En las últimas semanas se produjeron discusiones en el sistema de seguridad israelí sobre los recientes atentados, la mayoría de ellos en la zona de Jerusalem, y hasta ayer todas las partes coincidían en que no se trataban de acciones organizadas y por lo tanto era incorrecto definirlos como una “oleada de terrorismo”.
Todos los funcionarios involucrados entendieron que la incitación en redes sociales no es una razón sólida, ya que hubo que soportar días mucho más duros en las redes. Pero el atentado del jueves a la noche en Homesh, un asentamiento israelí en el norte de Judea y Samaria, ya es un episodio más difícil y grave en función de sus consecuencias.
El asesinato de Yehuda Dimentman, un israelí de 20 años, es producto de una planificación anticipada y profesional de un escuadrón, que contaba con armas de fuego y supo de qué manera atacar para escapar rápidamente del lugar. Es una célula terrorista que, por sus características, recuerda a las actividades de Hamás expuestas en varias regiones del territorio, desde Ramallah hasta Jenin, a partir de instrucciones directas del liderazgo de Hamán en Turquía.
El escuadrón terrorista será capturado tarde o temprano, pero el atentado demuestra que el operativo de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) para desmantelar la infraestructura de Hamás en Cisjordania no fue suficiente, y que la cortadora de césped debe seguir funcionando para erradicar células terroristas.
El tratamiento de la amenaza de Hamás en la Franja de Gaza es diferente al de Judea y Samaria. Las FDI creen en una estrategia que derivó en siete meses de calma en la arena sur, desde la operación Guardián de los Muros en mayo, el período de tranquilidad más extenso posterior a una escalada militar en Gaza.
El asesinato de Yehuda Dimentman, un israelí de 20 años, es producto de una planificación anticipada y profesional de un escuadrón, que contaba con armas de fuego y supo de qué manera atacar para escapar rápidamente del lugar.
Israel aumentó el permiso de ingreso de trabajadores palestinos de Gaza a un máximo de diez mil personas por día, y se estima que esa cifra pronto podría crecer. Se trata de una política que sostiene que la economía gazatí debe fortalecerse para que los palestinos comprendan el precio de una pérdida, tanto para la población como para el liderazgo de Hamás. El lema es que algo se debe dar, para que la otra parte se vea disuadida de no perderlo.
Los 10 mil comerciantes palestinos de Gaza que trabajan en Israel cambiaron parte de la realidad del enclave. Cada una de estas personas ayuda directamente a decenas de miembros de sus familias que se ganan la vida con dinero que ingresa desde Israel. Se trata de decenas de millones de shekels mensuales que impulsan la economía de Gaza y mejoraron sensiblemente la situación socioeconómica, en comparación a las vísperas de la operación Guardián de los Muros.
La entrada de comerciantes de Gaza a Israel no está libre de riesgos y crea desafíos de seguridad. La situación requiere que el sistema de defensa realice diagnósticos a fondo sobre cada una de estas personas y utilice herramientas tecnológicas avanzadas para monitorear sus actividades. Es un esfuerzo posible y un riesgo calculado que Israel asume, en vista del beneficio que trae.
En función de ese riesgo, ayer el servicio de inteligencia interior Shin Bet arrestó a dos personas en Jaffa, al sur de Tel Aviv, bajo sospecha de espionaje. Uno es Hussein Biyari, de 30 años, ciudadano israelí con familiares en la Franja de Gaza. El otro es Muhammad Ahmad, de 33, gazatí con permiso comercial para ingresar a Israel. Ambos están acusados de haber sido reclutados por agentes de Hamás para comprar un teléfono celular e instalar un software que permite transmitir mensajes instantáneos. Según las sospechas, los detenidos recibieron órdenes de localizar y fotografiar posiciones del sistema de defensa antiaérea Cúpula de Hierro.
Desde Judea y Samaria cada día ingresan a Israel alrededor de 100 mil palestinos con permisos para trabajar. En Jerusalem entienden que siempre existe el riesgo de seguridad de que uno de esos trabajadores se desvíe del camino y aproveche el permiso de ingreso para operar en favor de Fatah. La pregunta que se hacen por estas horas en el sistema de defensa es si esta estrategia a largo plazo no está construida sobre la base de una única amenaza potencial.
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