La ofensiva en curso no es probable que altere fundamentalmente el panorama en el frente sur – donde el objetivo de Israel es mantener lo más lejos posible tanto a los iraníes como al Estado Islámico.
Una fuerza que consta de combatientes de Hezbollah, la Guardia Revolucionaria iraní y soldados del régimen sirio lanzó una ofensiva esta semana al suroeste de Damasco, en dirección de la provincia de Quneitra y los Altos del Golán. Su objetivo es recuperar el territorio perdido ante los rebeldes sirios y los jihadistas en el último año, y establecer una fuerte línea defensiva frente a la capital.
En las provincias de Quneitra y Deraa, cerca de las fronteras con Israel y Jordania, la guerra siria se caracteriza por dinámicas significativamente distintas en comparación con otras partes de este fragmentado país. La zona está completamente cerrada a la prensa, lo que puede explicar en parte la falta de atención de los medios de comunicación; además, el Estado Islámico no es un factor importante entre las fuerzas anti-régimen.
En esta zona se ha establecido una zona de amortiguamiento no declarada, de facto, tanto por parte de Jerusalén como de Ammán, como parte de un esfuerzo más amplio que incluye a actores occidentales y regionales. El régimen y sus aliados están tratando de recuperar terreno en esta zona.
La guerra en el sur se libra entre un lado «gobierno», que incluye una muy alta presencia de Hezbollah y personal iraní; y un lado «rebelde», cuyos componentes tienen importantes vínculos con gobiernos vecinos y occidentales.
La ausencia del Estado Islámico no significa que los rebeldes del sur sólo están constituidos por combatientes moderados, no islamistas, largamente buscados por los partidarios de la oposición siria; más bien, son una mezcla.
El «Frente Sur», encabezado por Bashar al-Zoubi – un ex oficial de alto rango del ejército sirio que desertó hacia los rebeldes a principios de la guerra – es la última unión poderosa de combatientes no islamistas en el lado rebelde en la Siria de hoy.
Pero el salafista «Frente Islámico», que apoya la creación de un estado basado en la Sharia, también está presente en estas áreas – como lo es Jabhat al-Nusra, la franquicia siria de al-Qaida.
Pueden discernirse los contornos de una compleja red de estructuras de apoyo a los rebeldes en el sur, con participación de organismos de una variedad de gobiernos regionales y occidentales. La existencia de una sala de operaciones en Ammán que reúne a representantes de 14 países para coordinar la ayuda a los rebeldes del sur ha sido informado por una variedad de medios de comunicación regionales; entre los países representados están EE.UU., Francia, Jordania, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita.
Unidades rebeldes dentro del Frente Sur, examinados por EE.UU., han recibido sistemas de armas sofisticadas, incluyendo misiles antitanque BGM-71 TOW.
El Frente Sur, claramente, ha sido seleccionado por occidente y sus aliados locales como su agente preferido para la inyección de ayuda y apoyo activo a los rebeldes, y hay una serie de razones para ello.
En el nivel más simple, la zona sur es la única en la que las fuerzas rebeldes árabes no jihadistas han logrado mantenerse en existencia. En las primeras etapas de la guerra, el sur de Turquía fue un punto focal para los esfuerzos regionales para ayudar a los rebeldes; pero hoy en el norte de Siria, las fuerzas significativas son Jabhat al-Nusra en el noroeste, y el kurdo YPG y el Estado Islámico más al este. Nusra, en los últimos meses, ha logrado importantes avances contra los restos de los rebeldes no jihadistas en la provincia de Idlib.
En el este, sólo hay Estado Islámico; en la zona fronteriza occidental, Nusra y el Estado Islámico se combinan en un esfuerzo por llevar la guerra a Líbano.
Esto deja el sur, donde durante un tiempo asociaciones tribales y familiares formaron un baluarte contra los jihadistas.
Además, sin embargo, la ayuda occidental, jordana e israelí a los rebeldes en el sur se deriva de la necesidad urgente – cuando Irán y Hezbollah, por un lado, y el Estado Islámico por el otro, constituyen inminente peligro.
En el lado del régimen, el Presidente sirio Bashar Assad ya no puede dictar la dirección de los acontecimientos; el dictador está hoy en el poder en partes de Siria debido a la ayuda que le proporcionan los iraníes y su apoderado Hezbollah.
Esto significa que los iraníes están tratando de desarrollar la zona este de los Altos del Golán como un trampolín para las operaciones contra Israel (contrariamente a la práctica histórica del régimen de Assad, que era mantener la zona tranquila y aplicar presión en otras partes). La muerte del general de la Guardia Revolucionaria iraní y otros, el 18 de enero, fue una medida en el esfuerzo israelí de evitar esto.
El Estado Islámico, mientras tanto, puede haber sido mantenido fuera del sur, por el momento, pero esto es probablemente sólo una cuestión de tiempo; su potencial aparición en esta zona es una perspectiva alarmante para los jordanos – y también para Israel. Por lo tanto, ambos países tienen un interés inmediato y pragmático en el desarrollo de una zona de amortiguación de facto, frente a estas dos fuerzas hostiles, en las zonas fronterizas colindantes del sur de Siria.
De ahí el gran interés de Jordania en apoyar al Frente Sur – y de ahí el esfuerzo israelí de construir y mantener la comunicación y dar ayuda y tratamiento médico a los combatientes rebeldes al este del cruce de Quneitra.
El establishment israelí está dividido en cuanto a la sabiduría de esta política, y en cuanto al alcance preferido de la misma.
Las preocupaciones se relacionan con las borrosas divisiones entre combatientes no-jihadista y jihadistas que operan en el sur.
Jabhat al-Nusra no es un enemigo, sino un camarada de armas, tanto del Frente Islámico como del Frente Sur en el esfuerzo militar contra Assad, los iraníes y Hezbollah; es fuerte en toda Deraa rural y Quneitra, y hasta la frontera.
Por el momento, al menos, el objetivo principal es el enemigo común – pero este momento no necesariamente durará.
Estos cálculos han ayudado a mantener el compromiso de Israel con los rebeldes dentro de proporciones modestas, centradas en el objetivo de mantener al régimen, y por lo tanto a Irán y Hezbollah, tan lejos de la frontera como sea posible.
Estas proporciones modestas son relevantes para la campaña occidental más amplia de apoyo al Frente Sur. En contra de algunas predicciones, en el corto plazo no es probable un empuje rebelde desde esta área en dirección de Damasco; los rebeldes no tienen las armas pesadas y la cohesión necesarias para desafiar al régimen por la capital.
En cualquier caso, como ahora está claro, el gobierno de EE.UU. – que coordina el apoyo – no tiene ningún interés, hasta ahora, en ver la salida de Assad.
La ofensiva, ahora en curso, puede ganar algo de terreno para el régimen, pero es improbable que altere fundamentalmente el panorama en el frente sur. Hasta ahora, Israel ha logrado crear una zona de amortiguación de facto a lo largo de la mayor parte de la frontera, diseñada con el modesto pero significativo objetivo de mantener a la mayor distancia posible tanto a los iraníes como al Estado Islámico.
La creación de esta zona refleja el deseo de Israel de mantener el caos regional a una distancia segura.
El manejo cuidadoso de la misma, sin embargo, será necesario para evitar que tenga el efecto contrario.
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
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