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| miércoles abril 24, 2024

VAIETZÉ 5782


B’H

Génesis 28:10-32:3

Iaakov deja su lugar de nacimiento en Beer Sheva y viaja a Jaran. En el camino se encuentra con “el lugar” y duerme allí, soñando con una escalera que conecta el cielo con la tierra, y con ángeles subiendo y descendiendo por ella; Di-s se le aparece y promete que la tierra sobre la cual está acostado será dada a sus descendientes. Por la mañana, Iaakov eleva la piedra sobre la cual apoyó su cabeza como un altar y un monumento, prometiendo que será la casa de Di-s.

Iaakov se queda en Jaran, donde trabaja para su tío Laban, cuidando sus ovejas. Laban concuerda en darle su hija menor, Rajel, a quien Iaakov ama, para casarse con ella, como paga por siete años de trabajo. Pero en la noche del casamiento, Laban le entrega a la hija mayor, Lea, un engaño que Iaakov sólo descubre a la mañana. Iaakov se casa con Rajel también, una semana más tarde, luego de aceptar trabajar siete años más para Laban.

Lea tiene seis hijos, Rubén, Shimón, Levi, Iehuda, Isajar y Zvulún, y una hija, Dina, mientras que Rajel es estéril. Rajel le da a Iaakov su sirvienta, Bilá, para tener hijos con ella para Rajel, y dos hijos más, Dan y Naftalí, nacen. Lea hace lo mismo con su sirvienta, Zilpá, de quien nacen Gad y Asher. Finalmente, las plegarias de Rajel son respondidas y nace Iosef.

Iaakov ya estuvo en Jaran por catorce años y desea retornar a su casa, pero Laban lo convence de quedarse, ofreciéndole sus ovejas como paga por el trabajo. Iaakov prospera, a pesar de los repetidos intentos de Laban por arruinarlo. Luego de seis años, Iaakov deja Jaran a escondidas, temiendo que Laban no le permitiría irse con la familia y riquezas por las cuales había trabajado. Laban y Iaakov hacen un pacto en el Monte Gal-Ed, y Iaakov continúa viaje hacia la Tierra Santa, donde es encontrado por ángeles.

 

ÁNGELES QUE SUBEN, ÁNGELES QUE BAJAN

 

Sabemos que los ángeles son seres celestiales, y como tales su morada está en los cielos.

Sin embargo en nuestra parashá se nos narra el sueño de Iaakov, en el que ve una escalera cuyo pie está en la tierra y llega hasta el cielo, hasta el trono mismo de Di-s y ¡¡¡ángeles que suben por ella y descienden!!! Lógicamente tendría que haber sido al revés, o sea ángeles que descienden y luego ascienden.

Una de las explicaciones es que los ángeles que subían hasta el Trono Divino eran las plegarias de Iaakov y los que descendían eran la respuesta a esas plegarias.

Si nosotros somos sinceros en nuestra fe y nos dirigimos al Creador de todo corazón, también mereceremos que nuestras plegarias asciendan como los ángeles de Iaakov hasta el Trono Divino, y la respuesta a esas plegarias no se hará esperar, descendiendo raudamente como los ángeles del sueño de nuestro Patriarca.

 

Unir mundos

Por Tali Loewenthal

 

El sueño de la escalera de nuestra parashá ha cautivado la imaginación de la gente durante miles de años. Iaakov, el ancestro del pueblo judío, viajaba muy lejos de casa. Se puso el sol, él se acostó, durmió y soñó con una escalera que unía al cielo con la tierra.

La perspectiva básica del judaísmo entiende que la “tierra”, es decir lo práctico, la vida material y todo lo que implica, y “el cielo”, la espiritualidad y la santidad, tienen una estrecha conexión.

En cada área de actividad, tenemos la oportunidad de expresar esta conexión. Los detalles materiales de la ley judía otorgan la guía para alcanzar este objetivo.

Por ejemplo, el Zohar nos dice que la escalera del sueño de Iaakov simboliza la plegaria. Como la escalera, orar nos ayuda a alcanzar el cielo desde la tierra. Es el medio que tenemos todos los individuos para conectarnos con Di-s.

El servicio de plegarias tiene diferentes secciones. En el servicio matutino está la parte preliminar de las plegarias, luego el Shemá, luego la Amidá. Son distintas etapas, como los peldaños de una escalera. Durante el servicio la persona escala más y más arriba, y está cada vez más cerca de Di-s. El escalón más alto es la plegaria de la Amidá, en la que se está en presencia inmediata de Di-s, como en la sala del trono, y se le habla a Él de manera directa.

Según esta interpretación, los ángeles que suben la escalera en el sueño de Iaakov representan las palabras de las plegarias. Las palabras que salen de nuestros labios y de nuestros corazones se elevan hacia Di-s. Llevan consigo un poco del resplandor de nuestras almas: nuestros sentimientos de amor y dedicación.

Los ángeles que bajan la escalera son los mensajeros de Di-s que llevan la bendición Divina a quien ora, a su familia, a la comunidad, al pueblo judío y a todo el mundo.

Luego de tener el sueño de la escalera, Iaakov afirmó el vínculo entre otra versión de estos dos mundos. Un mundo es el del éxito personal material. El otro es el sagrado. ¿Cómo es posible unirlos?

Iaakov dijo a Di-s: “de lo que sea que me des, te daré un décimo” (Génesis 28:22). Al donar una parte de sus ingresos a caridad, Iaakov se aseguraba de que toda su riqueza estuviera teñida de santidad, porque cada cien piezas de plata que ganaba, usaba diez piezas de plata con fines sagrados. Así es como se unen los dos mundos, el material y el sagrado, como el cielo y la tierra.

A lo largo de los años, los judíos han tratado de seguir el ejemplo de Iaakov y donar un décimo de sus ingresos a caridad. Esta práctica ha sido un factor fundamental en la preservación del ideal judío, tomado del sueño de Iaakov: buscar, en todos los aspectos de la vida, ya sea en las plegarias o en la oficina, la unión entre el cielo y la tierra. (www.es.chabad.org)

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