Uno de los más profundos secretos del judaísmo es sod haibur, literalmente «el secreto de la intercalación», la reconciliación de los calendarios solar y lunar. La necesidad de esta reconciliación es singular de la fe judía.
El calendario solar periódicamente necesita un «día bisiesto» el 29 de febrero. Siete veces cada 19 años, el calendario judío necesita un «mes bisiesto», como ocurre en este año. El mes bisiesto del calendario hebreo es siempre el mes de adar. Sólo al ver la superficie de cómo se determina todo esto, uno se queda asombrado. La intrincada ciencia y la filosofía detrás del sod haibur, «el secreto de la intercalación» puede dejarte sin palabras.
Este año hay dos meses de adar: adar 1 y adar 2. La necesidad periódica de agregar un mes al calendario hebreo se basa en Deuteronomio 16:1, que requiere que la festividad de Pésaj siempre tenga lugar en la primavera.
Un calendario basado únicamente en el ciclo lunar llevaría a que Pésaj se alejara de la primavera
El calendario islámico es estrictamente lunar. Su mes sagrado de ramadán constantemente se va corriendo hacia atrás, hasta que eventualmente da toda la vuelta alrededor del calendario solar. El judaísmo necesita una excepción a su ciclo lunar para garantizar que Pésaj todos los años caiga en la primavera.
La solución es agregar un «mes bisiesto». Cada tanto, a medida que el ciclo lunar empuja el mes en el que cae Pésaj hacia el invierno, se debe agregar un mes adicional. Esto vuelve a empujar a Pésaj hacia adelante, a la primavera.
Obviamente que la primavera es una estación del calendario solar. Por lo tanto, el agregado de un mes bisiesto es una reconciliación de los calendarios lunar y solar. Esto es la «intercalación».
Pasar la intercalación del principio a la práctica es desconcertante. ¿Con qué frecuencia se agrega un mes bisiesto? ¿Cuántos días debe tener? Y, en general, ¿cómo es posible estandarizar cualquier mes en el ciclo lunar?
Esta pregunta surge del hecho de que ningún mes lunar corresponde con un mes solar. Los meses solares tienen 30 o 31 días (y en un caso, febrero, 28 o 29 días). Pero un mes lunar tiene 29,5 días solares. Un número impar. Esto significa que el calendario lunar requiere más que la simple adición de un mes extra («bisiesto») cada tanto. El cálculo debe ser más sofisticado. Cualquier día que se agregue al calendario solar es, por definición, en «días solares completos», pero el tiempo lunar por el cual compensa el mes adicional no puede tener días solares completos.
Para entender exactamente cuán a menudo se debe agregar un mes bisiesto al calendario lunar, y exactamente cuántos días solares necesita desplazar, un requisito previo es un cálculo preciso del mes lunar.
Aquí es donde comienza el secreto más profundo del judaísmo.
Antes de los satélites, antes de los telescopios, antes de virtualmente cualquier cosa fuera del ojo humano, los sabios judíos de la antigüedad calcularon el mes lunar de 29,53059 días. ¡La diferencia es 00,000002 = dos millonésimas partes de un día!
De acuerdo con las medidas derivadas a partir de los satélites que orbitan alrededor de la tierra, el mes solar tiene exactamente 29,530588 días. Cuando se originó el calendario judío en la antigüedad, no había satélites, computadoras, ni siquiera reglas de cálculo. No había telescopios ni relojes. Imagínate observar el cielo, careciendo incluso de los más rústicos instrumentos astronómicos, y calcular la duración del mes lunar.
Antes de los satélites, antes de los telescopios, antes de virtualmente cualquier cosa fuera del ojo humano, los sabios judíos de la antigüedad calcularon que el mes lunar tenía 29,53059 días.
29,53059 = la medida de los Sabios
29,530588 = la medida de los satélites
¡La diferencia es de 00,000002 = dos millonésimas partes de un día! Esa era la sabiduría de los antiguos sabios judíos.
Otras personas en la antigüedad también calcularon la duración del mes solar y también llegaron muy cerca de la medida satelital, pero no tan cerca como los antiguos sabios judíos. Su sabiduría era el Nivel 1 de sod haibur, «el secreto de la intercalación».
El Nivel 2 de este profundo secreto es el antiguo tema de la omnisciencia Divina vs la libertad humana. Si Dios sabe todo, Él sabe de antemano lo que cualquier ser humano puede llegar a «elegir».
El conocimiento previo de Dios es determinativo. En otras palabras, la persona no tiene libre albedrío. Pero el judaísmo valora tanto la omnisciencia determinativa de Dios como el libre albedrío humano.
El sol representa la estabilidad, algo fácilmente medible, el determinismo. Eclesiastés nos dice que «no hay nada nuevo bajo el sol» (1:9). En Salmos dice sobre el sol: «el sol sabe [el momento regular] en que aparece» (100:14). El sol es como siempre fue y como siempre será. Determinismo.
La aparición de la luna no es regular. Ella representa lo impredecible, la dificultad de medirlo, la libertad. La unidad de medida del sol es el año; en hebreo, «shaná», una palabra que también connota «repetición» = determinismo.
El secreto más profundo es la combinación del determinismo y la libertad, representada por la reconciliación de los calendarios solar y lunar.
La unidad de medida de la luna es el mes; en hebreo «jodesh», palabra connota «novedad» = la libertad.
El secreto más profundo es la combinación del determinismo y la libertad, representada por la reconciliación de los calendarios solar y lunar. La guía Divina («determinismo») coexiste con la responsabilidad humana («libertad»).
Rav Aharón Lopiansky observó que la humanidad tiende hacia uno u otro eje, hacia el determinismo o la libertad. O que Dios está en control, la libertad humana es una ilusión, la vida es una tragedia, el esfuerzo moral es un desperdicio (o como dijo Camus, no tiene significado): determinismo. O: el hombre tiene el control, la dirección Divina es una ilusión, la vida glorifica lo exitoso, el esfuerzo moral es una medida de preferencia: libertad.
La perspectiva judía no es uno u otro, determinismo o libre albedrío. La perspectiva judía es ambas cosas.
El «secreto de la intercalación» es la combinación de la determinación Divina, la mano que guía de Dios, y la libertad de elección y la responsabilidad del hombre representadas en la interrelación del sol y la luna.
El pueblo judío acepta ambas cosas, y este es el nivel 2 del secreto más profundo del judaísmo.
FUENTES: Jeffrey Satinover, MD, Cracking the Bible Code, págs. 80-83; Aaron Lopiansky, “Sod Ha’ibbur: New Moons, Solar Cycles, and Sacred Emanations of the Soul,” the Jewish Observer (Febrero del 2000).
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