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| jueves marzo 28, 2024

Cumbres con altura de mesetas


En 1994 el entonces presidente de Estados Unidos, William Clinton, tuvo la iniciativa de crear un marco dentro de las Américas para diseñar y construir una gran zona de libre comercio. La utopía se llamó Cumbre de las Américas, y Clinton reunió a los jefes de Estado en Miami para promover la idea.

A partir de entonces hubo Cumbres en Bolivia (1996), Chile (1998), Canadá(2001),Monterrey(2004),Mar del Plata (2005),Trinidad y Tobago (2009),Colombia(2012),Panamá (2015),Perú (2018), y ahora, después de la pandemia, está convocada en Los Ángeles, Estados Unidos, en junio.

Siempre han participado los 35 países de las Américas, a pesar de que en 2001 se aprobó la Carta Democrática, y se suponía que desde entonces se iba a respetar que sólo participaran países gobernados por democracias. Lejos de ello, vimos personalmente en 2005 en Mar del Plata, cómo se destruyó hasta la mínima formalidad cuando Chávez aullaba en el estadio de fútbol que pusieron a su disposición que la iniciativa de Clinton allí se iba a sepultar, y no sólo él aullaba sino que fue patrocinado y aplaudido por los Castro, Evo Morales, Rafael Correa, Daniel Ortega, Lula, Dilma Rousseff, y todo ello con el beneplácito del gobierno anfitrión, mientras Mar del Plata era saqueada por turbas que convirtieron la noche inaugural de una Cumbre de barro en destrucción, robos, y violencia.

Igual se siguió insistiendo. Obama llegó al poder y creyó y le hicieron creer sus asesores que la idea original de Clinton no debía ser abandonada, así que se convocó a la Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago en 2009. Obama anunció que iba con mente abierta, así que incautamente escuchó la letanía de una hora y media de Raúl Castro; otra hora y media de Daniel Ortega y su mano que quería extender amistosamente, la tuvo que utilizar para cubrir los bostezos. Pero eso no fue lo peor.

Históricamente estas cumbres han servido lamentablemente de tribuna a los jefes de estado que entienden cómo manipular el momento. Y en la cumbre del 2009 en Trinidad y Tobago, el ejemplo de farsa se produjo cuando Hugo Chávez, en un desplante muy calculado aprovechó un instante antes de la ceremonia inaugural, para delante de los mandatarios latinoamericanos, del Rey de España y toda la prensa continental e internacional, regalarle al presidente Barack Obama el libro “Las venas abiertas de América Latina” del fallecido uruguayo Eduardo Galeano, que es considerado un clásico del pensamiento de izquierda antiimperialista latinoamericana.Chávez se acercó a Obama y le dijo: “Con esta misma mano hace ocho años yo saludé a Bush. Hoy quiero ser tu amigo”. Ambos mandatarios estrecharon las manos y Obama recibió entre sonrisas el obsequio, dándose cuenta ahí en ese mismo momento, que había sido usado, mientras Chávez sonreía como si hubiera hecho un gol importante en un partido trascendente.

Claro, Obama no sabía que el libro de Galeano es icónico para dictaduras y su valor académico es un chiste. Tampoco sabía que Galeano escribió extensos artículos sobre lo que él denominaba “la rapacidad del imperio” refiriéndose a Estados Unidos mientras escribía loas en poemas y narrativas sobre los Castro, su dictadura y sus asesinatos. Tampoco sabía Obama que Galeano escribía sobre Israel y dejó para la posteridad pensamientos como: “Desde 1948, los palestinos viven condenados a humillación perpetua. No pueden ni respirar sin permiso. Han perdido su patria, sus tierras, su agua, su libertad, su todo. Ni siquiera tienen derecho a elegir sus gobernantes. Cuando votan a quien no deben votar, son castigados”. Galeano quería superar hasta la carta constitutiva de Hamas y las proclamas de Irán. Por supuesto, esa Cumbre volvió a demostrar que una idea ingenua, aunque propositiva no podía funcionar si la mitad de la región nadaba entre aguas dictatoriales o populismos nostálgicos de Mussolini.

A pesar de que ningún latinoamericano tiene idea en que mejoró su vida (si es que no empeoró) por la existencia de la Cumbre de las Américas, el presidente Biden consideró necesario convocarla y en forma presencial. Creyó (cuando hace varios meses hizo la convocatoria) que plantear el dominio económico de China en la región, la crisis agudizada día a día de los migrantes eran por lo menos dos temas que debían ser debatidos a nivel presidencial. Y, además, hace 3 meses se agregó la invasión rusa a Ucrania. Asimismo, hace 10 años, los empresarios, los jóvenes y la sociedad civil empezaron a intentar hacer lo único tangible en estas Cumbres. Todos ellos con reuniones previas a la presidencial, lograron, en particular los empresarios, encontrarse en un foro que ha permitido no sólo verse las caras sino sentar bases para convenios prácticos. Muy poco, pero algo al fin. Los avances tecnológicos dan hoy más posibilidades de borrar fronteras y de ampliar el alcance de lo que se fabrica y se cultiva en el continente. Esto amplía las posibilidades de aumentar la producción en los países, y de desarrollar clientes en lo que podría convertirse en un mercado común.

Pero otra vez la política está llevando a la Cumbre a la meseta por la que ha transitado en estas décadas. Estados Unidos, como anfitrión debe invitar. Y haciendo uso de la Carta Democrática, anunció que no convocará a tres dictaduras: Cuba, Venezuela y Nicaragua. Pero en la región hay más de tres dictaduras, aunque tengan otros nombres.

Elpresidente de México amenaza con no concurrir (porque apoya dictaduras) y pretende arrastrar con él a varios más. Los 15 países del CARICOM (Caribe) están dudando entre la conveniencia o no de desairar a Estados Unidos (todo muy principista); Bolivia muestra sus fauces desde una pátina de elecciones democráticas que ha entronizado a una autocracia; y en suma, lo que está a la vista es la realidad que muchos no quieren ver pero que ante la inminencia de tener que pronunciarse ante un evento, rompe los ojos: las Américas están divididas duramente. No hay acuerdo en el gigantesco tema de los migrantes, las dictaduras se sienten sólidas, las democracias, que son pocas, salvo Estados Unidos y Canadá, se sienten débiles, desprotegidas y agredidas por la intolerancia y violencia de las dictaduras y de quienes las apoyan, que son capaces de culpar a Zelensky por ser invadido y sonreírle a Putin.

La Cumbre se reunirá. Y emitirá una declaración. Y no habrá acuerdo sobre la barbarie rusa. China seguirá primando comercialmente sin impedimentos por toda la región. Y los migrantes, en medio de su tragedia, ni se enterarán de que hubo algo llamado Cumbre. Como escribió un periodista de Los Ángeles Times hace pocos días: ¿Comovan estas cumbres a emitir resoluciones aplicables lo mismo para Canadá, que, para Chile, o para Ecuador igual que para Panamá, o para Colombia igual que para México? Mientras no exista una uniformidad de condiciones básicas en los países la gente del continente seguirá teniendo razón en seguir preguntando. ¿Y a mí, que me va en la Cumbre de las Américas? Nada que nosevite el aumento de dictaduras, nada que impida cifras de desigualdad comparables a África, y, seguro, más millones de migrantes sin hogar y sin patria.

 
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