[La última resolución de la UNESCO que niega cualquier vínculo judío con el Monte del Templo de Jerusalén, el más importante de todos los lugares sagrados judíos, no es la primera vez que el cuerpo ha tratado de reescribir y falsificar una historia que se remonta a miles de años. La UNESCO había declarado previamente a la Tumba de los Patriarcas en Hebrón (izquierda) como la «mezquita de Abraham», y a la Tumba de Raquel en Belén (derecha) como la «Mezquita Bilal Ibn Rabah». (Fuente de las imágenes: Wikimedia Commons)]
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
La UNESCO ha unido fuerzas con el Estado Islámico. Los fundamentalistas tienen ahora una nueva arma: resoluciones aprobadas por serviles organismos internacionales.
Un anterior retraso y la oposición de la jefa de la UNESCO, Irina Bokova, habían generado esperanzas de que este acto de supremacía jihadista, bárbaro, injusto, y francamente arrogante, podría ser rechazado. No lo fue. Ahora, el mayor y más irresponsable organismo mundial, cuya razón de ser es preservar los sitios significativos, no censurarlos, le dio sanción a una nueva mentira.
Las mentiras de la UNESCO para reescribir la historia, borrando todo rastro de judaísmo y cristianismo, para favorecer una fantasía islámica jihadista, ya estaba en camino en 2015. La UNESCO cambió el nombre de manera fraudulenta a dos sitios judíos bíblicos antiguos, la Tumba de Raquel y la Cueva de los Patriarcas, como sitios islámicos. Históricamente, el Islam ni siquiera existió hasta el siglo VIIº.
Esta es la historia del Islam, la forma en que se apropia – tanto con la jihad dura (la violencia), con la jihad suave (usurpando la historia, la migración [Hégira], infiltración política y cultural), como con la intimidación (jihad suave con amenaza de jihad dura por debajo). Lo que es aún más triste es que, frecuentemente, como con esta votación, se realiza con cooperación de Occidente y sumisión voluntaria.
Antes de que Naciones Unidas, con sus autoritarios y antidemocráticos bloques electorales, termine erradicando la civilización judeocristiana occidental, como claramente está tratando de hacer, es hora de que las democracias occidentales se vayan corriendo, no caminando, antes de que les haga, también a ellos, un daño mayor, como seguramente promete hacer.
La UNESCO, en agosto pasado, tenía previsto votar sobre el estatus histórico del Monte del Templo de Jerusalén y su asociado Muro Occidental. En aquel entonces, este escritor afirmó que el plan de la UNESCO era negar cualquier vínculo judío con éste, el más central de todos los lugares sagrados judíos, arrojar a la basura una historia que se remonta a miles de años, y reivindicar al Monte y al Muro como sitios islámicos.
El Islam cree que es eterno y por lo tanto había precedido a los otros dos grandes monoteísmos, el judaísmo y el cristianismo, a pesar de que sólo se convirtió en visible para el mundo a través de Mahoma en el siglo VIIº DEC, pero con derecho a sacar a codazos a las dos religiones más antiguas.
Las mentiras de la UNESCO para reescribir la historia, borrando todo rastro de judaísmo y cristianismo, para favorecer una fantasía islámica jihadista, ya estaba en camino en 2015. La UNESCO cambió el nombre de manera fraudulenta a dos sitios judíos bíblicos antiguos, la Tumba de Raquel y la Cueva de los Patriarcas – abracadabra – como sitios islámicos. Históricamente, el Islam ni siquiera existió hasta el siglo VIIº.
Esta es la historia del Islam, la forma en que se apropia – tanto con la jihad dura (la violencia), con la jihad suave (usurpando la historia, la migración [Hégira], infiltración política y cultural), como con la intimidación (jihad suave con amenaza de jihad dura por debajo). Lo que es aún más triste es que, frecuentemente, como con esta votación, se realiza con cooperación de Occidente y sumisión voluntaria.
La Tumba de los Patriarcas en Hebrón es ahora, según este organismo, en profundo peligro, supuestamente la «mezquita de Abraham», y la Tumba de Raquel en Belén es supuestamente la «Mezquita Bilal ibn Rabah», a pesar de que nunca podría haber sido una mezquita. Como dice el refrán, «llamar a un gato un cerdo no lo convierten en cerdo».
Ahora, el mayor y más irresponsable organismo mundial, cuya razón de ser es preservar los sitios significativos, no censurarlos, le dio sanción a una nueva mentira
El 13 de octubre se transmitió la noticia de que la UNESCO había aprobado, por mayoría de votos, respaldar esta violación de la historia arqueológica y bíblica. El martes siguiente, la resolución fue aprobada por la junta ejecutiva del organismo. Si esa mayoría, sin embargo, está compuesta por miembros de la Organización de Cooperación Islámica (OIC, un bloque formado por 56 estados islámicos más «Palestina» y, posiblemente, es el mayor bloque en la ONU), un resultado fraudulento como este probablemente no debería ser una sorpresa. Un anterior retraso y la oposición de la jefa de la UNESCO, Irina Bokova, habían generado esperanzas de que este acto de supremacía jihadista, bárbaro, injusto, y francamente arrogante, podría ser rechazado. No lo fue. Después de la votación, Bokova emitió un potente comunicado condenándolo, diciendo, entre otras cosas:
«La herencia de Jerusalén es indivisible, y cada una de sus comunidades tiene derecho al reconocimiento explícito de su historia y su relación con la ciudad. Negar, ocultar o borrar cualquiera de las tradiciones judía, cristiana o musulmana socava la integridad del sitio y va en contra de las razones que justificaron su inscripción en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
«En ninguna parte más que en Jerusalén, las herencias y las tradiciones judía, cristiana y musulmana comparten espacio y se entretejen hasta el punto que se apoyan mutuamente. Estas tradiciones culturales y espirituales se basan en textos y referencias, conocidos por todos, que son una parte intrínseca de las identidades y las historias de los pueblos».
Ahora los mundos judío y cristiano tendrán que lidiar con las ramificaciones de la resolución, la primera de las cuales es que sería prudente que todas las democracias abandonen inmediatamente a las Naciones Unidas, o por lo menos dejen de financiarla, antes de que les haga, también a ellos, un daño mayor, como seguramente promete hacer.
La resolución fue propuesta por primera vez a la UNESCO por siete estados musulmanes (Argelia, Egipto, Líbano, Marruecos, Omán, Qatar y Sudán), en nombre de la Autoridad Palestina – todos fanáticos de la OCI – en octubre de 2015. Cualquier organismo respetable, facultado para proteger lugares religiosos antiguos, la habría rechazado de plano y les habría dado a los responsables una respuesta ambigua.
El organismo madre de la UNESCO, las Naciones Unidas, durante muchos años se ha mostrado cada vez más como poco transparente, irresponsable y completamente desacreditado – desde su escándalo de malversación, petróleo por alimentos, expuesto en 2004, de $100 mil millones, que nunca se procesó, con «Fuerzas de Paz» que exigían sexo de niños a cambio de comida; hasta su incesante, inventada persecución de un estado miembro, Israel, al mismo tiempo que dejaban pasar ilimitadamente a los violadores más ostentosos de los derechos humanos en otros países.
Antes de que la ONU, con sus autoritarios y antidemocráticos bloques electorales, termine erradicando la civilización judeocristiana occidental, como claramente está tratando de hacer, es hora de que las democracias occidentales se vayan corriendo, no caminando.
De los 195 estados miembros de la UNESCO, 35 son totalmente naciones islámicas, otros 21 son miembros de la Organización de Cooperación Islámica, y cuatro son estados observadores de la OCI. Eso suma 60 que representan un bloque favorable a las resoluciones inspiradas en lo musulmán, pero la Junta de la UNESCO consiste de sólo 58 miembros. Esa junta aprobó la Resolución 19, con 33 votos a favor, seis en contra y 17 abstenciones. Ghana y Turkmenistán estaban ausentes. Sólo seis países votaron en contra de la resolución – EE.UU., el Reino Unido, Alemania, Holanda, Lituania y Estonia. Es revelador que Francia, España, Suecia, Rusia y Eslovenia estaban entre los que la apoyaron. No es difícil identificar la fuente de la mayoría de votos.
El Primer Ministro Benjamin Netanyahu rechazó la medida como otra resolución «absurda» de la ONU:
«La UNESCO ignora la singular conexión judía con el Monte del Templo, el sitio de dos templos durante 1.000 años, y el lugar hacia el que los judíos oraron durante miles de años… La ONU está reescribiendo una parte básica de la historia humana y demuestra que no hay bajeza a la que no llegará».
La paciencia judía en la Tierra Santa está siendo puesta a prueba hasta el límite.
La votación de la UNESCO es sólo el último ejemplo del suprematismo musulmán, expresado en la demolición, la redefinición, o la descarada expropiación de los lugares de culto, santuarios y otros edificios vinculados a otras religiones – invariablemente religiones que han precedido por mucho al propio Islam, incluyendo al hinduismo y el budismo, así como al judaísmo y al cristianismo. El proceso comenzó en el año 630, dos años antes de la muerte del profeta Mahoma, cuando sus fuerzas conquistaron su ciudad natal de La Meca. Durante una breve estancia allí, antes de regresar a Medina, ordenó que todos los 360 ídolos de la Ka’aba, y todos los que estaban en casas particulares, fueran destruidos. La propia Ka’aba, durante mucho tiempo un centro de culto pagano, de la noche a la mañana fue transformado en el edificio más importante de la religión islámica, la Qibla o el lugar hacia el que los musulmanes se dirigen durante la oración cinco veces al día. Está ubicado en el corazón de la Masjid al-Haram, la mezquita más importante del mundo musulmán.[1]
Los primeros musulmanes hicieron más que expropiar el edificio para sus propios fines. Crearon una leyenda para justificar su posesión del sitio.[2]
Sin embargo, el Corán y la tradición musulmana posterior no se contentaron con reescribir la historia, llevando a Abraham fuera de la tierra de Canaan tan abajo como la Península Arábiga. Transformaron al mismo Abraham. De acuerdo al Corán (3:67): «Abraham no era ni judío (yahudian) ni cristiano (nasranian), sino más bien un puro adorador de Dios (hanifan), un musulmán…»
Esto forma parte de una empresa más amplia. En la doctrina islámica, toda religión verdadera, monoteísta, desde el principio, ha sido sólo el Islam. Por lo tanto, Adán fue el primer musulmán y el primer profeta. Abraham fue un musulmán y un profeta. Moisés fue un musulmán y un profeta. Noé fue un musulmán y un profeta. Jesús fue un musulmán y un profeta. En un principio, todo el mundo era musulmán y toda la tierra pertenecía al Islam. En el Corán, leemos:
«Di: ‘Creemos en Dios, y en lo que nos fue enviado, y en lo que fue enviado a Abraham, Ismael, Isaac, Jacob y las tribus, y en lo que se les dio a Moisés y Jesús, y en lo que se les dio a los profetas de su Señor. No hacemos distinción entre ninguno de ellos, y a Él nos sometemos».
Esa última frase dice nahnu lahu Muslimun. Se puede leer de forma genérica, que significa «los que se someten a Dios»; o específicamente para significar «Somos musulmanes».
La creencia de que todas las religiones verdaderas implican sumisión a Dios y que, en este sentido, toda religión verdadera puede definirse como «Islam» (literalmente «sumisión»), puede tomarse como una declaración unificadora y completa de una verdad universal, sin perjuicio hacia nadie excepto los «idólatras», tales como los hindúes y budistas.
Pero esta generalización fue pronto olvidada, cuando los musulmanes se encontraron en competencia con los seguidores de otras religiones: los judíos en Medina, los cristianos de todo el imperio bizantino, o los zoroastrianos en Irán. Mahoma había predicado originalmente su religión como una en armonía con las opiniones del «Pueblo del Libro», los judíos y los cristianos a los que Dios les había enviados sus propias escrituras. Pero poco después de su toma de control de Medina, se volvió hacia tres tribus judías importantes de la ciudad, expulsó a dos, y luego atacó a la tercera, los Banu Qurayza, decapitando a todos los hombres y adolescentes varones y tomó a las mujeres y los niños como esclavos. A partir de aquí, el Corán está lleno de condenas a los judíos como pueblo y a los cristianos como corruptores de la escritura: «Oh creyentes, no tomen a judíos y cristianos como vuestros amigos» (Corán 05:51)
Una vez que los ejércitos musulmanes salieron a la conquista de Persia, Turquía, Grecia, el Levante, todo el norte de África, los Balcanes, Hungría, Polonia y luego conquistaron Portugal, Andalucía en el sur de España y otros territorios cristianos, todo sentimiento de una identidad con el Pueblo del Libro como, en cierto sentido, otros musulmanes, se echó por la borda, para ser sustituido por un sentimiento de que eran personas dhimmi, o sometidos, la preservación de cuyas vidas y propiedades dependía del pago de un impuesto de protección (la jizya) y de acordar vivir como habitantes humillados bajo leyes especiales de sometimiento en tierras gobernadas por califatos islámicos.
Una consecuencia de esta relación desigual fueron innumerables reglas, incluyendo ropa especial, marcada, que es anterior a la obligatoriedad de la estrella de David amarilla que los judíos fueron obligados a llevar durante el Tercer Reich de Hitler, y que no podían fundarse, repararse, reconstruirse o darles prominencia a las iglesias y sinagogas en competencia con las mezquitas; y no podía haber convocatorias audibles a los rezos judíos o cristianos.
Más que eso, la ocupación y transformación de las tierras de las religiones anteriores – Persia, Turquía, Grecia, todo el norte de África y gran parte de Europa Oriental – prosiguió a ritmo acelerado durante las imparables conquistas islámicas. En Jerusalén fueron erigidas dos estructuras en el Monte del Templo (dando lugar a la solicitud de reconocimiento de la UNESCO): la Mezquita Al-Aqsa (Masjid al-Aqsa, «la mezquita más lejana», aunque nadie tiene ni idea de dónde podría haber estado, muy posiblemente en Arabia) y el Qubbat al-Sakhra, o Cúpula de la Roca, construida en el supuesto lugar del sacrificio abortado de Abraham, ya no de Isaac sino ahora de Ismael, el progenitor de los árabes. Ambas fueron construidas durante el primer siglo del Islam.
No hay necesidad de hacer una lista de todas las iglesias convertidas en mezquitas durante los siglos que siguieron. Las más notables son las iglesias Hagia Sophia del imperio bizantino cristiano en Constantinopla, Eregli, Nicea y Trebisonda, remodeladas como mezquitas después de la conquista otomana de 1453.[3]
Hoy en día, el Estado Islámico ha destruido o convertido iglesias, santuarios y otros monumentos (incluyendo sitios musulmanes) en Irak y Siria.
Una devastación similar tuvo lugar bajo los diversos estados islámicos en India, con algo así como 2.000 templos hindúes destruidos para dar paso a mezquitas y otras estructuras musulmanas, mientras que otros tuvieron un destino similar.
Este extraordinario nivel de fanatismo no es exclusivo del Islam (sólo hay que pensar en Oliver Cromwell y sus puritanos en Inglaterra), pero ha sido mucho más extenso y ha continuado durante muchos siglos más.
Es un puritanismo totalitario. La resolución de hoy en contra de la religión judía debe ser puesta en este contexto.
Hoy en día, la Meca y Medina de los siglos Iº y IIº de la religión islámica han sido casi destruidas, no por el Estado Islámico o cualquier otra entidad radical, sino por el gobierno saudita wahabita. En las últimas dos décadas, los principales lugares históricos de La Meca y Medina, todos relacionados con la vida del profeta islámico Mahoma y poco después, han sido destruidos o desfigurados hasta tal punto que ni la ciudad es reconocible, salvo por la Ka’aba y la Gran Mezquita en la Meca y la Mezquita del Profeta en Medina. Y las dos mezquitas principales, a su vez, lo han sido con construcciones modernas. [4]
La UNESCO ha puesto en manos de musulmanas a sitios judíos en el corazón de la capital de Israel, con nombres musulmanes, para tratar de destruir lentamente al estado judío. La UNESCO no engaña a nadie.
Puede que no pase mucho tiempo antes de que los lugares sagrados, e iglesias, cristianos en Jerusalén, Belén y Nazaret también serán entregados en bandeja para aplacar a las fuerzas del Islam, temerosos de lo que pueden hacer no sólo en Medio Oriente, sino en Europa, Norteamérica y Europa, felices de tener a alguien que finalmente trate de eliminar a aquellos, supuestamente, molestos judíos. Todos los países judeocristianos harían bien en retirarse de la ONU, o por lo menos dejar de financiarla – antes de que sea demasiado tarde, también para ellos.
**Denis MacEoin es Distinguished Senior Fellow en el Instituto Gatestone. Acaba de terminar el trabajo en un gran estudio sobre las preocupaciones de Occidente acerca del Islam.
Notas
[1] Ver William Montgomery Watt, Mahoma en Medina, Oxford University Press, 1956, p. 69. Y ver Yousef Meri, Ka’aba, Guía de Investigación de bibliografías en línea de Oxford, Oxford University Press, 2011
[2] Hay más de una versión de este cuento, pero en general es así: la Ka’aba fue construida por primera vez por el Profeta Adán con la ayuda de ángeles, después fue destruida en el diluvio de Noé, y finalmente reconstruida por el Profeta Abraham y su hijo Ismael. El mismo Corán promueve la historia sobre el papel de Abraham:
«Y [recordad] cuando Nosotros hicimos la Casa [es decir, la Ka’aba] un lugar de visita [un lugar de peregrinación] para la humanidad, y un santuario, ‘Toma el lugar de Abraham como un lugar de oración». Y hemos hecho un pacto con Abraham e Ismael, «Purifica Mi Casa para los que la circunvalen, los que viven allí en retiro, y los que se inclinan y se postran”….Y [recordad] cuando Abraham e Ismael levantaban los cimientos de la Casa: «Señor nuestro, acepta esto de nosotros. En verdad, Tú eres el que todo lo oye y todo lo sabe'»[Corán 2: 125, 127].
[3] La antigua catedral portuguesa de Tánger, ahora Gran Mezquita de la ciudad; la basílica cristiana de San Juan Bautista, capturada en el año 634 y convertida en la Gran Mezquita de los Omeyas, una de los más antiguas, y considerada el cuarto lugar más sagrado del Islam; la pequeña basílica católica de San Vicente de Lerins, demolida después de la conquista de los Omeyas para dar paso a la Gran Mezquita de Córdoba (restaurada como una catedral después de la Reconquista en 1236). Bajo los otomanos, las iglesias de Chipre y Hungría fueron sustituidas como mezquitas; y cuando las colonias francesas obtuvieron su independencia en el siglo XXº, muchas iglesias fueron convertidas en mezquitas, incluyendo la Catedral de San Felipe en Argelia, la catedral de Notre-Dame des Sept Douleurs en Constantine (Argelia), la catedral de Trípoli y la catedral de Bengasi en Libia.
[4] El vasto cementerio Jannat al-Baqi, que contiene tantos restos de la familia de Mahoma, de sus compañeros cercanos y de los más antiguos santos musulmanes, ha sido nivelado, y todos los domos y mausoleos fueron convertidos en polvo. Ese hecho continuó anteriores nivelaciones por parte de wahabitas en 1906 y del ultra-wahabita Ijwan en 1925. Esas incluyeron las tumbas de los mártires de la batalla de Uhud y la de Hamza, el tío del profeta y su partidario más querido. Asimismo la Mezquita de Fátima (hija de Mahoma), la Mezquita del Manaratayn (los minaretes gemelos), y la cúpula que marcó el lugar del enterramiento de un incisivo del profeta. También en Medina, la casa de la esposa etíope de Mahoma, Maryam, donde nació su hijo Ibrahim, ha sido pavimentada. En La Meca, la casa de su primera esposa, Khadija, la primera persona a la que le divulgó su misión, ha sido convertida en baños públicos. En 1998, la tumba de la madre del profeta, Amina bint Wahb, fue demolida en Abwa, después de lo cual se vertió gasolina sobre ella y se le prendió fuego.
https://www.gatestoneinstitute.org/9173/unesco-muslim-imperialism
De asco.