Los últimos acuerdos alcanzados entre Israel y distintos países árabes entre 2020 y 2022, permiten reconfigurar un nuevo sistema de alianzas desanclado de la cuestión palestina y construido para resistir a la pretensión hegemónica regional de Irán, el recuerdo vivo del Imperio Persa.
La no tan nueva percepción de amenaza
La histórica tensión latente entre árabes y persas y el cisma hacia adentro del islam, entre chiitas y sunnitas, se reconfigura hacia un nuevo capítulo. La República Islámica de Irán, en jaque por las persistentes protestas desde la muerte de Mahsa Amini en manos de los cuerpos de la Policía Moral, continúa desarrollando un expansionismo regional con características singulares:
Primero, una política exterior disruptiva, revisionista y expansiva con su programa nuclear que es objeto de un incremento de las sanciones desde el 2006 cuando las medidas del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas se complementaron con las medidas unilaterales tomadas por Estados Unidos. La posibilidad de que Irán se haga con las armas de destrucción masiva implica, a priori, un aumento considerable en la posibilidad del efecto contagio nuclear en la región y un reacomodo en la política de alianzas en función del paradigma realista de poder. Para los países árabes, especialmente los del Golfo, un expansionismo nuclear iraní representa un peligro convincente.
Segundo, la disputa entre musulmanes sunnitas y chiitas, que lejos de ser una confrontación netamente religiosa, se traduce constantemente en una disputa estratégica por el control de los nodos energéticos de la región: los estrechos de Ormuz y Bab El Mandeb, en constante tensión por los ataques desde Yemen en manos de los Hutíes, una facción patrocinada por Irán y enfrentada con la coalición liderada por Arabia Saudí.
Este rasgo de sostenimiento a actores no estatales es una característica propia que lo diferencia de su principal rival, Arabia Saudí. Mientas que la Casa Saúd se enfatiza en un acercamiento con estados nacionales regionales y extra regionales, como Estados Unidos o Israel, el gobierno de Teherán hace lo propio afianzando su vínculo táctico con Hezbollah o Hamas, en Gaza.
Dentro de la política exterior de Irán, el proyecto latente de una consolidación de la medialuna chiita que los unifique con aquellas poblaciones chiitas en Oriente Medio es otro de las graves amenazas percibidas por los líderes árabes. La posibilidad de que Irán penetre en las sociedades chiitas es una percepción de amenaza constante: Bahréin cuenta con una población mayoritariamente chiita, pero gobernada por una clase dirigente sunnita.
Por último, la amenaza constante desplegada por las autoridades políticas, militares y religiosas iranís en contra de la existencia del pueblo judío. Expresadas públicamente, la República Islámica ha expresado su intención de borrar a Israel del mapa y generar así una amenaza existencial contra la vida de más de nueve de millones de personas que habitan un país también integrado por árabes musulmanes.
Una ruptura del equilibrio de poder ha llevado a acelerar, ahora decididamente, a un proceso de normalización entre Israel y los países árabes que se tradujo también en acercamientos estratégicos para enfrentar el expansionismo persa. Sin embargo, el acercamiento entre Israel y los árabes no es un fenómeno nuevo de la política en Oriente Medio, pero sí es un proceso sujeto a la consolidación de un paradigma imperante bajo la premisa de la estabilidad, la tecnología y la seguridad.
Tú eres Abraham
Desde que el Estado de Israel se creó en 1948 hasta hoy, el movimiento sionista ha encabezado enormes progresos diplomáticos para enfrentar la guerra iniciada por la reacción árabe. Tras el reconocimiento de Israel por parte de Egipto en 1979 hasta los Acuerdos de Abraham firmados en septiembre de 2020, el mundo entero, incluso los escépticos, se han preparado para ver consolidado una batería de acuerdos comerciales, políticos y estratégicos. De esta forma, la Cumbre del Néguev, que inició una serie de reuniones a lo largo de 2022, debe entenderse un capítulo más de la progresiva construcción de paz.
Abraham fue el padre de Ismael y de Isaac, por lo que la tradición bíblica lo considera el fundador del judaísmo. Aunque muchos también hablen de Moisés como el primero de los judíos, la referencia bibliográfica de los textos sagrados permite comprender la importancia de los acuerdos firmados en septiembre de 2020: Emiratos Árabes, de la mano de Bin Zayed, firmaba un histórico documento que llevaba el nombre de Abraham, reconociendo no solo la figura bíblica sino la pertenencia histórica y milenaria del Pueblo Judío en Israel.
El sentido estratégico de los acuerdos, además de ser resultado de la conjugación entre el progreso y la tecnología, ha sido la desconexión de la política exterior de los países árabes de la cuestión palestina. La agenda política del mundo árabe del Golfo no se encuentra ya anexada a la marcha de los palestinos, sino que permite una política exterior independiente donde los balances de la pacificación y el reconocimiento a Israel se traduce en beneficios económicos, comerciales y políticos.
Los Acuerdos de Abraham, en su extensión y alcance inciertos, pudieron consolidar un corredor de acción promotor de la paz que une la zona del Golfo hasta el Mediterráneo Oriental encontrando a Emiratos, Bahréin, Omán y Arabia Saudí complementando con Jordania, Egipto, Israel y la República de Sudán. De esta forma, la Cumbre del Néguev fue el comienzo de un nuevo capítulo en el 2022 de los acuerdos firmados dos años antes.
Kalaniot, la flor nacional de Israel que florece en el Neguev
El Néguev es el desierto productivo de Israel, parte de la historia viva que relata la construcción de su Estado desde el primer momento. El desierto, nuevamente recurriendo a las referencias sagradas e histórica, es también la parte viva en la historia de Israel y del Pueblo Judío: durante la época bíblica, el área norte fue habitada por las tribus israelitas de Yehudá y Simón, luego al reino de Salomón y después al de Judea.
El plan de partición aprobado por la ONU en 1947 le dejaba al Estado Judío las áreas de más difícil desarrollo, y también menospreciadas por los árabes, dejando en principio afuera a las ciudades de Beersheva y un extremo del Mar Rojo, territorios que serían ganados por Israel finalmente después de la guerra de independencia.
Esta zona de desierto productivo representa más del 55% de la superficie del país que, aunque despoblada, cuenta con uno de los polos de desarrollo más importantes del territorio nacional. Acompañado por un importante crecimiento demográfico, la descentralización del país y la construcción de nuevas ciudades dieron lugar a proyectos realizados como la Escuela Shamoon de ingeniería en Beersheva, el embalse artificial de Besor o el futuro Cyberspark llevando las áreas de ciberseguridad del estado.
En ese desierto que es donde todo florece, la cumbre del Néguev concretó las dos grandes alianzas de Oriente Medio: Israel, Bahréin, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Marruecos conformando un frente permanente para equilibrar la presencia expansiva de Irán que, como se ha dicho, es de alcance nuclear.
La cumbre se inició en marzo de 2022 con la premisa de eliminar las barreras de los líderes políticos y las sociedades que impiden alcanzar la paz. No obstante, los objetivos políticos y estratégicos son los hilos conductores del nuevo equilibrio de alianzas regionales.
Bahréin y Marruecos: desde el golfo hacia el mediterráneo
Población que profesa el chiismo y es gobernada por gobernantes sunnitas, algo que intranquiliza a sus vecinos regionales por la posibilidad de que Irán logre penetrar y sublevar el antiguo proyecto de la medialuna. Un año después de la normalización, el ministro de Relaciones Exteriores israelí, Yair Lapid, oficializó la primera visita oficial de su país con el motivo de inaugurar nuevas conexiones aéreas y la apertura de una embajada. La reunión entre Lapid y el rey Hamad Bin Isa Al Khalifa se produjo al unísono en que un avión de la aerolínea Gulf Air era recibida en Tel Aviv con una ceremonia y algarabía.
La normalización le ofrecía a Israel uno de los reconocimientos como Estado más importantes de los últimos años, pero lo enfrenta, hasta la actualidad, en continuar trabajando de forma conjunta para que esta normalización no quede solamente en las esferas gobernantes sino también que se logre en el ciudadano árabe de a pie. Los procesos de pacificación requieren cambios abruptos e inmediatos por la decisión política, pero también una perseverancia y constancia permanente apostando al largo plazo.
Estas apuestas a largo plazo se están formalizando con el comercio y los acuerdos bilaterales que integran a ambas economías: en octubre, Wael Bin Nasser Al Mubarak, ministro de agricultura de Bahréin y Oded Forer, ministro de desarrollo israelí, firmaron el tratado bilateral sobre agricultura en el marco de la cumbre internacional sobre tecnologías alimentarias del mar y el desierto que tuvo lugar en la ciudad de Eilat, al sur de Israel.
El caso de Marruecos representa un caso de equilibrio de poder en busca de sus propios intereses estratégicos en el marco del conflicto con el Saharaui Occidental y su lucha contra el Frente Polisario, un grupo de actividades terroristas que opera entre fronteras y con el padrinazgo de Argelia. Para los intereses de Marruecos, desacoplar su política exterior de la cuestión palestina, le permitía la búsqueda de nuevos aliados que respalden su pertenencia territorial frente a los saharauis.
Después de dieciocho años, un ministro de relaciones exteriores israelí, Yair Lapid, volvió a pisar la capital del reino de Marruecos para reafirmar los acuerdos de normalización firmados en el 2020. Junto a su par, Naser Burita, ambos países convalidaron una serie de tratados bilaterales que, al igual que con Bahréin, abarcaba distintos aspectos tales como la aeronáutica, agricultura, innovación y comercio. Después de veinte años, Israel volvió a anunciar su misión diplomática en Rabat.
El equilibrio de poder en Oriente Medio
Bajo un poder que se estructura de forma distinta al de otras regiones, en Oriente Medio las normalizaciones y pacificaciones entre estos actores precisan de una revalidación constante. Sin embargo, el sistema de alianzas y equilibrio podría verse afectado bajo, en principio, dos variables.
Existe, en primer lugar, la cuestión de Turquía y su presidente Recep Tayyip Erdogan bajo una agenda que pueda inclinarse hacia los intereses islamistas y congelando, progresivamente, su multifacético alineamiento occidental. Desde la invasión rusa en Ucrania iniciada en febrero, Turquía se ha convertido en una pieza clave para el control del Bósforo y para los intereses estratégicos de la OTAN a las puertas de Europa. Frente a la amenaza de la Federación Rusa, los ingresos de Suecia y Finlandia a la organización defensiva debieron requerir la aprobación del gobierno de Ankara.
La agenda islamista de Turquía se refiere al alineamiento con los Hermanos Musulmanes, una organización proclamada en Egipto en 1928. Con influencia en distintos países de Oriente Medio, Asia y África, como también con la agrupación terrorista Hamas, los Hermanos Musulmanes afectan tanto a los intereses de los países árabes como de Israel, especialmente en lo referido a la seguridad de su territorio.
En segundo lugar, la cuestión iraní respecto a su programa nuclear despierta no pocos recelos en el bloque occidental frente a una postura ambigua. Sin un convincente acuerdo que limite y barra el sistema de producción de misiles iraní, el expansionismo persa se magnificará. Aquí también la invasión en Ucrania se ha convertido en una variable a analizar, dado que los recursos energéticos de la República Islámica siguen guardando una importante cuota de realidad en las posturas pragmáticas del petróleo y los países que no ven con malos ojos la vuelta de Teherán al mercado.
Tú eres Abraham, dijeron los emiratíes el 15 de septiembre de 2020 al firmar la normalización con Israel. El reconocimiento histórico consolidó un tablero político con piezas móviles e intereses nítidos, pero también un convencimiento cada vez mayor de que la guerra perpetua no genera más que altísimos costos y que Oriente Medio marcha hacia una estabilidad paradigmática con una paz estable, pero que deberá seguir siendo reafirmada todos los días.
Debes estar conectado para publicar un comentario. Oprime aqui para conectarte.
¿Aún no te has registrado? Regístrate ahora para poder comentar.