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| martes marzo 19, 2024

Todo previsible: La mentira, la complicidad y la indiferencia


Cuando en enero de este año, Mahmoud Abbas anunció que el 22 de mayo se llevarían a cabo elecciones parlamentarias, y en julio, las presidenciales después de 15 años de promesas y suspensiones, ni él mismo se creyó lo que estaba diciendo. Pero la presión era (y es) bastante alta, en especial desde el liderazgo de Hamas ,que sabe que si hubiera elecciones, se apoderaría de la Autoridad Palestina sin esforzarse mucho.

En la Autoridad Palestina, se ilusionaron varios. Tanto que se presentaron decenas de formaciones políticas, 11 de ellas llevando como escudo de sus banderas el mapa de Palestina sin Israel. Y nadie hizo observación alguna que en lo que se quería denominar una elección, un tercio de los contendientes tuvieran en sus logos la inexistencia de Israel, al cual desean hacer desaparecer desde que nació, aunque digan lo contrario, y 192 Estados de Naciones Unidas lo den por bueno con su silencio cómplice y su indiferencia enfermiza.

Las ilusiones continuaron. Abbas se encontró con posibles adversarios que lo iban a sacar del poder tanto a él como a la camarilla corrupta y llena de privilegios que lo rodea. Sabía que Mohamed Dahlan, expulsado de la AP hace diez años y que vive en exilio en Emiratos Árabes, tiene popularidad y apoyos, no sólo para ganar las elecciones, sino también para echar al grupo gobernante y muy eventualmente sentarse a conversar con Israel.

Pero también se presentaron otros candidatos de improbable éxito, pero que demuestran la debilidad política de Abbas, y que es lo que algunos entienden por elecciones en la Autoridad Palestina, y ni hablemos lo que entienden en Gaza.

Un fuerte contendor de Abbas es Marwan Barghouti. ¿Por qué cree Barghouti que puede ser candidato a una elección y ganarla? Por omnipotencia y convencimiento de las complicidades que podría tener en una parte del contexto internacional tan propenso a proteger criminales si sirven a sus objetivos. ¿Quién es Barghouti? Un asesino que está en la cárcel cumpliendo varias condenas por planificar y ejecutar varias masacres de civiles israelíes. Asesinó a un sacerdote griego, Georgios Tsibouktzakis y varios civiles israelíes en Ma´ale Adumim; dirigió y perpetró la masacre en el mercado de pescados de Tel Aviv; envió varios terroristas suicidas para volar el shopping Malcha en Jerusalem; ejecutó 33 ataques y asesinó 21 israelíes. Este es el candidato electoral Barghouti.

De los varios y diversos contendientes más, veamos solo dos ejemplos, a ver si logramos comprender lo que en sí significó el llamado a elecciones de Abbas. Uno de ellos es Jamal Muhammad Farah al-Tawil, comandante de Hamas pero viviendo en la Autoridad Palestina, dedicado planificador de ataques suicidas contra civiles israelíes, entre ellos el de un coche bomba lanzado contra un pequeño shopping en Jerusalem que asesinó 12 israelíes y dejó 200 heridos. Otro candidato electoral de Hamas, aunque igual que Barghouti esté en prisión ,es Jamal Abd al-Shamal, arrestado en 2002 y sentenciado a nueve cadenas perpetuas por seis atentados suicidas, entre ellos uno al norte de Israel cerca del Monte Meron donde asesinó a nueve israelíes, y otro el atentado contra la pizzería Sbarro en Jerusalem que dejó un saldo de quince muertos.

Obviamente a Abbas no le preocupan para nada los asesinatos cometidos por los candidatos electorales. Abbas necesitaba una excusa para no hacer las elecciones y resistir las reacciones internas y externas. Por supuesto que la encontró echando la culpa a Israel y anunciando hace pocos días que no habrá elecciones ni en mayo, ni en julio, ni hasta que él viva. La excusa que dio que no pueden celebrarse elecciones si no hay votación en Jerusalem Oriental es una banalidad. Esta vez ni Hamas lo compró. Elecciones en Jerusalem Oriental hubo en 2006, la última vez, e Israel ahora no había dicho nada al respecto. Sucede que todos, desde la camarilla de Abbas a Hamas, pasando por toda la comunidad internacional, sabían que la Autoridad Palestina no está lista para cumplir lo prometido. Y entre la pandemia y la hipocresía, las reacciones al anuncio de cancelación fueron risueñas, por decir lo menos.

 

“Al Fatah y el Presidente palestino tienen toda la responsabilidad de esta decisión y de sus consecuencias, que representan ni más ni menos que un golpe de Estado a nuestro acuerdo de reconciliación”, emitió Hamas en un comunicado. La Unión Europea se mostró “decepcionada” y Joseph Borrell, Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores exhortó a que se revea la medida cuanto antes y se celebren elecciones “en el menor tiempo posible”. ¿Más declaraciones?. Nada, faltaba más.

Ante la situación creada y el amplio silencio, caben hacerse varias preguntas. ¿Por qué nadie de la comunidad internacional expresó ni lo más mínimo viendo cómo se estructuraban las presuntas elecciones palestinas con criminales confesos como candidatos y con consignas gráficas que no dejaban lugar a dudas que Israel debería desaparecer?

¿Por qué sabiendo este contexto, Israel fue vandalizado hace un mes en el Consejo de DDHH acusándolo de crímenes de guerra por parte de democracias de América Latina y Europa?

¿Cuándo alguna democracia que se precie como tal va a denunciar la corrupción en la Autoridad Palestina de sus dirigentes y gobernantes que ni siquiera respetan la tragedia de la pandemia robándose vacunas que Israel envió a sus médicos para inocularse sólo la “nomenklatura” oficial?

¿Cuándo estarán dispuestos a entender que si realmente quieren que haya un atisbo de paz entre palestinos e israelíes deben empujar a una mesa de negociaciones y no mirar para el costado permitiendo que un criminal como Barghouti pueda creer que puede liderar un Estado Palestino?

El día de la tragedia en el Monte Meron, Mahmoud Abbas envió condolencias a Israel. Abbas, que entrega fortunas a las familias de los terroristas que asesinan civiles israelíes y que él considera mártires, y lo hace con el dinero que llega desde Europa para mitigar la pobreza en la AP, ¿quiere demostrar sentimientos con un pueblo que él mismo paga por asesinar? ¿No sería hora que en lugar de vandalizar a Israel en organismos de la ONU, las democracias de Europa y América Latina intentaran sincerarse y no encogerse de hombros?. Lo mismo vale para todas las democracias en hibernación.

 
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