo que atañe a la comunidad judía y sus derechos.

 

R.A.: ¿No cree que en muchos países del Este de Europa, como Polonia, Rumanía e incluso Hungría, se asiste a un nuevo revisionismo que pretende echar todas las culpas del Holocausto a los alemanes sin asumir sus propias responsabilidades?

A.G.: El primer síntoma de este nuevo antisemitismo ha sido Polonia, que ha tratado de culpar a los nazis de todo lo que ocurrió en su país minimizando la participación de los polacos y las autoridades  que también sufrieron la ocupación, pero dejando de lado que muchos ciudadanos polacos participaron en las matanzas y actos perpetrados contra los judíos. Quedó demasiado registrado en la historia la participación de líderes y ciudadanos de esos países en todos los sucesos que engloban el Holocausto es algo, sinceramente, que no tiene discusión alguna. Antisemitismo, como me decía mi padre, es odiar al judío más de lo estrictamente necesario, como pasó en estos países en que muchos ciudadanos pasaron de apoyar a los nazis a una actitud más proactiva en las matanzas. Creo, por otra parte, que es un error por parte de los dirigentes de estos países sumarse a este juego de intentar revisar la historia descaradamente y esperamos que esta tendencia, que siempre va a estar latente, se vaya corrigiendo. Siempre estará presente esa tendencia de intentar lavarse las manos ante lo que ocurrió, culpando a los nazis de todos los males, pero esperemos que los gobernantes sepan estar a la altura y no sigan ese juego, sino que lo corrijan y no caigan en esos errores.

 

 R.A.: ¿Creo que el odio a Israel acaba degenerando siempre en el antisemitismo, como sostiene Bernard Henri Levy?

A.G.: Estoy de acuerdo al cien por cien con esa aseveración. El mismo parlamento alemán ha denunciado que la campaña de boicot y sanciones contra Israel -el BDS: Boicot, Desinversiones y Sanciones contra Israel- es una forma clara de antisemitismo, pero ante esa actitud del legislativo alemán vienen algunos alemanes y ¡algunos judíos! a decir que no es verdad. Pero hay estoy cien por cien de acuerdo con Levy. El BDS, en mi opinión, es una forma actualizada de antisemitismo, tras el odio a Israel se esconde el odio al judío.

 

R.A.: ¿Le preocupan las amenazas de Irán contra Israel, en las que asegura que algún día borrará de la faz de la tierra al Estado hebreo?

A.G.: Me preocupan esas amenazas, y en ese punto sí que me adhiero sin ningún género de dudas al manejo político que le da a este asunto el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Netanyahu ha dicho bien claro que el mayor enemigo del Estado de Israel es el gobierno de Irán. Hay que seguir trabajando, uniendo de todos los esfuerzos, incluidos los del presidente norteamericano Donald Trump, para evitar que Irán tenga armas atómicas porque eso sí sería una catástrofe de consecuencias impredecibles. Mientras no tengan esas armas atómicas, la situación será manejable, pero si llegan a tenerlas estaremos ante un asunto muy grave. Ese plan nuclear de Irán es, a la larga, la mayor amenaza que enfrenta el pueblo judío en estos momentos.

 

R.A.: ¿El peligro, no cree, acecha en todas partes, tal como vimos con el atentado de AMIA en Argentina?

A.G.: AMIA fue parte de la estrategia iraní contra los intereses judíos en Argentina en coordinación con Hezboláh y grupos locales argentinos de carácter antisemita que colaboraron en ese acto terrorista. Claramente, la amenaza está en todas partes y quizá está a la vuelta de la esquina. Sabemos que Hezboláh está presente en Argentina, Brasil y Paraguay, pero también podrían estar en Colombia, más concretamente en la Guajira, y en Venezuela, donde el gobierno de Maduro les presta toda su colaboración y es algo que no lo oculta. El riesgo, meridianamente, está presente en América Latina y esperemos que los gobiernos, las fuerzas policíacas y todas las instituciones que deben ser parte en conjurar estas amenazas y evitar actos terroristas, hagan lo que sea necesario.

Es clave que los gobiernos y las fuerzas de seguridad de todos los países de América Latina tomen conciencia de estas amenazas y actúen en consecuencia para evitar esos actos porque, por ejemplo, en el caso argentino no se tomó con la seriedad oportuna un ataque contra la embajada israelí en Buenos Aires y dos años después ocurrió la tragedia de AMIA. Hay que estar muy alerta acerca de la naturaleza nefasta y destructiva de estas fuerzas que pueden estar presentes en nuestros países y acabar constituyendo una seria amenaza para la seguridad, pero especialmente para los intereses judíos.

 

R.A.: ¿Cree que Colombia quedara inmune ante ese «virus» antisemita que acecha por doquier?

A.G.: Creo que en Colombia las fuerzas antisemitas, tanto a derecha como a izquierda, no son fuertes. El pueblo colombiano, en general, es filosemita, pero eso no quita para que haya algunos núcleos antisemitas. Incluso pueden venir fuerzas de fuera a fomentar ese antisemitismo, esa amenaza que está sobre la mesa, pero no van a encontrar en la gente un terreno fértil para propagar ese discurso. No creo que el antisemitismo vaya a tener un arraigo popular en Colombia, sobre todo por un fenómeno que se está dando en el país con el crecimiento, fortalecimiento y auge de las ideas e iglesias cristianas, que tienen unas ideas claramente filosemitas muy expresadas y muy proyectadas en la sociedad. Los cristianos, más concretamente los evangélicos, son muy projudíos y quieren mucho a Israel. Creo que no hay un arraigo popular para el antisemitismo en Colombia, pero no hay que descartar que alguna fuerza extranjera pueda despertar ese virus tan peligroso y que los judíos estemos totalmente protegidos y ajenos a ningún peligro. Por tanto, no estamos inmunizados ante la posibilidad de que pueda surgir algún acto antisemita. Espero que no, pero todos debemos estar alerta ante esas posibles contingencias a las que me he referido antes.

 

 

 
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