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| martes marzo 19, 2024

SHELAJ 5782


B’H

Números 13:1-15:41

Moshé envía doce espías a la Tierra de Canaan. Estos vuelven cuarenta días después, cargando un enorme racimo de uvas, una granada y un higo, para reportar sobre una exuberante y bondadosa tierra. Pero diez de los espías advierten que los habitantes de la tierra son gigantes y guerreros «más poderosos que nosotros»; sólo Caleb y Ieoshúa insisten en que la tierra puede ser conquistada, como Di-s indicó.

La gente llora diciendo que prefieren volver a Egipto. Di-s decreta que la entrada de Israel a la Tierra debe ser demorada por cuarenta años, tiempo durante el cual la generación entera fallecerá en el desierto. Un grupo de judíos arrepentidos se abalanza sobre la montaña en el borde de la Tierra pero son rechazados por los Amalecitas y los Cananitas.

Son entregadas las leyes de Menajot (ofrendas de harina, vino y aceite), así como el precepto de consagrar parte de la masa (jalá) a Di-s cuando se hornea pan. Un hombre viola el Shabat cuando carga ramas y es castigado con pena capital. Di-s instruye poner flecos (Tzitzit) en las cuatro puntas de las vestimentas para recordar la observancia de las Mitzvot (preceptos Divinos).

¡¡¡NO ES ESA LA MISION!!!

 

Es muy lindo y cómodo vivir en un lugar en que todo está servido. No preocuparse por la comida, por la ropa, por un posible ataque de enemigos. Sólo dedicarse al estudio y al crecimiento espiritual.

¿Pero realmente es eso lo que Di-s quiere? ¿Acaso debemos aislarnos del mundo? ¿O debemos salir y, en vez de elevarnos nosotros solos, elevarnos junto con ese mundo que nos rodea?

Cuando los espías volvieron con el informe negativo acerca de la Tierra de Israel, lo hicieron pensando que la misión del pueblo judío era seguir viviendo en el desierto, estudiando la Torá y dependiendo del maná, el pozo de Miriam y las nubes de gloria.

Y ese fue su error. Di-s quería que el pueblo de Israel entrara a la Tierra Prometida, y a través del esfuerzo físico la santificara. Él quería que se cumplieran mitzvot como el diezmo de las cosechas y rebaños, los bikurim (primeros frutos), pea (el rincón del campo), etc.

Sólo Ieoshúa y Caleb comprendieron la verdadera intención de Di-s. No debemos aislarnos del mundo exterior, sino involucrarnos en él y santificarlo.

 

El Talit Según la Cábala

¿Pero cómo puede un ser humano limitado y finito, conectarse a un Di-s infinito e ilimitado?

Por Aron Moss

 

La idea principal de la plegaria judía es conectarse con Di-s. ¿Pero cómo puede un ser humano limitado y finito, conectarse a un Di-s infinito e ilimitado? Realmente, debería ser imposible. Pero Di-s quiere relacionarse con nosotros, por lo tanto Él se «limitó». Hizo esto al expresarse Él mismo en la creación. El mundo en que vivimos realmente es una expresión de Di-s, como una pieza musical es una expresión del músico que la compuso, y una pintura es la expresión del pintor, así también este mundo y todo en él es la obra de arte de Di-s. Nosotros no podemos ver a Di-s pero podemos ver Su creación. Al mirar una pintura o escuchar una canción podemos percibir algo acerca de quién es el artista, al observar la belleza de este mundo, su complejidad y sus ritmos podemos empezar a apreciar Di-s.

Pero (y este es un pero grande) aunque la creación exprese a Di-s, nunca podría expresar Su verdadera esencia. Tan hermoso como es el mundo, es sólo un fragmento insignificante de la verdadera sabiduría de Él. Y ahí es donde Di-s es muy diferente de un artista. Para realmente expresarse, el artista tiene que poner toda su concentración, esfuerzo y creatividad en su trabajo. Pero para Di-s, expresarse es exactamente lo contrario—Él se limitó, se rebajó a hacer un mundo físico. Sería como el talentoso músico que tiene que escribir un pegajoso jingle sobre el yogur para un anuncio de radio. ¿Expresa eso su genio? ¡No! ¡Más bien, expresa su paciencia! De manera similar, Di-s no necesitó invertir «esfuerzos» para crear semejante mundo asombroso. El único esfuerzo estuvo en «limitarse» para poder crear esta existencia finita.

El talit tiene dos partes – el manto mismo y los tzitzit o cordeles. El manto rodea nuestro cuerpo, y los cordeles cuelgan de él. Ellos representan los dos aspectos de Di-s, y su forma de relacionarse con nosotros .El manto representa la esencia de Di-s, que nos supera en extremo y no podemos alcanzarla, por ello el manto nos cubre. Los pequeños cordeles que cuelgan de las puntas son sólo una diminuta fracción de Su ser, aquella porción que podemos experimentar.

No importa cuán sagrados nos sintamos, Di-s es infinitamente más santo. Esto es el talit que nos envuelve. Pero no importa cuán impío nos creamos, Di-s baja hacia nosotros y nos pide que hablemos con Él. Estos son los tzitzit que cuelgan para que nosotros los tomemos y besemos.

Necesitamos tener esto en mente cuando rezamos, por eso usamos talit. (www.es.chabad.org)

 

«A No Desviarse de la Verdad»

 

Cuando Moshé envió a los espías a la Tierra de Israel, cambió el nombre de Hoshéa Bin Nun a Ieoshúa. De esta manera agregó el nombre de Di-s a su nombre, haciéndolo con el sentido que explica Rashi: pidió por él: I-á te salve del consejo de los ‘espías’.

De este suceso se ve, que ya en esta etapa Moshé temía de las consecuencias negativas de esta misión. Sin embargo, en el momento de ser enviados, los espías eran personas probas y correctas, tal como la Torá da testimonio de ello: «eran todos hombres», que significa, como Rashi explica: «En ese momento eran casher«- poseedores de la conducta adecuada.

Esta pregunta nos lleva a un interrogante más esencial: ¿cómo es posible que estas personas, todas elegidas por el propio Moshé Rabeinu, se dieran vuelta de un extremo al otro, hasta rebelarse contra Hashem y proclamar: «no podremos subir hacia ese pueblo… puesto que es más fuerte que nosotros»?

La explicación del tema se entenderá a partir de marcar el término con el cual los espías son llamados en nuestra Parashá– se identifican como ‘turistas’ y no como ‘espías’. Moshé no los envió para llevar a cabo espionaje de la tierra, sino a ‘viajar’ por ella y visitarla. La diferencia entre el espía y el turista es que el espía debe hacer uso de su inteligencia y picardía, urdir ardides y encontrar medios astutos para descubrir la información requerida sin ser descubierto. A diferencia de ello, el turista sólo se traslada y viaja por la tierra, la observa y analiza sin ardides ni tretas.

Moshé Rabeinu fue cauteloso en indicar que la misión se limite a «viajar por la tierra de Canaan», observarla y luego relatar lo visto ahí. No quiso que se conviertan en ‘espías’, puesto que para ello debe ponerse en movimiento la astucia y la picardía, y ahí es posible desbarrancarse de caída en caída.

Pero cuando los doce enviados se reunieron previo a su salida al camino, Moshé percibió que ellos se veían a sí mismos como ‘espías’, y ya comenzaban a urdir planes y deliberaban para analizar y sacar conclusiones, etc. Esto generó preocupación en Moshé, y por ello ya en esta etapa de la misión rezó por su alumno Ieoshúa, «que Di-s te salve del consejo de los espías», del propio análisis y de las deliberaciones.

Es verdad que «en ese momento eran casher«- hombres probos, y ni se les ocurría pecar e incitar al pueblo a no subir a la Tierra de Israel, pero el solo uso de ardides y planes de astucia ya encendía una alarma de las consecuencias negativas que pudieran tener lugar a continuación.

Más aun: una de las cualidades identificatorias propia de Moshé era la verdad, como dijeron nuestros Sabios: «la verdad- eso se refiere a Moshé». Para ser un delegado de Moshé- el enviado de la persona es cuál ella misma- se requiere del enviado que no se desvíe un ápice de la cualidad de la verdad. En el instante en que los espías se desviaron en lo más mínimo y en lugar de ser ‘turistas’ se convirtieron en espías’ (sinónimo de artilugio opuesto a la verdad clara y abierta), perdieron el poder de quien los envió.

Sólo Ieoshúa y Caleb, que no se dejaron seducir por los consejos de los ‘espías’, permanecieron en su carácter de «enviados de Moshé». Este fiel apego a la cualidad de la verdad los protegió de desviarse del objetivo de su misión, y por lo cual proclamaron: «la Tierra es muy pero muy buena», y llegaron a ser meritorios de entrar en la Tierra y «tomaron la parte de la tierra que les correspondía a los demás espías, ocupando su lugar para la vida». (www.es.chabad.org)

 

 
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