Occidente sigue pensando que las sanciones son una herramienta para advertir al enemigo, sin embargo, no siempre fue así, al contrario, las sanciones son utilizadas por los gobiernos a los que se les aplican estas restricciones como una forma de culpar a otros y manejar la opinión pública del país a su favor. Irán es el ejemplo de lo dicho, las sanciones no le impidieron seguir adelante con su programa nuclear, y si tomamos los ejemplos de las puertas que se le cerraron en el mercado de la energía, veremos que por lo contrario logró abrir otras con aliados como China y Rusia.
El 27 de marzo, Irán y China firmaron un acuerdo de cooperación comercial de 25 años, garantizando el flujo de petróleo de Teherán a Beijing. El acuerdo incluye actividades económicas adicionales como la promoción de la actividad industrial iraní, la cooperación en el transporte, el desarrollo de la agricultura, la cooperación en la banca y las finanzas, creando un comercio bilateral en un total de 20.000 millones de dólares anuales.
Este acuerdo implica también el compromiso chino de invertir una cantidad de 400.000 millones de dólares en Irán, lo que deja entender que Irán supo ignorar bien las sanciones y eso demuestra que no les afectan, y más aún ahora que Estados Unidos está hablando de reanudar el diálogo para llegar a un acuerdo.
La famosa guerra tibia que vive Oriente Medio se basa en qué rama del islam domina la región, los chiítas liderados por Irán o los sunitas liderados por los saudíes. Este conflicto se puede comparar con la Guerra Fría porque se centra en la influencia de quién será más fuerte, aunque no se conforman solo con la influencia en los medios o sus relaciones diplomáticas, en Medio Oriente se llega a un conflicto armado, y por lo tanto, como comenté, hoy la guerra es tibia.
Ante estos movimientos estratégicos que está realizando Irán para conseguir sus objetivos, sus rivales también están haciendo los suyos, como es el caso de Arabia Saudí.
Parte de su estrategia es ganar terreno en el mercado más fuerte, el mercado del petróleo, todos sabemos lo que significa este mercado para los saudíes, nada menos que la base de toda su economía, aunque en los últimos años han comenzado a invertir en otros recursos, como las energías renovables y la alta tecnología.
La empresa saudí ARAMCO firmó un acuerdo con la empresa francesa Totalenergies para ampliar su producción petroquímica. El acuerdo contempla la futura expansión de instalaciones petroquímicas de la refinería saudí SATORP en todo el mundo por un monto de 11 mil millones de dólares. Se espera parcialmente que este proyecto atraiga una inversión adicional de $4 mil millones a otros sectores industriales, como carbón, lubricantes, fluidos de perforación, materiales de limpieza y aditivos alimentarios. También se espera que el acuerdo cree unos 7.000 puestos de trabajo.
El objetivo de Arabia Saudita, al igual que Irán, es influir en diferentes arenas en el mapa, por lo que si China desde Asia tiene su lugar en el Medio Oriente fortalecerán el flujo del comercio del crudo iraní. Entre el acuerdo ARAMCO y la unión de Totalenergies se suma Hyundai Engineering & Construction, empresa surcoreana que se llevará 5.000 millones de dólares por ser la empresa que construya, junto a Totalenergies, el complejo de producción petroquímica de la refinería saudí SATORP. Este es el mayor contrato que esta empresa estatal asiática ha realizado hasta ahora. Este acuerdo tripartito en realidad posiciona al Reino de Arabia Saudita como el principal líder del sector petrolero en varias partes del mundo, y posiciona estratégicamente su producto para extenderse desde Europa a Asia y fortalecer la cooperación energética con otros países.
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