En semanas recientes se han suscitado una serie de circunstancias que podrían marcar un giro en la dinámica actual del Medio Oriente. En primer lugar, en una entrevista con la cadena estadounidense Fox, el príncipe heredero de Arabia Saudita y gran reformador del país en la actualidad mencionó que las puertas hacia una negociación con Israel estaban abriéndose, o que no se cerraban a esta posibilidad sin dejar de lado el compromiso que los saudíes han asumido en cuanto al tema palestino.
Al mismo tiempo, el ministro de Exteriores del Reino, Faisal bin Farhan hacía mención en la Asamblea General de las Naciones Unidas que no puede haber paz en la región sino se libera de armas nucleares y además señaló que la seguridad regional se compromete mientras no se logre una solución justa e integral a la cuestión palestina, basado en las fronteras de 1967 (de conformidad con la resolución 242) y con Jerusalén Oriental como su capital, a diferencia de Bin Salman, Faisal no menciona a Israel en su discurso, lo cual señala que el mensaje de las negociaciones puede estar presente, pero el precio a pagar no solo por el gobierno israelí y estadounidense podría tener una serie de cláusulas.
En primer lugar, fuera del detalle del tema palestino, se ha abierto la posibilidad que Arabia Saudita pueda desarrollar energía nuclear en la región, uno de esos cuestionamientos que se le plantean a la República Islámica de Irán. Han sido directos en que permitirán eventualmente la presencia del Organismo Internacional de Energía Atómica para supervisar sus gestiones, insisten en que lo harán de modo civil (tal y como lo dice Irán), sin embargo, si sienten que el gobierno de Teherán impulsa el desarrollo de armas nucleares, no descartan ellos hacer lo mismo para equilibrar las fuerzas, lo cual en una región tan volátil es un riesgo extremadamente alto.
Con respecto a lo anterior, no se puede descartar que Irán ha amenazado a otro miembro de las Naciones Unidas con destruirle y que su desarrollo nuclear eleva este riesgo aun más, pero dotar de capacidades similares al gobierno de Riad no sería compensatorio, por el contrario, dos errores no hacen un acierto en este caso, porque si bien el planteamiento saudí nace de un deseo de “diversificar” su producción energética, no ha descartado seguir los pasos de un gobierno iraní hostil y nuclear.
En segundo lugar, en cuanto al tema palestino, los saudíes y los iraníes (entre otros actores regionales) buscan tener este tópico en su radar debido a la importancia desde un punto de vista ideológico – religioso. Por un lado, temen un desastre político y estructural una vez que el presidente Abbas no sea más presidente de la Autoridad Nacional Palestina.
A la vez no quieren permitir que la contraparte logre tener más influencia, lo que a la vez se suma que para Israel es importante el interlocutor que está al frente, así sea para coordinar lo mínimo como se hace actualmente a través de COGAT y se podría incurrir nuevamente en caos por el enfrentamiento entre agrupaciones paramilitares palestinas contra Israel y atentados terroristas como los vividos durante las sangrientas intifadas con resultados nefastos principalmente para las poblaciones civiles y en particular las palestinas en los territorios, por esto se anticipan en tener influencia sobre un eventual nuevo liderazgo o ser administradores de la crisis desde sus trincheras.
A pesar de esto, el tema palestino se ha transformado en un elemento accesorio de las causas de los países del mundo árabe; no así para los iraníes, y por esta razón incluso las agendas de negociación árabes – israelíes se han “despalestinizado” y a través de medidas alternas desde una perspectiva económica, de insumos y demás se han gestado normalizaciones de países del Golfo con Israel como Emiratos Árabes y Bahréin.
Pese a esto, Arabia Saudita quiere dar guiños de ser el liderazgo árabe que debe estar tutelando el impulso de un eventual Estado palestino, por esto mientras por un lado se nombraba a Nayef al-Sudairi como embajador del reino en Palestina y cónsul general de Jerusalén (no residente, sino que se encuentra en Jordania), también esta semana fue la primera visita de un ministro israelí a territorio saudita con la presencia de Haim Katz en una reunión de UNESCO pese a que aún no normaliza relaciones con Israel, lo que significa un cambio de dinámica por dónde quiera que se analice.
En esta región el cambio es una constante, las muestras de fuerza y de poder son una forma de preservar el respeto y restaurar el honor, por esto no solo se trata de entender el contexto, sino el lenguaje de lo que se quiere transmitir, hoy se presentan cambios que hace tres décadas nadie imaginaba, pero tiene un precio, el asunto siempre será hasta dónde se está dispuesto a pagar o apostar por generar este cambio, al descifrar esto se puede después plantear hacia dónde va la región.
Bryan Acuña Obando
Estudiante de Maestría en Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional (Costa Rica), especializado en la temática de Oriente Medio.
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