El 30 de setiembre de 1938 fue firmado el Pacto de Munich entre la Alemania nazi, la Italia fascista y las dos principales democracias europeas, Inglaterra y Francia. Por ese pacto, Checoeslovaquia se vio forzada a entregar el territorio de los Sudetes habitado por una gran minoría alemana, a Alemania. Hoy ese episodio es considerado una vergonzosa capitulación ante la avasallante agresividad de Hitler, pero en su momento fue aclamado por una abrumadora mayoría de la opinión pública mundial. A su regreso de Alemania, luego de la firma del pacto, el Primer Ministro británico, Neville Chamberlain, fue recibido como un héroe en Londres. Para la mayoría del pueblo británico, había salvado la paz en Europa.
El desmantelamiento de Checoeslovaquia pareció un precio aceptable para Gran Bretaña y Francia por conseguir garantías (que pronto se evidenciaron como falsas) de mantenimiento de la paz. Por otra parte, había quejas que parecían legítimas de parte de los habitantes alemanes de los sudetes respecto a sus derechos de autonomía. Y no es que los líderes checoeslovacos no se esforzaran por darles satisfacción. Negociaron incansablemente con su líder, Konrad Henlein, que de hecho era un agente nazi. Pero como escribe el historiador británico J.A.S.Grenville en su libro “A history of the World in the Twentieth Century” “Como Hitler había instruido a Henlein a exigir siempre más de lo que los checos estuvieran dispuestos a conceder, las conversaciones estaban condenadas desde un principio”.
También hoy las democracias del mundo enfrentan a una fuerza totalitaria, el islamismo radical, que consta de numerosas corrientes que tienen un objetivo común : la eliminación de la democracia en el mundo y la creación de un califato islámico en el que los infieles (es decir, los no musulmanes) sean ciudadanos de segunda categoría, sometidos a la autoridad del Islam.
Como primer paso, el país más agresivo y militante del islamismo radical, Irán, una teocracia reaccionaria, que estafó dos elecciones a su pueblo y somete a la oposición a una dura represión, se propone eliminar al Estado de Israel. El guía supremo, el ayatollah Ali Khamenei que tiene en jaque a la opinión pública mundial con sus planes nucleares, no ha ocultado este propósito. Al contrario, una y otra vez, ha repetido sus planes genocidas. Pero así como la mayor parte del mundo no tomó en serio el “Mein Kampf” de Hitler, hoy ignora las reiteradas amenazas del líder iraní.
A diferencia de los nazis, Irán cuenta con dos territorios “sudetes” , Gaza y El Líbano. Tanto Hamas en Gaza como Hezbollah pretenden defender la causa palestina, pero su objetivo real es el poder en el Medio Oriente teniendo como primer paso la eliminación de Israel. Ambos movimientos sojuzgan a sus propios pueblos. De hecho, el Líbano ha dejado de ser un país soberano, sometido a una milicia armada que de hecho controla el gobierno y es financiada y dirigida desde Irán. Hamas impuso un régimen teocrático, que hizo trizas los ideales de la Revolución Francesa, condenados por anti-islámicos en su Carta constitutiva.
Así como los alemanes de los “sudetes” se quejaban amargamente de la discriminación checa, los islamistas radicales atribuyen todos los males del mundo a la ocupación israelí. Pero en el momento de negociar, utilizan la táctica que Hitler le dictó a Henlein : exijan lo que saben que su contraparte no les puede dar. Varias veces los palestinos rechazaron generosas concesiones israelíes destinadas a posibilitar la creación de un estado.
Pero así como el mundo en 1938 no supo qué hacer con Hitler, hoy parece no saber que hacer con Khamenei. Por lo tanto parece haber encontrado una solución :tolerar la checoeslovaquización de Israel. Entregarla de pies y manos al radicalismo islámico, cuestionando su derecho a defenderse.
Es en este contexto que deben verse las crisis crónicas creadas a Israel por sus indeseables vecinos, Hamas en el Sur y Hezbollah en el Norte(2006, guerra lanzada por Hezbollah contra la voluntad del gobierno libanés en 2006, y 2008,2012, 2014 y 2021 guerras iniciadas desde Gaza y provocadas por iniciativa de Hamas, en ambos casos con el apoyo, financiación y armamentos de Irán).
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( Este es una versión actualizada de un artículo publicado originariamente en el año 2010 en el diario “La República” de Montevideo. Decididamente en el lapso transcurrido desde entonces se ha cumplido con la vieja consigna del conde de Lampedusa “Todo cambia para seguir igual”)
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