El programa humanitario “Salvar el Corazón de un Niño” que funciona desde 1996 en el Centro Médico Wolfson de Holon, fue uno de los marcos afectados por la crisis del Coronavirus, ya que durante aproximadamente dos meses no pudo recibir nuevos pacientes llegados del exterior ni tampoco de la Franja de Gaza y Cisjordania, debido al cierre impuesto por razones de salud pública. El 12 de mayo, el programa retomó la actividad normal.
Pero aún durante el lapso de cierre se siguió trabajando intensamente con los niños que ya se encontraban en Israel cuando la pandemia llegó al país, proveientes de Gaza, Cisjordania, Marruecos, Zanzíbar, Tanzania y Etiopía.
Atender a los niños en medio de una pandemia creó situaciones que no podían menos que agregar desafíos a todos aquellos con los que siempre lidian en el programa.
Uno de los casos más ilustrativos fue el del pequeño Hamza, de 2 años, de Ramallah que se hallaba en el Wolfson junto a su madre. El problema surgió cuando ella tuvo que viajar de regreso a su casa planeando una corta visita a sus otros hijos, pero quedó varada en su ciudad sin poder volver a Israel, al imponer tanto Israel como la Autoridad Palestina estrictas restricciones de movimiento por el Coronavirus. Eso llevó a que todo el personal médico del programa comenzó a actuar como la familia adoptiva de Hamza, quien algunas semanas más tarde pudo retornar a Ramallah, a los brazos de su madre, acompañado por dos de sus médicos del Wolfson.
Vínculos que se multiplican
Otro de los niños atendidos en las últimas semanas en el Wolfson fue la pequeña Lama de Gaza, que tuvo que pasar una operación cardíaca de urgencia teniendo 6 meses de edad. Fue la primera en ser intervenida al retomarse la actividad . Cuando tenía 3 meses, tosía mucho y tenía los ojos rojos. Poco después, rehusaba tomar leche del pecho de su madre. En el hospital local comprendieron rápidamente que Lama tenía una deficiencia cardíaca por la cual la sangre corría anormalmente entre las dos arterias centrales conectadas al corazón. Era imprescindible hacerle una intervención.
El médico de la niña en Gaza era el Dr. Fayez Shakalia, cardiólogo pediátrico que se había capacitado en el pasado en el programa “Salvar el Corazón de un Niño” en el hospital Wolfson, por lo cual ya ejerciendo en Gaza mantuvo un vínculo constante con el programa y le enviaba niños que necesitaban atención. Además, viene semanalmente a trabajar en la así llamada “clínica palestina” en cuyo marco revisan a los niños para decidir qué tratamientos precisan.
El Dr. Shakalia hizo un cateterismo a Lama en Gaza pero algo se complicó y se decidió que Lama debía ser transferida a Israel para una operación de corazón abierto. Para concretarlo, se envió una solicitud urgente a Israel que acepte a Lama y otra a las autoridades palestinas para que pueda salir con su madre de Gaza. Se recibieron los permisos necesarios, Lama fue trasladada en ambulancia al puesto de Erez entre Israel y Gaza y de allí en un vehículo especial al Wolfson para comenzar el proceso de cara a la cirugía.
“Hablamos con el Dr. Shakalia y comprendimos que Lama debía ser operada lo antes posible”, comentó la Dra. Alona Raucher Sternfeld, jefe de Cardiología pediátrica en el Wolfson. “Hemos estado trabajando con el Dr. Shakalia y nuestros otros socios en Gaza durante años y gracias a esta cooperación, más de 2500 niños palestinos tanto de Cisjordania como de Gaza han sido tratados en nuestro programa”.
Por su parte, este cardiólogo palestino recalca que “nuestra cooperación con los colegas de Israel es un mensaje de paz para los líderes políticos de ambas partes”. Les dijo directamente: “Ustedes deben pasar por este túnel, deben hacer la paz por nosotros, por nuestros niños”.
Afortunadamente, Lama se está recuperando exitosamente.
Otra de las pacientes palestinas del programa que se halla ahora en Wolfson es Arena, ya en proceso de recuperación, para alivio de su padre Annas que estuvo con ella durante toda su hospitalización.
Los niños de Etiopía
A lo largo de los años, siempre hubo varios niños de Etiopía y de varios países africanos en “Salvar el Corazón de un Niño”.
Recientemente llegó un nuevo grupo al retomarse la actividad.
Una de ellas es Hanna, que tiene un problema conocido popularmente como “un orificio en el corazón”.
Su madre. Masarat se dijo esperanda al haber visto en el hospital israelí a otros niños ya en recuperación. “Mi plegaria era que también mi hija tenga esa oportunidad”, comentó.
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