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| sábado octubre 12, 2024

La Autoridad Palestina juega en el terreno de la normalización

Traducción: Gastón Saidman


A diferencia de los “Acuerdos de Abraham”, se espera que la cuestión palestina ocupe un lugar más central en un posible acuerdo con Arabia Saudita. ¿Cuál es la razón de esto y por qué Israel debería aprovechar la oportunidad que se le presenta para escapar de la empinada pendiente hacia “un solo Estado”?

La cuestión palestina ocupará un lugar más central en las conversaciones para promover la normalización entre Arabia Saudita e Israel en comparación con la evaluación o expectativa anterior del gobierno israelí. Hay tres razones principales para esto: la importancia de la cuestión para Arabia Saudita como líder del mundo árabe-musulmán, las demandas que se esperan por parte de la administración de Biden, las que exigen a Israel preservar la opción de los dos Estados. Siendo así el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, entiende que ganará más si se suma a esta iniciativa, incluso si va en contra de su política respecto a los “Acuerdos de Abraham”. Sin embargo, es difícil esperar que el actual gobierno israelí agote la oportunidad inherente a la normalización con Arabia Saudita para salir del estancamiento político, detener las medidas de anexión que conducen a la realidad de “un Estado” y aceptar cambios significativos del Occidente saudita y de los países árabes por la promoción de medidas para una separación de los palestinos y crear dos entidades separadas y diferentes.

La administración estadounidense está trabajando para implementar una iniciativa regional que incluya un componente de normalización israelí-saudí, o “integración”, como lo llaman los sauditas. Hasta ahora, la atención de los medios de comunicación en Israel se ha centrado principalmente en las exigencias sauditas a Estados Unidos a cambio de aceptar la

normalización con Israel, que incluyen un acuerdo de defensa estadounidense-saudí, el permiso para operar un ciclo completo de combustible nuclear en territorio del reino y la venta de armas estadounidenses avanzadas a Arabia Saudita. Resulta que hay otro componente en la iniciativa emergente y es un “paquete palestino”, cuyo objetivo principal es salir del estancamiento político en el conflicto palestino-israelí y reactivar la solución de dos Estados.

La posición de Arabia Saudita

Es cierto que, a lo largo de los años, Arabia Saudita ha mostrado un interés relativamente limitado en el conflicto palestino-israelí y muestra un sentimiento de disgusto por abordar la cuestión y, en particular, disgusto por la conducta de los dirigentes palestinos -tanto los dirigentes de la Autoridad Palestina como así los dirigentes de Hamás en la Franja de Gaza. Sin embargo, Riad está más comprometido con la cuestión palestina en comparación con Abu Dabi, aunque sólo sea por la posición y el papel de Arabia Saudita como líder de la región árabe y musulmana (suní), siendo el “guardián de los lugares santos” y pretendiendo liderar los procesos regionales. La familia real y el propio rey Salman (que es más “leal” a la idea palestina que su hijo, el heredero al trono) está obligado a escuchar las voces de quienes se oponen a la normalización según los “Acuerdos de Abraham” (un 80 por ciento de los ciudadanos sauditas), al establishment religioso (a pesar de la reducción de sus poderes), y también a las criticas del mundo árabe en general.

Y como prueba Arabia Saudí presenta como condición para la normalización la promoción de una solución política al conflicto palestino-israelí, y se adhiere oficialmente a su realización basándose en los parámetros de la ‘Iniciativa de Paz Árabe’, fundamentada en el acuerdo saudí. Los altos funcionarios del Reino declararon que, en lo que respecta a Arabia Saudita, la iniciativa es una base para las negociaciones y no es un dictado. Por lo tanto, se estima que Riad esperará cambios por parte de Israel hacia los palestinos, que podrá registrar como un logro real en la promoción de la solución de dos Estados, aunque sea de forma gradual. En un discurso pronunciado por el príncipe heredero, Muhammad bin Salman, antes de la reunión de los países de la Liga Árabe en mayo de 2023 en Riad, subrayó que “la cuestión palestina ocupa un lugar destacado en la agenda del reino”, al tiempo que mencionó la iniciativa árabe y otras decisiones internacionales pertinentes sobre la cuestión.

Es cierto que los funcionarios del reino hablan a dos voces. La diferencia de matices entre los dirigentes saudíes -entre el príncipe heredero y su padre, el rey, o el ministro de Asuntos Exteriores saudita, Fitzal bin Farhan, e incluso entre diferentes declaraciones en distintos momentos y frente a variadas audiencias- saca a la luz el desacuerdo en la casa real y quizás también un deseo de preservar la ambigüedad y el margen de maniobra política. Esto es para permitir al Reino tomar medidas mesuradas de integración frente a Israel bajo el requisito de establecer un Estado palestino, al tiempo que se adapta y mantiene la flexibilidad para que la cuestión palestina no constituya un obstáculo al acuerdo con Israel y para recibir los cambios desde Estados Unidos.

Desde el establecimiento del actual gobierno en Israel y en el contexto de la escalada de seguridad en el ámbito palestino y la expansión de los asentamientos, ha habido un aumento considerable en el alcance y la severidad de las condenas por parte de Arabia Saudita hacia las políticas del gobierno israelí y hacia las declaraciones de los ministros israelíes, con especial énfasis en la ascensión al Monte del Templo del ministro Ben Gabir. Este hecho es evidencia del deseo del Reino de aumentar su participación en el tema y al mismo tiempo indicar al gobierno israelí que su libertad de acción en el ámbito palestino es limitada. El reciente nombramiento de un embajador saudí no residente en los territorios de la Autoridad Palestina, que también ejercerá como cónsul en Jerusalén Este, así como la retransferencia del presupuesto a los hospitales de Jerusalén Este, son otras señales para Israel, así como a Jordania y la Autoridad Palestina, que Arabia Saudita tiene la intención de aumentar su participación en la cuestión palestina y tal vez incluso en el complejo de Al Aqsa. Además, Riad intentó, aunque con un perfil operativo bajo, promover la reconciliación/unidad entre la Autoridad Palestina y el movimiento Fatah y Hamás.

La posición palestina

Parece ser que los dirigentes palestinos, la Autoridad Palestina y la OLP han aprendido la lección de su decidida oposición a los “Acuerdos de Abraham” y ahora están dispuestos a tomar parte activa en las iniciativas que promuevan la normalización entre Arabia Saudita e Israel. Otra razón del comportamiento de los dirigentes palestinos, que no excluye la normalización, es la posición destacada de Arabia Saudita en el ámbito regional y Espacio musulmán: la normalización entre Arabia Saudita e Israel sin un componente palestino significativo debilitará aún más la posición palestina y empujará el problema palestino al margen de los acuerdos regionales. En opinión de los dirigentes palestinos, la integración en las conversaciones para la normalización entre Israel y Arabia Saudita también es una forma de frenar las medidas del gobierno israelí, que se consideran encaminadas a eliminar la opción de los dos Estados. Además, la participación en un amplio proceso regional debería ilustrar la relevancia de la Autoridad Palestina, que está perdiendo su legitimidad y su enfoque. Como expresión del cambio de actitud, Mahmoud Abbas se reunió con las facciones palestinas en Egipto a finales de julio en un intento fallido para promover la reconciliación y la unidad; A principios de agosto se reunió con el rey Abdullah de Jordania y luego se celebró una cumbre tripartita de coordinación entre el rey Abdullah, el presidente egipcio al-Sisi y Abbas.

La voluntad de los dirigentes de la Autoridad Palestina de jugar en el campo de la normalización indica su intento de aprovechar la oportunidad y dar forma a un espacio palestino actualizado, e incluso su voluntad de enmarcarlo en un acuerdo transitorio/interino con Israel, como forma de llegar a una futura solución: dos Estados. La participación en el proceso de normalización, si cobra impulso, le dará a la Autoridad influencia sobre el diseño del proceso, mejorará su posición dentro y fuera del país e incluso aumentará su capacidad para obtener intercambios y compromisos tanto de Israel como de Arabia Saudita.

Significado para Israel

La normalización con Arabia Saudita mejorará significativamente la posición estratégica regional e internacional de Israel y tiene potencial para transformaciones multidimensionales. Sin embargo, para promover la normalización, el gobierno israelí deberá declarar su compromiso con una solución de dos Estados al conflicto palestino-israelí, con los principios de la iniciativa árabe, evitando la anexión unilateral y con la preservación de un sistema palestino que funcione. Si esto resume las demandas de Israel, se fortalecerá la percepción de la derecha israelí, según la cual no es necesario implementar un acuerdo en el ámbito israelí-palestino para establecer relaciones formales con la mayoría de los países árabes, y que Israel puede prácticamente continuar con la anexión de Judea y Samaria sin ningún factor que la detenga.

Sin embargo, parece que el nivel declarativo no satisfará ni a la Casa Real saudí ni a la administración de Biden. Por lo tanto, para establecer la normalización, Israel necesitará un “paquete palestino” que incluya medidas reales tales como: la congelación de la expansión de los asentamientos y la evacuación de puestos avanzados ilegales y zonas de pastoreo en Judea y Samaria, evitar la entrada de las fuerzas de las FDI en la Zona A bajo control de la Autoridad Palestina, o al menos de su reducción, el fortalecimiento de la Autoridad Palestina y la ampliación de su ámbito de acción y el mantenimiento del status quo en el Monte del Templo, con énfasis en la prohibición de la oración judía en el recinto. Los dirigentes de la Autoridad Palestina deberán renovar su control, principalmente en el norte de Samaria y retirarse de las demandas presentadas contra Israel ante los Tribunales Internacionales de Justicia de La Haya (CPI y CIJ).) Se pedirá a la administración de Biden que cumpla con sus compromisos anteriores con los palestinos: reapertura de las oficinas de la OLP en Washington y regreso del consulado estadounidense para asuntos palestinos en Jerusalén Este. Parece que la parte saudita del “paquete” será una importante ayuda financiera, que rescatará a la Autoridad Palestina de la bancarrota y promoverá proyectos para mejorar la economía, el suministro de energía y agua, el empleo y el nivel vida de los palestinos.

El gobierno israelí, ciertamente con su composición actual, tendrá dificultades para proporcionar estos componentes en el “paquete palestino”. No sólo eso, es posible que el nivel de exigencias de Israel alcance realmente el reclamo de transferir zonas del” Área C” bajo control de Israel al control y responsabilidad de la Autoridad Palestina. Esto, como prueba de un cambio de dirección por parte del gobierno israelí: de llevar a cabo medidas de “Anexión progresiva” a crear las condiciones para un futuro acuerdo, basado en el concepto de dos Estados.

El acuerdo de normalización emergente debe verse como una oportunidad para rescatar a Israel (que no puede rescatarse a sí mismo) de la pronunciada pendiente por la que se desliza hacia la realidad de “un solo país” (una situación a la que se opone la mayoría del público en Israel). Para ello, es necesario promover un acuerdo transitorio con la Autoridad Palestina, centrado en la transferencia de áreas más que simbólicas, es decir, entre el 15 y el 30 por ciento del Área C, al control de la Autoridad, junto con la congelación de la construcción en los asentamientos fuera de los bloques y al este de la ruta de la barrera de seguridad, así como la eliminación de los puestos de avanzada ilegales. Para fortalecer la imagen de Israel -judía, democrática y segura- el objetivo es detener la deriva hacia la realidad de “un Estado” mediante medidas de separación política, geográfica y demográfica de los palestinos. Un acuerdo que incluiría la transferencia de territorio al control palestino aumentaría las compensaciones de Arabia Saudita hacia Israel y abriría la puerta a su integración en la región, pero sólo sería posible sujeto a un cambio en la composición del gobierno de Israel.

“Las opiniones expresadas en las publicaciones del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional o CIDIP son responsabilidad exclusiva de los autores”.

Sobre los autores:


Brigadier (Res.) Udi Dekal

El Brigadier (res.) Udi Dekal se incorporó al Instituto de Estudios de Seguridad Nacional en 2012 como investigador. Fue director del instituto durante unos diez años y actualmente dirige los programas para el ámbito palestino. Se desempeñó como jefe de la Dirección de Negociaciones con los Palestinos, bajo el Primer Ministro Olmert, como parte del proceso de Annapolis. Dekal ocupó una larga serie de cargos en las FDI en los campos de inteligencia, cooperación militar internacional y planificación estratégica. Fue el jefe de la división estratégica en la división de planificación del Cuartel General. Antes de eso, fue jefe de la división de relaciones exteriores y comandante de la unidad de enlace para extranjeros en el ala de operaciones y jefe del departamento de investigación en la división de inteligencia de la Fuerza Aérea. Dekel encabezó el comité tripartito de Israel ante la ONU y Líbano tras la Segunda Guerra del Líbano y jefe de los comités militares con Egipto y Jordania, así como de los grupos de trabajo de coordinación estratégico-operativa con EE.UU. Participó en el comité de actualización del concepto de seguridad (2006) y coordinó la formulación de la estrategia de las FDI.


Yoel Gozhansky

El Dr. Guzhansky es el jefe de la arena regional y el jefe del programa del Golfo en el instituto INSS. También presenta la serie semanal ‘Tuesday Noons’ como la principal plataforma de discusión del instituto. El Dr. Guzhansky coordinó el manejo del tema de Irán y del Golfo en el Cuartel General de Seguridad Nacional en la Oficina del Primer Ministro. Sirvió bajo cuatro Primeros Ministros. Además, asesoró a varios ministerios gubernamentales, incluido el Ministerio de Asuntos Estratégicos y el Ministerio de Asuntos de Inteligencia. Su investigación se centra en la seguridad, la política y la economía del Golfo, pero también incluye temas estratégicos en el Medio Oriente, como la estabilidad del régimen y la proliferación nuclear.El Dr. Gozhansky es miembro visitante del Middle East Institute en Washington, D.C., y se ha desempeñado como miembro visitante de la Institución Hoover de la Universidad de Stanford, así como miembro del Instituto de Israel y ganador del Premio Fulbright en nombre del gobierno estadounidense.

 
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