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| miércoles abril 24, 2024

Cómo se crea un Estado: los casos de Israel y Palestina

Los palestinos han seguido un enfoque diametralmente opuesto al que recorrió Israel para lograr su independencia: primero se construyó una sociedad viable, y luego — si bien fue necesario luchar una guerra para evitar la muerte al nacer— logró el reconocimiento internacional. Hay otros aspectos históricos de ambas partes que pueden compararse para obtener una mejor comprensión de lo que ocurre en el Medio Oriente


Foto, Abbas Mapa de Palestina EN LUGAR DE ISRAEL Mahmud Abbas, presidente vitalicio por propia decisión de la Autoridad Nacional Palestina, muestra con orgullo un mapa del hipotético Estado palestino, que abarca todo el Estado de Israel

 

  1. EL OBJETIVO

Israel

Teodoro Herzl plasmó el concepto de un Estado judío en su obra de ese nombre (1896), aunque ya había antecedentes en el pensamiento de Ajad Haam o Leon Pinsker, entre otros. Sin embargo, durante varias décadas no existió unanimidad sobre este propósito entre los líderes sionistas, para muchos de los cuales la idea de un Estado lucía fantasiosa; pragmáticamente se manejaban otras opciones, como un “condominio árabe-judío”, una confederación binacional, o incluso un régimen especial bajo control internacional.

Sin embargo, la creciente hostilidad árabe a la inmigración judía, manifestada sobre todo en las revueltas de 1921, 1929 y 1936-39, así como la desesperada situación del Judaísmo europeo, convencieron a la dirigencia y al yishuv de que la única opción viable sería lograr la soberanía política, aunque fuera sobre una pequeña parte de Eretz Israel, como terminó ocurriendo.

 

Palestina

Al oponerse violentamente a la resolución de la ONU de 1947 que prescribía crear un Estado para los judíos y otro para los árabes en Palestina, estos últimos cerraron la puerta a una solución temprana y dieron origen al conflicto tal como lo conocemos. El rechazo a cualquier acuerdo tras la Guerra de los Seis Días de 1967 prolongó esta situación.

La Organización para la Liberación de Palestina, creada en 1964, no definió desde un principio que su objetivo fuera crear un Estado, sino luchar para “recuperar todos los territorios ocupados”, es decir toda la Palestina previa a 1947, lo que implicaba la destrucción de Israel. Solo a partir de la década de 1980 se ha articulado diplomáticamente la idea de que debe existir un Estado palestino, pero sus fronteras para la AP siguen abarcando todo Israel, como puede verse en sus mapas.

 

 

  1. APOYO POLÍTICO

Israel

Aunque la Declaración Balfour de 1917 significó un apoyo directo del Imperio Británico a la creación del “hogar nacional judío” en Palestina, en los años subsiguientes los británicos se mostraron cada vez menos entusiastas al respecto; numerosos líderes políticos de Londres fueron incluso hostiles a la idea desde un principio.

A finales de la década de 1930, con la amenaza militarista de Hitler y Mussolini, se hizo evidente que Gran Bretaña apoyaba a los árabes, con el argumento de que los judíos de todos modos jamás estarían del lado de los nazifascistas, mientras que buena parte del mundo árabe-musulmán simpatizaba con el Eje, incluyendo a mucha de la población árabe de Palestina que resentía el colonialismo británico. El descubrimiento de petróleo en la Península Arábiga inclinó aun más al gobierno de Londres hacia los árabes, e incluso lo impulsó a crear un nuevo país: Arabia Saudita.

Así, comenzando con la intensa pero infructuosa labor diplomática de Herzl, los sionistas no lograron que ningún país u organización no-judía apoyara formalmente la creación del “hogar nacional”, ni siquiera ante la evidencia de las persecuciones en Europa. Peor aún, incluso muchos judíos, desde los más ortodoxos hasta los comunistas —y aquellos que se sentían cómodos en Occidente y temían poner en riesgo su posición—, rechazaban la noción de la soberanía política. El movimiento sionista y el yishuv estaban prácticamente solos.

 

Palestina

La OLP contó desde el principio con el apoyo de buena parte de la izquierda mundial, desde la Unión Soviética y sus satélites hasta el llamado “movimiento de los no alineados”. Cuando se impuso el concepto de un Estado palestino y se produjo la “moderación” diplomática de la OLP, este apoyo se extendió a muchas naciones del centro ideológico, como las de América Latina. Ello ha implicado crecientes presiones contra Israel —al que se representa como obstinado— para que ceda ante cualquier demanda palestina, incluso el “retorno” de los nietos y bisnietos de los refugiados que abandonaron Eretz Israel en 1948.

En la década de 1990, la mayoría de la propia población israelí aceptó la idea de que surgiera un Estado palestino en Cisjordania y Gaza, lo cual admitió oficialmente el gobierno de Itzjak Rabin en los Acuerdos de Oslo. Pero la continuación sistemática del terrorismo palestino, sobre todo durante la “segunda intifada” (2000-2005), destruyó esas esperanzas.

 

 

  1. APOYO ECONÓMICO

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Desde su nacimiento el movimiento sionista dependió de donaciones, incluyendo las famosas alcancías del Keren Kayemet LeIsrael (Fondo Nacional Judío) presentes en muchos hogares judíos de todo el mundo y hasta generosos aportes de benefactores como Moses Montefiore, los Rothschild o Nathan Strauss. Más adelante se llevaron a cabo las famosas giras de recaudación de fondos de personajes como Haim Weizmann y Golda Meir en vísperas de la Guerra de Independencia (1948). Pero ningún país o grupo no judío aportó fondos para crear el “hogar nacional”, cuyo desarrollo económico lo convirtió en un Estado viable con el trascurrir del tiempo.

 

Palestina

La OLP y otros movimientos palestinos obtuvieron desde su fundación ingentes fondos del Imperio Soviético, la Liga Árabe y de los ricos Estados petroleros del Golfo Pérsico, si bien una parte significativa de esos recursos financieros —como han reconocido muchos de los propios dirigentes palestinos— terminó en cuentas particulares, incluyendo las de Yaser Arafat y el clan Abbas.

Las donaciones a la Autoridad Palestina siguen siendo cuantiosas, y provienen sobre todo de la Unión Europea y multitud de organizaciones no gubernamentales de todo el orbe. Por su parte, los grupos terroristas que dicen luchar a favor de los palestinos reciben generosos subsidios de Irán, y también de países musulmanes menos extremistas.

El propio Israel apoya económicamente a la Autoridad Palestina prestándole servicios administrativos y financieros, e incluso suministrando energía eléctrica y agua a Gaza, a pesar de que esta última es gobernada por los terroristas de Hamás.

 

 

  1. ESTRATEGIA POLÍTICA

Israel

Siguiendo el idealismo de Herzl, el movimiento sionista llevó a cabo numerosas, —aunque con frecuencia infructuosas— labores de diplomacia y lobby desde principios del siglo XX. Haim Weizmann fue uno de los oradores y delegados más exitosos, recibido con respeto en muchas sedes de gobierno (aunque resulta un hecho célebre que el presidente estadounidense Harry Truman lo hizo entrar por una puerta trasera de la Casa Blanca). Tan solo algunos grupos judíos disidentes como el Irgún o el Leji optaron por acciones violentas entre 1945 y 1948, ante la intransigencia de los británicos y su complacencia frente las agresiones árabes. Pero estos grupos se disolvieron al crearse el Estado, integrándose a las Fuerzas de Defensa de Israel.

 

Palestina

El terrorismo indiscriminado como “política por otros medios” constituyó la estrategia fundamental de la OLP desde su fundación. Este y otros grupos inventaron “técnicas” como el secuestro de aviones civiles, colocación de bombas en lugares concurridos, el asesinato de deportistas y, más tarde, los ataques suicidas.

Luego, a partir de los años 1970, decidieron utilizar la retórica como arma: Arafat hacía declaraciones pacifistas en inglés e incitaciones al odio en árabe. Estas técnicas se han refinado hasta llegar a la eficaz “guerra mediática” que se aplica en nuestros días contra Israel, el sionismo y, en el fondo, contra todos los judíos.

 

 

  1. IDEOLOGÍA

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El sionismo fue desde el principio un movimiento con tendencias hacia la centro-izquierda, y tuvo varios dirigentes comunistas. Muchos líderes sionistas pensaban que la Unión Soviética sería una aliada natural en las aspiraciones de liberación nacional del pueblo judío, pero Stalin acabó con esas esperanzas. Luego, durante las primeras décadas del Estado de Israel, los partidos más importantes fueron el Laborista (miembro de la Internacional Socialista) y el Mapam, ambos de izquierda.

Hoy en día el sionismo no “profesa” ideología alguna. Israel se ha movido hacia la derecha, fundamentalmente por la creciente influencia religiosa, cambios demográficos, y también por la posición francamente antiisraelí de la mayoría de la izquierda mundial.

 

Palestina

La OLP y otros grupos, así como los principales dirigentes del mundo árabe como Nasser y los partidos Baath (“renacimiento árabe socialista”), se decían de izquierda y recibían todo tipo de apoyo del bloque soviético. Tras la desaparición de este último, la ideología del mundo árabe-musulmán se ha ido deslizando hacia una combinación de fascismo con islamismo radical, el llamado “islamofascismo”. A ello no escapa la Autoridad Palestina, si observamos los mensajes que trasmiten su sistema educativo y sus medios de comunicación en Cisjordania y, por supuesto, los del enclave islamista de Gaza.

 

 

  1. CONSTRUCCIÓN PREVIA

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Herzl describió al Estado judío como un país modelo, con un tono claramente utópico. El sionismo de dedicó a crear las condiciones para que surgiera el “nuevo hombre judío”, dejando atrás la minusvalía y los complejos de la diáspora: había que trabajar la tierra para recuperar física y espiritualmente la soberanía y la dignidad perdidas dos milenios antes. En pocas décadas surgieron el experimento cooperativo del kibutz, ciudades modernas, universidades, centros tecnológicos, un sistema financiero, puertos, orquestas sinfónicas y hasta juegos olímpicos judíos. Ya en 1932 tuvo lugar en Tel Aviv una feria internacional que exhibió con orgullo la producción agrícola, industrial y cultural del medio millón de judíos de Palestina. La independencia encontró al yishuv preparado para su autonomía y para su funcionamiento eficaz como Estado independiente.

 

Palestina

Producir bienes y servicios para la población palestina, o crear un sistema de gobernanza, no han sido nunca objetivos importantes para organizaciones cuya misión implícita o declarada era, y sigue siendo, destruir el Estado de Israel. Los cuantiosos fondos recibidos se invirtieron en infraestructura militar, terrorismo y, como se ha dicho, para el enriquecimiento de sus dirigentes. Por otra parte, grupos terroristas como Hamás y Hezbolá han trabajado por ofrecer ciertos servicios básicos que el gobierno de la AP no proporciona, con el fin de ganar adeptos para su causa. Una eventual independencia encontraría a los palestinos, tanto en Judea y Samaria (Cisjordania) como en Gaza, sumidos en el caos y absolutamente impreparados para funcionar como ente autónomo.

 

 

  1. LA MAYOR FORTALEZA

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Durante las décadas anteriores a la declaración de la independencia, la mayor fuerza del movimiento sionista y del yishuv fue el planteamiento moral de que el pueblo judío, tras largos siglos de persecuciones, merecía y necesitaba restablecer su autonomía política. Esto se afincó en el hecho concreto de que los judíos estaban construyendo una sociedad funcional en Eretz Israel, que incluso beneficiaba a la población árabe preexistente y, de hecho, atrajo inmigrantes desde los países vecinos: los bisabuelos de muchos de los “palestinos” de hoy.

 

Palestina

La mayor fuerza que tienen los palestinos es haber convencido a buena parte de la opinión pública mundial de que son víctimas de un despojo. Su sistemática puesta en escena de esta victimización aprovecha, en parte, el sentimiento de culpa de Occidente por haber sido cómplice por omisión del Holocausto (si los judíos son ahora los “agresores”, ese sentimiento se modera), así como de prejuicios antisemitas soterrados.

Los palestinos también aprovechan la sensibilidad natural hacia el débil, que hasta la Guerra de los Seis Días favorecía a Israel; pues paradójicamente, haber triunfado ante una amenaza cierta de destrucción le restó al Estado judío buena parte de las simpatías mundiales.

En fin, la mayor fortaleza de los palestinos es su exitoso manejo de la propaganda.

 

*Director de Nuevo Mundo Israelita, Caracas, Venezuela, donde se publicó la versión original este artículo en julio de 2012.

 

 

 
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