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| martes diciembre 17, 2024

Alta tecnología: el cambio de enfoque del Shin Bet

La apuesta por la alta tecnología fue clave para encontrar a los seis terroristas palestinos que se habían fugado de la cárcel. El cambio de perspectiva interno, las estrategias de reclutamiento y el rol del servicio de inteligencia durante la pandemia de coronavirus.


A lo largo de sus décadas de existencia, la principal área de especialización del Shin Bet fue la inteligencia clásica y humana: un agente encubierto que se infiltra en una organización terrorista, un coordinador que se reúne con un colaborador, una persona que escucha llamadas telefónicas y alimenta archivos antiterroristas.
Hasta hace pocos años la tecnología del servicio de inteligencia estaba diseñada para ayudar a la vigilancia humana y satisfacer necesidades técnicas de operaciones antiterroristas. Por ejemplo, el teléfono con un explosivo adherido que llegó a manos de Yahya Ayyash, considerado el “ingeniero” que fabricaba bombas para Hamás, y que se detonó para su asesinato en 1996.
El operativo para atrapar a los terroristas palestinos que escaparon de la prisión de Gilboa es el último ejemplo de cómo la tecnología gana terreno entre los recursos del Shin Bet. La organización está convencida de que el futuro de la inteligencia preventiva está en la cibernética y la alta tecnología.

Shin Bet

Reunión del primer ministro Bennett con miembros del Shin Bet, en medio de la búsqueda de los terroristas que se fugaron de una cárcel israelí.
(Ynet)
Ya sea para frustrar ataques terroristas o ciberataques, dañar las capacidades de países o ejércitos terroristas como el de Hezbollah, la Big Data, la inteligencia artificial y el aprendizaje automatizado son las áreas en las cuales el Shin Bet tiene pensado invertir en los próximos años. Una de las principales razones de esta estrategia es que permite reducir el margen de error que pueden derivarse de la inteligencia y métodos de investigación clásicos, y de las tecnologías tradicionales como las escuchas telefónicas.
La visión actual de la organización se resume en “anticiparse en cualquier momento y lugar”. Para frustrar un ataque cibernético desde una tierra lejana, uno debe “estar allí” antes de que se ponga en marcha. Y para evitar a la distancia que el terrorismo salga de Gaza, se necesita tecnología que no había estado al alcance del Shin Bet hasta hace unos años.
Los agentes terroristas actuales son cautelosos y no se comunican a través de teléfonos, u otros medios de comunicación convencionales. Inclusive Hamás, y por supuesto que Hezbollah y sus patrocinadores iraníes también, recopilan información de inteligencia de otra manera e intentan perpetrar ciberataques. El Shin Bet debe proteger contra el espionaje y prevenir o detener ciberataques a infraestructuras estatales vitales. Y para eso debe anticiparse, también en su incursión al mundo de la alta tecnología.
Ya sea para frustrar ataques terroristas o dañar a ejércitos terroristas como el de Hezbollah, la Big Data, la inteligencia artificial y el aprendizaje automatizado son las áreas en las cuales el Shin Bet tiene pensado invertir en los próximos años.
Un ejemplo sobre la manera de tratar un problema desconocido a través de la alta tecnología fue la manera en que las FDI y el Shin Bet actuaron ante la ola de “ataques terroristas solitarios” que sufrió Israel en 2015. El uso ágil de la Big Data permitió monitorear miles de publicaciones en redes sociales, detectar aquellos mensajes que anunciaban intenciones de atacar, identificar la verdadera identidad y la dirección de los terroristas, e iniciar acciones preventivas en cuestión de minutos.
El Shin Bet no abandonó los métodos tradicionales en el terreno. El objetivo es que las últimas tecnologías permitan potenciar y expandir las capacidades de inteligencia. Recientemente el personal de alta tecnología del servicio se integró a las divisiones que operan dentro de las unidades geográficas.
Además, más de una cuarta parte de los empleados del Shin Bet son expertos en tecnología o reclutadores comprometidos con la “caza de talentos” tecnológicos para la organización. Existe un interés particular en atraer a un pequeño número de expertos tecnológicos, creativos y excepcionales, y en busca de ese objetivo los salarios se ajustan a los altos estándares del mercado privado.
Sumado al dinero, el Shin Bet le ofrece a estos grandes talentos capacitaciones y áreas de especialización que difícilmente encontrarán en el mercado privado. Es cierto que muchos de ellos se irán a los pocos años de servicio, pero en ese tiempo la organización ya habrá reclutado otras mentes frescas y brillantes para reemplazarlos.
La excelente mano de obra es un componente que se suma a una cultura organizacional que fomenta la creatividad y la apertura de pensamiento. Para eso, el Shin Bet cuenta con una plataforma de red social interna en la que todos los miembros del servicio, sin excepción, pueden expresar sus opiniones, sugerencias y críticas.
Dentro de la organización muchos consideran que Nadav Argaman, el jefe saliente del Shin Bet, en sus cinco años en el cargo puso demasiado énfasis y presupuestos en el desarrollo tecnológico, a expensas de las unidades de inteligencia tradicional. Esos críticos afirman que la inteligencia clásica fue y sigue siendo la ventaja comparativa del Shin Bet, la que le otorgó reputación regional y mundial, mientras que en el campo tecnológico los rusos y los chinos probablemente estén más avanzados que Israel.
Otro problema es que la alta tecnología crea tentaciones para que sus usuarios cometan violaciones éticas a los derechos humanos y la privacidad. La información es una gran palanca para conseguir objetivos personales o políticos. Por eso el poder de acceso a la información de los miembros del Shin Bet crea un dilema y un vacío legal que requiere atención.
En el Shin Bet son conscientes del problema y toman medidas para prohibir explícitamente el uso de poder e información para fines que no sirvan directa y claramente a la seguridad del Estado de Israel. La supervisión de esta cuestión depende de la Knesset y de la Oficina del Fiscal del Estado.
Un ejemplo de esto fue la asistencia tecnológica que otorgó el Shin Bet al Ministerio de Salud para cortar cadenas de contagios de coronavirus. La organización facilitó a las autoridades sanitarias los números de teléfono de las personas que habían estado cerca de los casos confirmados de COVID-19. Según estimaciones del Shin Bet, esta información evitó el contagio de unas 100 mil personas.
 
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