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| jueves noviembre 14, 2024

Una misión especial, en memoria de los caídos drusos y circasianos en la defensa de Israel

Con Tarabía Tarabía, encargado en el Ministerio de Defensa de Israel de su recordación


Probablemente muchos se sorprendan al oir sobre soldados no judíos en las Fuerzas de Defensa de Israel, pero dentro de fronteras, hace ya décadas que el tema es lo más común. Y muy especialmente  cuando se trata de la minoría drusa y la circasiana (esta última de religión musulmana), que a pedido de sus propios líderes en los primeros años del Estado, se enrolan por ley, no como voluntarios, como sí hacen los cristianos y musulmanes que desean ser parte de Tzahal.

 

Esto significa que también en el seno de dichas comunidades, hay familias que al conmemorarse el difícil día de Iom Hazikaron, el día recordatorio de los caídos, están de duelo. Lo están siempre por cierto si perdieron a un ser querido, pero los días oficiales de recuerdo tienen un peso especial.

Para hablar de todo ello, entrevistamos unos pocos días antes de Iom Hazikarón a Tarabía Tarabía, Mayor (en la reserva), que estuvo 9 años en el ejército, con un intervalo en el medio para sus estudios universitarios, y hace 11 trabaja en el Ministerio de Defensa.

 

Primero tuvo a su cargo temas de bienestar social en la comunidad drusa, encargándose del tema de los derechos y beneficios que reciben las familias que perdieron a un ser querido . Hace un año se le encomendó encargarse de todo lo relacionado a la memoria de los soldados drusos y circasianos caídos.

 

 

P: Tarabía, gracias por esta entrevista. ¿Cómo lo presento?

R: Ante todo, como un patriota israelí.  Crecí y me eduqué en el legado y la tradición de la comunidad drusa, que incluye una alianza indestructible , un pacto de sangre que se convirtió en pacto de vida, con el Estado de Israel. Combatí en las filas de Tzahal, fui soldado y comandante. Fui subjefe de un batallón. Y claro está que educo también a mis hijos, a las nuevas generaciones de la comunidad drusa, a amar esta tierra, a saber dar de sí y a vivir de acuerdo a  los valores universales del amor y la dedicación.

P: Ya que menciona a sus hijos ¿me puede contar algo de su familia? 

R: Con mi esposa tenemos tres hijos. Adam de 10 años y medio, Lim, la niña, de 6 y el menor Roi, de 3  y medio. Mi esposa está estudiando el doctorado en investigación del cerebro en la universidad de Haifa. También se dedica al diagnóstico de chicos con problemas aprendizaje. Tenemos afortunadamente una vida feliz. Mis hijos espero que sigan mi camino. Cada uno decidirá por dónde marchar, pero la dirección, terminarel liceo y enrolarse, es parte de la educación drusa. Es parte de nuestro ADN. Me costaría ver que mis hijos, que crecieron con la educación que les dimos, no se enrolen.

P: Pero falta mucho para eso aún.

R: Así es.

P: Tarabía, usted llegó al rango de Mayor, y hoy está en la reserva. Entiendo que ha perdido compañeros.

R: Así es, en distintas circunstancias. Algunos en combate y otros a causa de enfermedades durante su servicio millitar. En lo personal, durante el operativo anti terrorista Plomo Fundido resulté herido por el impacto de un proyectil cerca de mí y me salvé por milagro. Serví en las dos áreas más activas en cuanto a lucha anti terrorista, tanto Gaza como Líbano. No es sencillo.

El desafío de apoyar a familias de duelo

P: Y ahora, en este cargo, con la nueva responsabilidad, seguramente precisa otro tipo de resiliencia, un espíritu muy fuerte.

R: Así lo creo. Se precisa mucha capacidad de contención y diría calma espiritual. Quisiera señalar que todos aquellos que trabajan en la división del ministerio de Defensa abocada a perpetuar la memoria de los caídos, están cumpliendo una misión a la que se dedican con toda el alma. A mis 42 años, siento que por un lado, con tres niños chicos en casa, tengo el desafío de la vida y por otro tengo que lidiar con quienes sufrieron la muerte de un ser querido. Esos encuentros son muy difíciles emocionalmente. Me ha pasado que llego a la casa de una familia que tiene que firmar  el texto que se colocará en la lápida, y veo a sus hijos,  que son como los míos. Y el hijo caído de esos padres puede ser exactamente como yo. Y lo que puedo hacer es llorar en el corazón, con el corazón. Y nadie puede vivir esos momentos sin que se le caigan las lágrimas. Porque los niños que uno ve allí, que se quedaron sin padre, son una copia de los tuyos propios. Y vuelvo a mi casa a estar con mis hijos y sé que esos niños que vi nunca más verán a su padre volver. Y por eso me aferro a la vida. O sea que esta responsabilidad que tengo, también tiene  sus ventajas, enseña bien las prioridades.

P: Claro…inclusive si ya antes tenía claro qué es lo importante en la vida, esta función deja todo más claro aún.

R: Exactamente. Las pequeñas cosas pasan a ser enormes y sagradas. A veces hablo sobre mi trabajo con mis amigos, como es natural. Y claro que también vivo de mi trabajo,aporto con ello a mantener a mi familia. Pero nunca hablamos de la parte material sino únicamente de lo emocional. Esta responsabilidad que tengo ha sido para mí como un trampolín hacia un cambio conceptual en mi vida.Yo fui comandante en el ejército, participé en misiones diversas, recibí e impartí órdenes pero este contacto con gente que vivió cosas trágicas, que perdió a un ser querido, a un hijo, un padre, un hermano, un esposo, me cambió la vida. Mucho tiempo sentí que hablaba con un tono un poco autoritario, por los años en el servicio militar. Y eso cambió. Aprendí a esperar, a actuar con más paciencia y calma. Mis dos cargos en el ministerio de Defensa, ambos relacionados al tema de las familias de duelo, me enseñaron a actuar con lo que en hebreo se llama “dérej éretz”, una actitud de respeto a  los demás.

 

La creencia drusa en la reencarnación de las almas

P: ¿Cómo evolucionó el tema del duelo en la comunidad drusa? Hace muchos años entiendo que no se acostumbraba como ahora visitar la tumba.

R: Así es. Los drusos creemos en la reencarnación de las almas y eso es fundamental en todas las costumbres relacionadas al duelo en la comunidad drusa. No se solía ir a la tumba. En los últimos años se ha comenzado a poner más enfasis en el tema de la recordación formal. Hoy es bastante común al entrar a la casa de una familia que perdió a un hijo, ver una pared dedicada a su memoria. Algunas familias visitan la tumba  en forma abierta y colocan una corona de flores  y otras lo hacen de modo más íntimo, casi a escondidas. Cuando comenzaron a erigirse los cementerios militares en el seno de la comunidad, algo que ocurrió más tarde que en la población judía, eso dio a las familias una dirección referente. Es importante que cuando la familia va a la tumba, vea que el lugar está limpio, digno. Ponen plantas . Es nuestra responsabilidad mantener dignamente las tumbas. Hay quienes se sientan largo rato junto a la tumba, quienes hablan con el hijo o esposo caído, y quienes prefieren estar allí en silencio.

Monumento a los caídos en el cementerio militar de Bet Djan (Foto: Wikipedia)

 

P: Cada uno con su forma de recordar y de sentir el dolor.

R: Así es. Hace tiempo se decía, y hasta es canción, que los hombres lloran de noche. Pues te diré que con los años los hombres drusos se abrieron, se permiten expresar sentimientos y decir que extrañan. Hoy en día también hay muchos emprendimientos convocados en memoria de los caídos, desde carreras en bicicleta hasta paseos en la naturaleza . En este sentido diría que la comunidad drusa ha cambiado su concepción respecto a cómo recordar y honrar la memoria de los caídos.  Se logra lidiar con la pérdida. Yo diría que hoy en día es casi como un precepto ineludible perpetuar la memoria de los caídos. Antes creo que había una especie de presión social dentro de la comunidad a no manifestar ese duelo. Hoy es totalmente diferente.

P: ¿Desde cuándo hay cementerios militares drusos?

R:El primero fue en la aldea Osafíe, en los años 50. Como al comienzo era el único, hay allí caídos de diversas aldeas. Hoy hay en nuestra comunidad 8 cementerios militares o secciones militares en cementerios . Este tema también es parte de nuestra responsabilidad. Estamos en proceso de construir otros cementerios militares drusos.

P: Dios quiera que queden todos vacíos…

R: Ojalá

 

El cementerio militar en la aldea Osafíe (Foto: Wikipedia)

 

El cementerio militar en la aldea Osafíe (Foto: Wikipedia)

 

P: La fe en la reencarnación de las almas, que es muy profunda entre los drusos, es natural que influya en la forma de llevar el duelo. ¿Digo algo terrible si estimo que ayuda un poco a lidiar con el duelo? Es que el ser querido físicamente ya no está, pero estar convencidos de que su alma no ha muerto, debe ayudar.

R: No dices nada terrible. Eso influye. Pero claro que quien perdió a alguien, lo perdió. Es algo extremadamente difícil de sobrellevar. Esa creencia ayuda un poco inclusive a abrigar la esperanza que el caído vuelva en algún momento en el cuerpo de otra persona, quizás de otra familia, de otro lugar, y cuente su historia en su via anterior. De hecho, es algo que ha pasado entre los drusos.

Los circasianos

P: Tarabía ¿Cómo es la situación entre los circasianos? Son una comunidad más pequeña. Recordemos, étnicamente son originarios del Cáucaso, y de religión musulmana.

R: Así es. Hay dos aldeas circasianas en Israel, Kfar Kama y Rehania, en el norte. En ambas cayeron soldados en la defensa de Israel. El tema del homenaje público en memoria de sus caídos es muy delicado en la comunidad circasiana. Lo suele ser en las minorías, tanto por temas personales de las familias como por el aspecto social. 

P: ¿En las aldeas circasianas tienen cementerio militar?

R: No, son sepultados en los cementerios comunes  y las tumbas no necesariamente son como las de los cementerios militares.

El mismo dolor

P: Usted se ocupa de este tema entre los drusos y circasianos pero antes de grabar me comentaba que claro que puede perfectamente llegar a lo de una familia beduina. ¿Hay muchas diferencias culturales en la forma de vivir el duelo? Recordemos que en Israel hay también soldados musulmanes, beduinos como ya dijimos, cristianos…y de todas las comunidades ha habido caídos.

R: Estos últimos 11 años me he encontrado con todo tipo de familias, de todas las comunidades. El dolor es el mismo. Recuerdo un encuentro que organicé entre dos familias que habían perdido hijos. Una judía, la otra drusa. Ambos murieron en la catástrofe del incendio en el Carmel, en el que perecieron varios cadetes en un ómnibus que quedó atrapado en las llamas . La familia drusa erigió un monumento en recuerdo a su hijo, a todos los caídos de la aldea Yarka y a todas las víctimas de ese incendio. De hecho, tres monumentos recordatorios en una zona pastoral montañosa. La familia judía organizó un grupo para andar en bicicleta en recuerdo de su hija. Las dos familias se encontraron junto a los monumentos erigidos por la familia drusa y partimos allí todos juntos a una caminata. Se sumó también un fondo de la aldea Daliat el Carmel, que es como el equivalente druso de Yad Labanim, la institución central de recuerdo. Cada familia contó la historia de su hijo/hija y puedo asegurar que la angustia es la misma.Antes había más diferencia entre quienes exteriorizar el dolor y las lágrimas y quienes prefieren que no. Hoy es todo más abierto.

El desafío concreto

P: ¿Siente que su trabajo es una ayuda no sólo técnica a las familias?

R: Por supuesto. Lo que nosotros hacemos en mi departamento en el ministerio de Defensa ayuda mucho a las familias a lidiar con la pérdida y el dolor.

P: Y esa actividad no consiste solamente en cuidar la tumba. 

R: Claro que no. Siempre estamos atentos a cualquier necesidad puntual que pueda surgir. Nuestro lema es con el ojo abierto, los oídos atentos y entendiendo con el corazón. Esa es la esencia de nuestra existencia.

. P: Pero además, se encargan también de la sepultura misma. No es nada sencillo.

R: Así es. Nosotros somos de hecho casi los primeros que se encuentran con la familia el día en que hay que sepultar al soldado caído. Damos todo el respaldo, junto con la unidad en la que servía, sea cual, en el ejército, la Policía, la Guardia de Fronteras o el Servicio Penitenciario.El día del funeral me encuentro on el padre o hermano del caído, con la viuda. Hay que tener el corazón fuerte  para acercarse a ellos.Preguntamos si aceptan sepultar en el cementerio o sección militar o si prefieren en otro lado. Cada familia decide.

 

Entre Iom Hazikaron y Iom Haatzmaut

. P: Se acerca el día recordatorio de los caídos, Iom Hazikaron, y para usted seguramente son días muy especiales.

R: Así es. Hay mucha actividad en torno a esta fecha. Nosotros llegamos a todas las tumbas. Tenemos un proyecto en cuyo marco se coloca una vela y una pequeña bandera en cada una. La bandera en el lugar está a media asta. Se colocan flores sobre todas las tumbas,aunque no sea en un cementerio militar.

P: Un tema muy israelí, es ese pasaje abrupto entre el dolor de Iom Hazikaron y la alegría de Iom Haatzmaut. ¿Cómo ve usted lo que Israel tiene hoy para festejar? Estamos en medio de una crisis nada sencilla que divide al pueblo, no es secreto. ¿Cómo ve la complejidad de la situación?

R: La situación actual no está relacionada a mi trabajo y por ende prefiero no comentarla. Quisiera concentrarme en Iom Hazikaron, porque para mí es un día sagrado en el que simplemente homenajeamos la memoria de los caídos.

Y acerca de lo que tenemos para festejar, quisiera reiterar que la alianza entre los drusos y el pueblo judío, el Estado de Israel, es fuerte y estratégica . Es una cuestión de vida y honor en Israel. El Estado de Israel es un milagro. Yo festejo como druso y como israelí. Es el día de la independencia de mi país, del país por el que di mucho, por el que mi comunidad ha dado mucho a fin de que pueda seguir existiendo. Y así es y seguirá siendo. Iom Haatzmaut nos recuerda a todos que la vida aquí, en Israel es más fuerte que todo.

P: No tengo palabras. Mil gracias Tarabía. Y que podamos todos festejar sin dolor.

R: Que así sea.

 
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