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| domingo abril 28, 2024

KI TISA 5784


B’H

Exodo  30:11-34:35

El Pueblo de Israel recibe el mandamiento de contribuir, cada uno, con medio shekel de plata para el Santuario. También son dadas las instrucciones para construir el kior, una gran vasija de agua para el Santuario, junto con el aceite de unción y el incienso. Los artesanos “sabios de corazón” Betzalel y Ahaliav son puestos a cargo de la construcción del Santuario; el pueblo es mandado nuevamente a observar el Shabat.

Cuando Moshé no vuelve en el momento esperado del Monte Sinaí, la gente hace un Becerro de Oro y lo adora. Moshé desciende del monte cargando las Tablas del Testimonio grabadas con los Diez Mandamientos; viendo a la gente bailar alrededor de su ídolo, rompe las Tablas, destruye el Becerro de Oro y manda a matar a los principales líderes de la revuelta contra Di-s. Di-s se propone destruir a la nación errante de Israel, pero Moshé intercede por ellos y dice: “Si no los perdonas, bórrame de Tu libro que has escrito”. Di-s perdona, pero dice que los efectos del pecado serán sentidos por muchas generaciones. Primero, Di-s propone mandar Su ángel junto a la gente para guiarlos, pero Moshé insiste que Di-s Mismo los acompañe hasta la Tierra Prometida. Moshé prepara un nuevo juego de tablas y sube la montaña una vez más, donde Di-s reinscribe el pacto en estas Segundas Tablas. En la montaña, Moshé es agraciado con la visión de los Trece Atributos de Misericordia Divinos. Tan radiante es el rostro de Moshé a su regreso del monte, que debe cubrírselo con un velo, el cual quita sólo cuando habla con Di-s y para enseñarle la ley al pueblo.

 

ALGO VISIBLE

Hacía muy poco que el pueblo de Israel había presenciado la revelación de Di-s en el Monte Sinaí, hacía muy poco tiempo que habían gritado al unísono “¡Haremos y escucharemos!” y, de pronto… hacían un ídolo y al adorarlo gritaban “¡Estos son tus dioses Israel, que te sacaron de la tierra de Egipto!” ¿Cómo es posible que tras llegar a las alturas a las que habían llegado con la entrega de la Torá, cayeran tan bajo?

Todavía estaban en su carne y en su mente las señales de la esclavitud, todavía tenían mentalidad de esclavos, no estaban preparados, como sí lo estuvo la generación posterior, la que entró a la Tierra de Israel, para aceptar que hay algo más allá de lo meramente material. Y esta es la diferencia entre el esclavo y el hombre libre: el esclavo piensa en el descanso y la comida, nada más, solo satisfacer sus necesidades físicas. El hombre libre puede darse el lujo de soñar, de elevarse, de cultivarse. Esto es lo que ocurrió con el Becerro de Oro. El pueblo era, en definitiva, una masa de esclavos recién liberados, por ende no podían concebir algo más allá de lo físico, de ahí que exigieran dioses materiales a los que pudieran ver y tocar.

Muchas veces se ha dicho que de lo ocurrido con nuestros antepasados debemos extraer enseñanzas para nosotros. Tenemos dos opciones en estos momentos: Seguir siendo esclavos que necesitan adorar al Becerro de Oro de nuestros tiempos (los bienes que nos ofrece la sociedad de consumo, las comodidades físicas, el status social, etc), o transformarnos en hombres libres, elevándonos espiritualmente, hasta convertirnos en una morada para que el Creador resida entre nosotros.

 

¿Qué es la «vaca roja» ?

La «vaca roja» (Pará Adumá) era uno de los elementos esenciales de purificación en el Templo Sagrado – en el Beit Hamikdash. Este animal es extremadamente raro. Tiene que ser completamente roja e incluso sus pelos deben ser rojos, sin excepción, y no puede haber trabajado en toda su vida. Cuando una vaca como esta era encontrada, era sacrificada en un lugar cercano al Templo, y sus cenizas, mezcladas en agua y otros ingredientes, eran usadas para purificar a las personas que se quedaron ritualmente impuras por haber tenido contacto con algún cadáver o similares. Aquella persona que era salpicada por el agua tendría que pasar por un proceso de purificación y al término del séptimo día estaba nuevamente pura.

El precepto de la «vaca roja» se encuentra en la categoría de «Jukim – decretos», o sea, las leyes que no somos capaces de entender. Existen preceptos que cumpliríamos de cualquier manera por que sean básicas de la civilización humana, u otras que no cumpliríamos solos, pero somos capaces de entender un poquito de su inmenso significado. Sin embargo, la «vaca roja» esta además de nuestra capacidad de comprensión, y a cumplimos por ser la Palabra Divina, que con certeza tiene un significado muy especial.

En la historia del pueblo judío hubo solamente nueve vacas rojas que se utilizaron para purificar al pueblo. La décima vendrá junto al Mashíaj, que esto sea pronto. Ahora bien, cuando el Gran Templo de Jerusalén estaba de pie, el pueblo traía la ofrenda de Pesaj, para lo que era requisito estar ritualmente puro. Esa es la razón por la que leemos la sección de la vaca roja en la Torá antes de Pesaj. De alguna manera, cada persona debe «purificarse» a si misma, limpiando su cabeza de ciertos pensamientos y midiendo más sus acciones. (www.es.chabad.org)

 

La muerte no es el final

Por Naftali Silberberg

Cuando Di-s le enseñó a Moshé las leyes de pureza espiritual, Él le dijo tanto la manera como cada tipo de contaminación es contraída, cómo es su único y exclusivo proceso de purificación. Cuando Di-s retransmitió las leyes de la persona que se vuelve impura por medio del contacto con un cuerpo muerto, el rostro de Moshé empalideció. “¡Dueño del Universo!” exclamó, “Si uno se contamina de esta forma, ¿Cómo puede purificarse?” (Midrash)

Este Shabat leemos sobre el proceso de purificación de la Vaca Roja. Hay muchas formas de impureza espiritual, variando en gravedad. El tipo más severo de impureza se contrae a través del contacto con un cuerpo muerto. En los tiempos de antes, para poder permitirse el acceso al Templo Sagrado, alguien que contraía esta impureza debía ser purificado por medio del salpicado de agua mezclada con las cenizas de una vaca roja. Leemos esta porción ahora, como preparación al ayuno que precede a la festividad de Pesaj; nos recuerda la necesidad de adquirir pureza espiritual que nos garantice la entrada al Templo durante la festividad próxima. Cuando Di-s le enseñó a Moshé las leyes de pureza espiritual, Él le dijo tanto la manera como cada tipo de contaminación es contraída, cómo es su único y exclusivo proceso de purificación. Cuando Di-s retransmitió las leyes de la persona que se vuelve impura por medio del contacto con un cuerpo muerto, el rostro de Moshé empalideció. “¡Dueño del Universo!” exclamó, “Si uno se contamina de esta forma, ¿Cómo puede purificarse?” (Midrash)

La Torá es eterna. A pesar de que ciertas mitzvot, como ser todos los mandamientos relacionados con el Templo, están restringidas a tiempos y condiciones específicas, todos contienen un mensaje que es aplicable para todos en todos los tiempos. En Pesaj, la “Temporada de nuestra Liberación”, buscamos redención personal. Buscamos dirigir lo espiritual y llenar nuestras vidas; liberarnos de nuestro “Faraón interno” que intenta bloquear nuestro camino hacia el Monte Sinaí y nuestro recibimiento de la Torá. Nuestras preparaciones para esta redención comienzan con el servicio espiritual de la Vaca Roja.

Moshé tenía un profundo entendimiento sobre la naturaleza de la muerte, un entendimiento que lo llevó a su asombro frente al prospecto de cualquier tipo de purificación para una impureza que se contrae por un cuerpo. “Pero tú que te adhieres al Señor tu Di-s estás vivo, todos ustedes, este día”. Di-s es la fuente de toda vida; por lo tanto, todo el que está conectado con Él está vivo. Por eso, es que nuestros Sabios nos dicen “Gente justa, incluso luego de su fallecimiento, son considerados vivos. Gente malvada, incluso cuando están “vivos” son considerados muertos”.

La impureza que se contrae a través de la asociación de un cuerpo es tan grave, ya que es una metáfora para uno que se ha cortado completamente de su línea de vida, una persona cuya vida está totalmente desprovista de propósito Divino. ¡Incluso Moshé no podía imaginar un proceso de purificación que pueda contrarrestar tan grave impureza! Pero, como Di-s gentilmente le explicó a Moshé, la vida luego de la muerte sí existe. Al seguir el procedimiento de la Vaca Roja, la persona inanimada espiritualmente puede comenzar a disfrutar de una vida plena, rica en propósito y sentido. La exclusividad de la Vaca Roja, su cualidad que permite imbuir vida dentro de una carcasa espiritual, es su absurdo: es una Mitzvá que no tiene ningún sentido. Cuando el Rey Salomón, el hombre más sabio de todos, reflexionó sobre esta Mitzvá, exclamó; “Yo dije “me convertiré en sabio”, pero esto va más allá de mi”. Muchas Mitzvot son difíciles de comprender, pero está realmente se lleva la torta. Uno que está totalmente separado de su fuente Divina sólo puede restablecer la conexión a través de su total entrega a Di-s. Esta entrega incluye seguir a Di-s rigurosamente, ya sea si es conveniente, cómodo, sensible o no. El intelecto finito humano ciertamente no es un vehículo con el cual uno pueda conectarse con el Di-s infinito.

La redención de Pesaj es accesible para todos. Sin embargo, primero uno debe volver a conectarse con nuestra fuente de vida a través de internalizar la enseñanza de la Vaca Roja. (www.es.chabad.org)

El enojo: su uso y abuso

Rav Jonathan Sacks

 

Comparando dos de los eventos más famosos en la Torá, enfrentamos lo que parece ser una clara contradicción. En la parashá de esta semana, Moshé está en la cima de la montaña y Dios le dice que baje al pueblo. Han hecho un becerro de oro. Moshé desciende, sosteniendo en sus manos el objeto más sagrado de todos los tiempos, las dos Tablas grabadas e inscriptas por Dios mismo.

Al llegar al pie de la montaña, ve al pueblo bailando alrededor del becerro. Enojado, arroja al suelo las Tablas que se quiebran en pedazos (Éxodo 32:19). Esta fue una expresión pública de enojo. Sin embargo, Moshé no es criticado por este acto, llevado a cabo por su propia decisión.(1) Resh Lakish, al comentar sobre el versículo en el cual Dios le ordena a Moshé grabar nuevas tablas para reemplazar las que «tú rompiste» (Éxodo 34:1), dice que, en efecto, Dios dio Su aprobación al acto de Moshé.(2)

Los Sabios van todavía más lejos. Los versículos finales de la Torá declaran: «Y no se levantó nunca más un profeta en Israel como Moshé, que conoció a Dios cara a cara… y en toda la mano poderosa y en todo ese gran pavor que Moshé realizó ante los ojos de todo Israel» (Deuteronomio 34:10-12). Sobre la frase «mano poderosa», los Sabios dicen que esto se refiere al quiebre de las Tablas.(3) En otras palabras, esto se considera como uno de sus grandes actos de valentía y liderazgo.

Muchos años más tarde, Moshé enfrentó otra crisis. El pueblo había llegado a Kadesh. Allí no había agua. El pueblo se quejó. Una vez más, Moshé manifestó su enojo. Dios le dijo que le hablara a la roca, pero él la golpeó dos veces, y salió agua. Sin embargo, esta vez en vez de elogiarlo por lo que había hecho, Dios le dijo: «Porque no confiaron en Mí para santificarme a los ojos de los israelitas, por ello no llevarán a esta congregación a la Tierra que Yo les he entregado» (Números 20:12).

Las dificultades de este pasaje son conocidas. ¿Cuál fue el pecado de Moshé? ¿Acaso el castigo no fue desproporcionado? Sin embargo, ahora sólo quiero comparar estos dos eventos. En ambos casos, el pueblo estaba saliéndose de control. En ambos casos, Moshé expresó un gesto de enojo. ¿Por qué uno fue elogiado y el otro condenado? ¿Por qué una expresión de enojo fue adecuada en un caso pero no en el otro? ¿Acaso siempre está mal que un líder manifieste enojo, o a veces es necesario?

La respuesta la brinda Maimónides en su código de la ley, Mishné Torá. En sus Leyes del Carácter, Maimónides nos dice que en general, en la vida emocional debemos seguir el camino medio. Pero hay dos emociones sobre las cuales Maimónides dice que no se debe seguir el camino medio, sino que hay que esforzarse por eliminarlas por completo de nuestra vida emocional: el orgullo y el enojo. Sobre el enojo, dice:

El enojo es una tributo extremadamente malo, y uno debe distanciarse de él yendo hasta el otro extremo. Uno debe acostumbrarse a no enojarse, ni siquiera por algo en lo cual el enojo sería la respuesta apropiada… Los antiguos sabios dijeron: «Quien cede al enojo es como si hiciera idolatría». También dijeron: «Quien cede al enojo, si es sabio, la sabiduría lo abandona, y si es un profeta, la profecía lo abandona». Y «La vida de una persona irascible no es vida». Por lo tanto, nos han instruido que debemos mantenernos muy lejos del enojo, acostumbrándonos a mantener la calma incluso ante las provocaciones. Este es el camino correcto.(4)

Sin embargo, Maimónides agrega algo importante:

Si alguien quiere inculcar reverencia en sus hijos y su familia, o en público si es el director de la comunidad, y su deseo es demostrarles su enojo para ayudarlos a regresar a lo correcto, debe mostrarse ante ellos como si estuviera enojado para reprenderlos, pero por dentro debe mantener la calma como si estuviera actuando el personaje de un hombre enojado, pero en realidad no está en absoluto enojado.(5)

De acuerdo con Maimónides, la emoción del enojo siempre es la respuesta incorrecta. Puede que no seamos capaces de evitar sentirlo, pero debemos tener consciencia de que mientras dura estamos en manos de una emoción que no podemos controlar. Eso es lo que hace tan peligroso al enojo. Usando la terminología de Daniel Kahneman, se trata de pensar rápido cuando deberíamos pensar lentamente.

Entonces, ¿qué podemos hacer? Maimónides, aquí y en alguna otra parte, adopta una postura que ha sido reivindicada por los descubrimientos de los neurocientíficos sobre la plasticidad cerebral. Un entrenamiento intensivo durante un período prolongado establece nuevas conexiones en nuestros circuitos neuronales. Podemos desarrollar nuevos patrones de respuesta, inicialmente a través de un intenso autocontrol, pero eventualmente a través del hábito. Esto es particularmente difícil de hacer en el caso del enojo, por lo que tenemos que trabajar muy duro para eliminarlo de nuestro repertorio emocional.

Sin embargo, Maimónides nos dice que hay una diferencia fundamental entre sentir enojo y expresarlo. A veces es necesario que un padre, un maestro o un líder demuestren enojo, que se vean enojados a pesar de no estarlo. Esto tiene el efecto de sorprender e impactar. Cuando alguien con autoridad expresa enojo, la persona o el grupo hacia quien se dirige ese enojo se encuentra en peligro, y lo sabe. Es casi como administrar un shock eléctrico, y a menudo esto es efectivo para volver a encauzar a una persona o a un grupo. Sin embargo, es una estrategia muy peligrosa. Existe el peligro de provocar una respuesta de ira, empeorando la situación en vez de mejorarla.(6) Es un arma que debe usarse en pocas ocasiones, pero a veces es la única salida.

La pregunta clave es: ¿este es un momento en el que es necesario mostrarse enojado o no? Esto requiere un minucioso análisis. Cuando el pueblo bailaba alrededor de un ídolo, el enojo fue la respuesta correcta. Pero cuando no había agua y el pueblo lloraba de sed, fue una respuesta equivocada.(7) Su necesidad era real, incluso si no la expresaron de la forma adecuada.

Para resumir: nunca debemos sentir enojo, pero hay veces en las que debemos mostrarlo. Estas son raras ocasiones y muy alejadas, pero existen. Esto lo digo debido a una experiencia que tuve y que cambió mi vida.

En una época, yo fumaba en pipa. No era correcto y lo sabía. Hay una mitzvá de cuidar tu salud, y fumar te daña en múltiples aspectos. Sin embargo es una adicción, y puede resultar muy difícil curarse incluso cuando tienes plena consciencia de cuánto te daña a ti y a los demás. Durante años traté de dejar de fumar, pero una y otra vez fracasaba. Entonces alguien que respeto mucho se enojó conmigo. Fue un enojo frío, pero sentí como si me hubiera dado una bofetada.

Eso me curó. El shock fue tan grande que dejé de fumar y nunca volví a hacerlo. La experiencia de recibir el enojo de alguien cambió mi vida. De hecho, puede que me haya salvado la vida.

Fue un descubrimiento difícil. Como líder, a menudo recibes el enojo de la gente. Aprendes a vivir con eso y no dejas que te deprima ni te afecte. Pero cuando alguien que claramente se preocupa por ti se enoja contigo, no porque no está de acuerdo contigo, sino sólo porque ve que te estás haciendo daño, eso puede cambiar tu vida como pocas cosas pueden hacerlo.

Entonces también llegas al punto de la distinción de Maimónides. El enojo terapéutico, si podemos llamarlo así, no surge de la emoción sino de un juicio cuidadoso y deliberado respecto a que eso es lo que hace falta en ese momento en esa situación. La persona que provoca el shock no siente tanto el enojo sino que lo manifiesta. Eso es lo que hace que sea mucho más impresionante.

Hay familias y culturas en las que el enojo se usa demasiado a menudo. Esto es abusivo y dañino. El enojo es malo para la persona que lo siente y a menudo también para aquél que lo recibe. Pero a veces hay situaciones que lo exigen, cuando dejar pasar el mal comportamiento del otro es dañino, y excusarlo se transforma en una forma de codependencia. Los amigos y la familia, al intentar ser bondadosos y tolerantes, de hecho facilitan que la persona siga adicta a los malos hábitos, poniendo en riesgo su propia felicidad y la de los demás.

Maimónides nos enseña que debemos tratar de conquistar nuestros sentimientos de enojo. Pero cuando vemos a alguien o a un grupo actuar erróneamente, puede que sea necesario manifestar enojo incluso si no lo sentimos. La gente a veces necesita un sacudón que la ayude a cambiar su vida.(Aishlatino.com)

 

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