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| viernes noviembre 22, 2024

La guerra de las palabras entre Israel y sus ¿Enemigos?


Empecemos por el final. ¿Aquel que critica a Israel es su enemigo? O-algo que surge a menudo-¿alguien que critica a Israel es necesariamente antisemita?

Nos suenan a preguntas retóricas. Claro que no. Hay discrepancias legítimas. En otras palabras, es más que legítimo discrepar. Y por supuesto que eso no equivale a antisemitismo. Pero cuando la crítica va acompañada de tonos y términos que demonizan, quitan legitimidad, distorsionan, que a menudo también inventan y mienten, es otra cosa. Cuando hay un esfuerzo denodado por pintar al Estado judío con colores terribles, mientras no se dice ni escribe la milésima parte sobre regímenes oscuros, asesinos y violadores constantes de los derechos humanos, algo está mal, por decirlo delicadamente.

El problema es que esto estalla con fuerza cuando hay situaciones especialmente difíciles como la reciente guerra entre Hamas e Israel, pero está de fondo siempre. Las palabras crean percepciones, conceptos y posturas. Los enemigos de Israel lo saben y lo usan. Y enemigos no son solamente los que lo atacan con cohetes, sino los que intentan siempre presentarlo como algo retorcido, extremista, ilegítimo, casi anormal.

Por eso, van filtrando el veneno de a poco, de a gotas, pero en forma constante.

Daré un ejemplo concreto.

Hace unos días, antes de una transmisión radial, me mandaron de la producción un corto texto que pensaban leer antes de darme paso a mí para salir al aire. El tema era la formación del nuevo gobierno de Israel, que estará encabezado por Naftali Bennett, jefe del partido Yemina. La referencia a él en el texto introductorio, era “el ultranacionalista Naftali Bennett”. Le comenté a mi interlocutor que no me parece apropiado usar ese término, ya que es un término que me parece está tomando posición, que no corresponde. Y claro que ni entré en el hecho que el gobierno que él encabezará tiene también varios ministros de centro e izquierda y estará aliado con un partido árabe.

Mi interlocutor, con total franqueza y naturalidad me contestó: “Ah, no hay problema. ¿Qué te parece poner entonces? Es que así está en todos los teletipos, por eso lo puse”. Sugerí poner “jefe del partido de derecha Yemina” o algo similar y así fue.

¿Se entiende a qué quiero llegar?

No había allí ninguna mala intención de parte de la producción que estaba armando el programa en cuyo marco saldría mi informe. Usaban la terminología a la que las agencias informativas tienen acostumbrados a todos los medios de comunicación del mundo. ¿Y acaso puede ser que todas estén equivocadas y sólo esta corresponsal judía tenga razón? Probablemente el tema sea que la judía es la tendenciosa ¿no?

Es un problema de fondo y muy serio. Cuando se escribe sobre Israel se usa con mucha facilidad términos que tienden a la descalificación, aún sin agregar adjetivos. Ultranacionalistas, ultraderechista, extremistas y cosas similares. Aclaro: no estoy alegando que no los hay, sino que la normalidad con que se recurre a términos cuyo efecto inmediato es crear cierto rechazo, es especial para el caso de Israel.

Pero lo peor es la otra cara de la moneda.¿Alguna vez se han topado con calificativos como “reaccionarios” , “fanáticos”, “extremistas” con referencia a los terroristas de Hamas u otros grupos? ¿Verdad que no? Yo no tengo reparos en usarlos cuando informo sobre los terroristas. ¿Pero acaso ven alguna vez en agencias noticiosas internacionales que se tilde con calificativos-en este caso muy merecidos- a los fundamentalistas de Hamas que oprimen a su pueblo, les roban los recursos para hacer cohetes y luego los disparan a Israel? No, seguro que no.

El problema central de esta dicotomía, es que a menudo-y claro que no se puede generalizar- autores que por supuesto se presentan explícita o implícitamente como motivados por su preocupación por los derechos humanos, no dicen una palabra sobre los ataques de una organización terrorista a la población civil del Estado vecino. En la práctica, justifican de hecho a Hamas, una organización islamista reaccionaria que usa a sus civiles como escudos humanos y dedica todos sus recursos a su infraestructura armada y no a su pueblo.

Cuando autores de diversos artículos de prensa se desviven para explicar por ejemplo los conflictos en Al Aqsa y en el barrio Sheik Jarrah de Jerusalem-a menudo distorsionados o presentados parcialmente – apuntan de hecho a dar a entender que la culpa de haber sido atacado con 4.340 cohetes sobre las cabezas de sus habitantes, es de Israel.

El problema principal de todo esto, es que en el obsesivo intento de demonizar a Israel y culparlo de tantos males, quienes escriben de esa forma están de hecho minimizando o hasta justificando-en algunos casos-los crímenes de Hamas.

¿Será  simple ignorancia…o realmente mala intención?

 
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