Helene Mayer
En estos días el mundo asiste al espectáculo de unos Juegos Olímpicos distintos a cualquiera anterior por algunos detalles nada menores que es la primera vez que se dan, entre ellos la retirada voluntaria de la mayor atleta femenina actual, Simone Biles (y no por problemas que afecten a su rendimiento físico). Por otra parte, dos judocas musulmanes (representantes de Sudán y Argelia) se negaron a combatir con oponentes israelíes, algo similar a lo que impusieron en 2019 a Saeid Mollaei las autoridades iraníes para no enfrentar a un israelí en el Campeonato Mundial. El deportista decidió exiliarse y, al ganar el oro olímpico para su nuevo país (Mongolia), agradeció a Israel por su buena energía e incluso le dedicó su medalla. Gente que pierde por ganar y gana por perder.
Uno de los ejemplos más desgarradores de esta paradoja se produjo durante las Olimpiadas de Berlín de 1936. Como era lógico tras tres años en el poder y la promulgación de las leyes antisemitas, se excluyeron de la delegación alemana a todos los judíos. Bueno, a casi todos, porque la esgrima femenina contaba con una judía, dos veces campeona olímpica, huida de Alemania pero con su familia encerrada en un campo de concentración, lo que supuso el chantaje perfecto para que Helene Mayer participara, ganara la medalla de plata e incluso hiciera el saludo nazi en el podio. Por supuesto, Goebbels había ordenado censurar cualquier información sobre su origen judío. Me pregunto si ese segundo puesto no era sino la mínima venganza que pudo asumir en la tremenda situación de presión que tuvo que soportar para salvar a los suyos. Acabados los juegos y salvados los suyos, volvió a su exilio en EE.UU. hasta un año antes de su muerte a los 43 años de edad, cuando volvió a Alemania para casarse con un viejo amigo de juventud.
La sociedad actual suele recordar y endiosar a los “primeros”, y condenar al olvido a los “mejores”, que muchas veces se mantienen en puestos destacados cerca de la cabecera durante más tiempo. En el plano musical español, por ejemplo, la ganadora de la primera edición del concurso Operación Triunfo fue Rosa López, pero el éxito de los que ocuparon algunos de los puestos inferiores fue mucho más notable, por ejemplo, David Bisbal. En el mundo de la literatura cada año se conceden premios Nóbel que no llegan al reconocimiento internacional de un Jorge Luis Borges, varias veces nominado pero nunca galardonado, a pesar de su longevidad.
No estamos diciendo que es preferible ser el peor que el mejor, ya que ambos son “primeros” en lo suyo, según se mire la clasificación. Los mejores son los que aguantan y no se rinden por no estar en el pedestal más alto, sino con los pies en el suelo y la realidad, intentando mejorar cada día. Por ejemplo, el pueblo judío no fue una nación dominadora por mucho tiempo, sino que supo aprender a sobrevivir bajo el dominio de muchos otros pueblos que se han esfumado de la historia. Porque su aspiración siempre ha sido ser mejores. No primeros.
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