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| lunes noviembre 25, 2024

Si Biden no lo frena, Irán seguirá dando guerra (nunca mejor dicho)


Biden. Captura youtube

El plan era audaz: agentes de la República Islámica de Irán secuestrarían a una ciudadana norteamericana en territorio norteamericano. Masih Alineyad, periodista y activista por los derechos humanos oriunda de Irán, sería atrapada  y trasladada desde Brooklyn a Venezuela y de allí hasta Teherán, donde sería encarcelada, torturada y, con toda probabilidad, ejecutada.

A principios de julio, el FBI –tremendo mérito– lo desbarató. “En nuestras narices, no”, declaró a la prensa el director adjunto de la agencia, William Sweeney.

Portavoces de la República Islámica desecharon las acusaciones tachándolas de “ridículas e infundadas”. Si usted les cree, Ms. Alineyad puede venderles a buen precio un puente que no queda lejos de su hogar.

¿Cómo iba a atreverse Irán a cometer un crimen así? Conectemos unos cuantos puntos. Hace diez años, los ayatolás planearon asesinar en territorio estadounidense al embajador saudí en Estados Unidos. Iban a poner una bomba en el Café Milano de Georgetown para acabar con Adel al Yubeir mientras disfrutaba de su aperitivo. Empleados del restaurante, transeúntes y otros clientes del local podrían haber sufrido daños colaterales.

Ese acto de terrorismo se frustró sólo porque los conspiradores cometieron el error de implicar a un informante de la DEA.

Temo que en la Casa Blanca no se estén haciendo la pregunta pertinente: ¿La negativa de Washington de imponerles un castigo contundente en respuesta al complot de 2011 llevó a los gobernantes de Irán a pensar que se jugarían poco con el complot de 2021? Y si tampoco ahora se les impone un castigo contundente, ¿Qué será lo próximo que tramen?

En Call Sign Chaos, publicado hace dos años, Jim Mattis, jefe del Mando Central en 2011, calificó de “acto de guerra” el plan para asesinar al embajador saudí. No había dudas sobre quién estaba detrás. “Vi los informes de inteligencia”, escribió el general Mattis. “Grabamos el visto bueno de Teherán a la operación”.

Y añadió que “sólo la percepción iraní de la impotencia norteamericana podría haber llevado” a los jerarcas iraníes a “arriesgarse a cometer un acto así a sólo un par de millas de la Casa Blanca”. Así pues, consideraba esencial que los teócratas se llevaran algo más que un palmetazo.

El presidente Donald Trump se retiró del acuerdo nuclear, el Plan de Acción Integral Conjunto (que ni era integral ni un plan de acción), e impuso sanciones económicas que, menos de dos años después de su entrada en vigor, debilitaron la economía iraní. El presidente Biden ha priorizado revivir el PAIC ofreciendo a Teherán una serie de incentivos económicos, por ahora sin resultados.

¿Cómo responderá Biden al intento de secuestro de Alineyad? Tras reunirse con la periodista y activista irano-americana, el secretario de Estado, Antony Blinken, afirmó que “EEUU apoyará siempre en todo el mundo la indispensable labor de los periodistas independientes”. “No toleraremos que se intente intimidarlos o silenciarlos”, añadió. Ni una mención a Teherán. Ni una palabra sobre represalias.

Los gobernantes de Irán han cometido muchos otros crímenes e incurrido en numerosas provocaciones, entre las que se cuentan una serie de ataques de las milicias que patrocinan contra fuerzas norteamericanas desplegadas en Irak y Siria.

Daré cuenta de otra atrocidad: Wang Xiyue es un ciudadano norteamericano naturalizado que está sacándose el doctorado en Princeton. Hace unos años abrazó la idea “predominante en el mundo académico” que las “acusaciones sobre la conducta maligna del régimen” iraní eran “propaganda americana” y en 2016 se fue confiado a Irán, a trabajar sobre su tesis; se mantendría “apolítico y centrado en la investigación histórica”.

Xiyue llegó al país asiático no mucho después de la entrada en vigor del PAIC y durante lo que parecía un periodo de acercamiento entre Washington y Teherán. Sin embargo, enseguida fue detenido, encerrado en régimen de confinamiento solitario, obligado a hacer una confesión falsa y condenado a 10 años de prisión bajo unas acusaciones de espionaje que no tenían el menor respaldo probatorio.

Su interrogador, afirmó Xiyue, “dejó claro que mi único crimen era ser norteamericano”. “Me dijo que iba a ser utilizado como pieza de canje a cambio de la liberación de unos iraníes apresados por EEUU y de unos fondos iraníes que permanecían congelados”.

Tras pasar 40 meses entre rejas, Xiyue fue liberado a cambio de Masud Soleimani, un iraní acusado de tratar de exportar materiales biológicos desde los EEUU hasta Irán, en violación del régimen de sanciones. El mensaje que se mandó a Teherán fue: si tomas rehenes norteamericanos, tienes mucho que ganar y poco que perder.

Haybat es una palabra que he aprendido de mis amigos hablantes de farsi. Alude al sobrecogimiento, la majestuosidad y el temor que inspira el Poder. Los líderes que lo poseen pueden aturdir y detener a sus enemigos. Los que carecen de él son vistos como caniches que se enfrentan a coyotes.

Hubo un tiempo en que los líderes americanos tenían haybat, en que los americanos podían citar lo que yo llamo Doctrina Marilyn Monroe. En la película El príncipe y la corista (1957), el personaje encarnado por la gran estrella le dice a un conspirador extranjero que la ha amenazado: “Soy una ciudadana americana. ¡No puede hacerme nada!”.

¿Piensan los gobernantes iraníes que el presidente Biden tiene haybat? ¿Lo piensan los talibanes, Vladímir Putin y Xi Jinping? Si cree usted que sí, insistiré en que puede ser dueño de un magnífico puente en Brooklyn por un precio muy razonable.

© Versión original (en inglés): FDD
© Versión en español: Revista El Medio

 
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