En las últimas décadas Israel se ha convertido en una de las mayores potencias tecnológicas del mundo. Con poco más de ocho millones de habitantes – menos que la población de Andalucía – este país cuenta con más de 4.000 empresas tecnológicas y 80 de las 500 mayores corporaciones de todo el mundo tienen en este país filiales dedicadas a la I+D+i.
La gran transformación
¿Pero cómo ha conseguido un país tan pequeño y convulso convertirse en uno de los líderes de la innovación en todo el mundo? Muchos analistas aluden a factores culturales que, sin duda, han tenido una gran influencia en el proceso, pero es innegable que también han tenido mucho que ver en ello determinadas políticas públicas y apuestas institucionales.
Por ejemplo, la promoción del capital riesgo, la ambición por construir un auténtico ecosistema de emprendimiento e innovación o la apertura a los movimientos migratorios son algunas de las claves de este gran éxito económico.
Y es que los resultados no dejan lugar a la duda: desde finales de la década de los 80, Israel ha más que duplicado su población, ha multiplicado por cuatro el número de empleos y ha crecido a una tasa media del 4% anual, de tal forma que su PIB per cápita de 36.000$ es, hoy, superior, por ejemplo, al de España o Italia.
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