A lo largo de 24 horas, en una carrera contra el tiempo, un pequeño grupo de oficiales y soldados israelíes, de menos de 23 años, pudieron localizar el lugar estimado donde el avión del Ejército de Chile, en camino a una misión de suministros en la Isla Rey Jorge, cerca del continente helado, se estrelló esta semana.
Había 38 personas a bordo, entre soldados y tripulantes, en el avión Hércules 130-C y, según las estimaciones, ninguno sobrevivió. Los esfuerzos de los militares locales para identificar el punto exacto del accidente se extendieron por muchos países, hasta llegar a una pequeña base del ejército en el centro de Israel, la Unidad de inteligencia visual 9900, perteneciente a la División de Inteligencia de las FDI.
La pérdida de contacto con el avión tuvo lugar el lunes, y en un día se estableció contacto con los expertos de la Unidad 9900, gracias a las buenas relaciones que el ejército de Chile tiene con las FDI y la reputación internacional del decodificador israelí.
«Tan pronto como nos enteramos del evento, de inmediato quisimos ayudar lo más rápido posible, para contribuir y participar en el equipo reunido», manifestó el oficial que dirigió la misión. «Suena como buscar una aguja en un pajar, pero la sabiduría es operar bajo una lógica visual ordenada. Nuestros expertos en decodificación revisaron repetidamente las imágenes buscando anomalías en el mar, con la ayuda de tecnologías desarrolladas durante los últimos años».
Según el oficial, fueron precisamente los ojos frescos de los jóvenes soldados, que acababan de terminar el curso de decodificadores, lo que produjo un avance en la tarea: «Hemos tomado expertos de varias arenas, quienes han traído ventajas creativas en la forma de decodificar. Estas personas trabajan con la decodificación por satélite todos los días».
«Encontramos pequeños cambios que indicaban anomalías, completamos un informe de descifrado que redujo en gran medida el área de búsqueda y se lo transmitimos al ejército de Chile», añadió.
La Unidad 9900 realiza rutinariamente una variedad de misiones de decodificación espacial, algunas por satélites israelíes y otras por satélites internacionales que compran sus servicios.
A partir de las imágenes satelitales, la unidad realiza diferentes tareas, desde la búsqueda de terroristas hasta el seguimiento del proyecto nuclear iraní o la detección de rutas avanzadas de contrabando de armas desde Irán e Irak a Siria y Líbano.
El agregado militar de Israel en Chile, el coronel del ejército Eran Gabay, manifestó: «Este es un trágico accidente. Tan pronto como nos enteramos de la desaparición del avión en circunstancias inciertas, ofrecimos inmediatamente nuestra asistencia para localizarlo. Esto es parte de la política de Israel, ya que ayudamos en eventos humanitarios y emergencias nacionales a nuestros países amigos».
Gabay agregó que, en coordinación con el Ministerio de Defensa, se estableció contacto con ImageSat International, una empresa israelí que brinda servicios satelitales internacionales. «La compañía recibió la información relevante y escaneó el área a través de un satélite comercial israelí, y todos los hallazgos se transmitieron a la Fuerza Aérea y al Departamento de Defensa de Chile».
Además, el coronel Gabay elogió la cooperación entre los ejércitos israelí y chileno. «Chile tiene tres anexos militares en Israel que representan las fuerzas aérea, terrestre y marítima, respectivamente, y esto se debe a las relaciones de seguridad de larga data entre los países. Además, Chile es uno de los pocos países en América latina donde hay un agregado militar residente que también sirve como representante del Ministerio de Defensa», añadió Gabay.
En la búsqueda de los restos del avión, los cuales fueron hallados el miércoles en el mar entre el extremo sur de Sudamérica y la Antártida, ayudaron embarcaciones provenientes de Estados Unidos, Uruguay, Brasil y la Argentina. Estos últimos tres, además del Reino Unido, también enviaron aviones para colaborar con Chile en la búsqueda y en el análisis de imágenes satelitales.
El contacto con el avión se perdió unos 70 minutos después del despegue desde una base ubicada en la ciudad de Punta Arenas, en la Patagonia, el extremo sur de Chile.
La Fuerza Aérea de Chile aún no tiene claro qué causó el accidente. Según ellos, ambos pilotos tenían una experiencia considerable y el avión estaba en buenas condiciones, ya que realizaba ese trayecto mensualmente.
En el área donde desapareció el avión sólo viven pingüinos y la profundidad del agua alcanza los 3.500 metros.
Adaptado por Alejo Sanzo
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