Se cumplió un año del prematuro fallecimiento del rabino Lord Dr. Jonathan Sacks. Prominente rabino y figura de jerarquía mundial, la oportunidad se presta para analizar brevemente un libro suyo, Tiempo Futuro, cuya lectura acabo de finalizar y en el que el autor analiza el rol del judaísmo en la cultura global.
Su postura es clara. El judaísmo no está destinado únicamente al pueblo judío. Obviamente son trascendentes la lucha contra el antisemitismo, asegurar la existencia y seguridad del Estado de Israel así como la continuidad judía, pero el rabino Sacks apuesta a una opción algo diferente. Superar el gueto mental, esa suerte de encierro síquico. Aislándonos –sostiene el rabino Sacks– no sortearemos el escollo antisemita ni obviamente aseguraremos el futuro del Estado de Israel. Sencillamente agravaríamos nuestra coyuntura y obviamente comprometeríamos la continuidad judía.
Ante los grandes desafíos del presente y comunes a toda la humanidad, el judío debe asumir posición y definirse. Es tiempo de dejar los temores a un lado, las posturas paranoicas o considerarse una víctima de las circuntancias. Debemos promover la continuidad judía, cumpliendo fielmente los postulados de la tradición judía, pero simultáneamente integrarnos al entorno global y abogar por un mundo mejor. Al igual que Noé después del Diluvio, es imprescindible renovar la solidaridad humana. Sin renunciar a los postulados de su fe e identidad y sin perjuicio de las disidencias filosóficas, el rabino Sacks sostiene que el judío debe unirse a sus amigos cristianos, musulmanes, hindúes, sijis y humanistas laicos en valores como justicia, honestidad, compasión, santidad de la vida, amor al extranjero, que reside en nuestro entorno, así como el total respeto por todo ser humano cualquiera sea el pigmento de su piel, su origen étnico o su creencia religiosa.
Rabino Jonathan Sacks (Gentileza)
La faceta universalista es conocida, aunque no siempre invocada en el judaísmo. A título de ejemplo cabe señalar que todos los hombres fueron creados a imagen y semejanza del Todopoderoso y en la misma medida todos los hombres son diferentes. Todos provienen de un solo hombre –Adán– de tal suerte que todos los hombres se sitúan desde el mismo comienzo de la humanidad en un plano equidistante y de absoluta igualdad. Recién en el capítulo doce del texto bíblico comienza a perfilarse la historia de los patriarcas del pueblo judío, y en cinco oportunidades el texto bíblico señala que las bendiciones del Todopoderoso a Abraham y a Jacob redundarán en beneficio de todo el orbe.
El texto bíblico resalta la nobleza de la hija del Faraón, quien contrariando las instrucciones de su padre rescata a Moisés de las aguas del Nilo, y hay exégetas de nuestro tiempo que la señalan con la primera justa entre las naciones, comparándola con aquellos gentiles que durante la Segunda Guerra Mundial arriesgaron sus vidas y la de sus familias para salvar a judíos. Obviamente cabe señalar al pensamiento profético e incluso en dos festividades típicamente judías (Año Nuevo y la Fiesta de las Cabañas) afloran facetas universalistas.
Por todo ello tampoco extraña que rechace categóricamente la presunta bendición del profeta midianita Bilam, por la cual hay un pueblo (judío) que reside aislado e ignora a las naciones de su entorno tal como emerge en el texto bíblico, concretamente en números, capitulo 23, versículos 8-9. En primer término porque el profeta Bilam era un enemigo del pueblo judío y ya en el Talmud se señala que sus presuntas bendiciones eran en realidad maldiciones. También, un gran exégeta del Primer Testamento –el rabino Shimshón Rafael Hirsh– rechaza categóricamente la afirmación del profeta midianita, sosteniendo que el judío debe integrarse totalmente en la sociedad circundante paralelamente al estricto cumplimiento de su tradición religiosa.
No en vano el rabino Sacks denomina su libro Tiempo Futuro. Parte de la incuestionable premisa de que el judaísmo rechaza categóricamente toda postura fatalista y aproximación determinista apuntando siempre al futuro. Ser judío –señala el rabino Sacks– implica ser un abanderado de la esperanza, una protesta contra el escepticismo y contra quienes levantan los brazos y se resignan ciegamente a su suerte. No en vano la parte final de todas las oraciones judías culminan con la esperanza de enmendar nuestro mundo.
De ahí que no es casual que el rabino Sacks admire al Patriarca Abraham –entre tantas razones–, cuando ante la irreparable pérdida de su esposa, pese al dolor no decae y continúa en su quehacer buscando la compañera adecuada para su hijo y de tal modo asegurar la continuidad de su senda. Por ello tampoco sorprende su admiración ante la entereza espiritual de los sobrevivientes del Holocausto, quienes pese a todo lograron rehacer y encaminar sus vidas. Ante todo, los hombres deben apuntar y vertebrar su futuro practicando, de ser necesario, las enmiendas pertinentes, y sólo entonces evocar y volcarse al pasado.
Como en muy pocos, en la cosmovisión del rabino Sacks se amalgaman armónicamente lo peculiar con lo general, lo nacional con lo universal, lo judío con lo humano
Debes estar conectado para publicar un comentario. Oprime aqui para conectarte.
¿Aún no te has registrado? Regístrate ahora para poder comentar.