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| lunes diciembre 23, 2024

El engañoso relato de la ‘Naqba’


naqba

En los últimos años, la comunidad internacional ha dado en aceptar el relato palestino de la Naqba, según el cual el nacimiento de Israel se considera un desastre y una prueba irrefutable de la necesidad de presionar a dicho país. Si bien es posible simpatizar con la historia del sufrimiento palestino posterior a la creación de Israel sin tratar de deslegitimar al sionismo, demasiado a menudo quienes suscriben la idea de que los acontecimientos de 1948 fueron un desastre consideran la creación de Israel como un pecado original que exige que el mundo se someta a todas las exigencias palestinas.

Pero lo más preocupante es que muchos, en la izquierda judía, han adoptado ese mismo punto de vista. Como escribió Joshua Muravchick en un artículo definitivo sobre el tema en el número de junio de 2013 de Commentary, el periódico israelí Haaretz ha estado “zurrando diariamente a Israel” durante años. Pero su editorial de hace unos días, poco antes de la celebración del Día de la Independencia israelí, en el que instaba al Estado no sólo a que aceptara el relato victimista palestino en el que Israel es el único responsable, sino a que lo enseñara en sus escuelas, se excedía tanto que hizo que uno de los veteranos pensadores israelíes de izquierda, defensores de la paz con los palestinos, les llamara la atención.

Shlomo Avineri, un destacado erudito israelí, que fuera director general del Ministerio de Exteriores, estuvo entre los primeros que defendieron que el país negociara con la OLP en los 70, cuando tales contactos eran ilegales. Como tal, sus credenciales como defensor de la negociación y de la reconciliación con los palestinos son impecables. Pero Avineri se escandalizó por lo que leyó en un periódico cuyas columnas de opinión a menudo parecen más propaganda palestina que otra cosa. Su disección del editorial, publicada el pasado jueves, es de lectura obligada para cualquiera al que le importen la paz o la verdad. Si bien reconoce que la historia del conflicto resulta compleja, cree que quienes aceptan la idea de que sólo Israel es responsable del sufrimiento de los palestinos se equivocan.

Avineri escribe:

Verdaderamente, algunos hechos históricos no deberían dejarse sólo para los historiadores. El intento de ignorarlos está moralmente viciado, y la moralidad es, legítimamente, el espíritu que guía el editorial. Es un hecho -uno que no debería ser “asunto de historiadores”- que, en septiembre de 1939, Alemania invadió Polonia, y no al revés. Es un hecho que, el 7 de diciembre de 1941, Japón atacó a Estados Unidos, y no viceversa. También es cierto que la denominada ‘Naqba’ es resultado de la decisión política adoptada por los líderes palestinos y los Estados árabes de rechazar la resolución de partición dictada por Naciones Unidas, para evitar por la fuerza su puesta en práctica y atacar a la comunidad judía en la Tierra de Israel antes y después del establecimiento del Estado. Respecto a eso el editorial no dice nada.

Así, el contexto de la fundación del Estado de Israel se presenta en el editorial exactamente como se presenta en el discurso político palestino y árabe: con total desprecio por la realidad política e histórica en 1947 y 48. Generalmente, el discurso árabe simplemente no menciona jamás la resolución de partición, al igual que nunca menciona la violenta oposición a su puesta en práctica. Ese negacionismo por parte de los árabes puede resultar comprensible, pero ¿en Haaretz? En el caso de que alguien lo haya olvidado o lo ignore, sugiero acudir a los archivos del periódico y leer los titulares del 30 de noviembre de 1947 y las noticias diarias de los meses sucesivos. Están llenos de informaciones sobre la violencia árabe y los inicios de una resistencia armada árabe frente al establecimiento del Estado de Israel, primero por las milicias (las “bandas”) de dentro del país y, posteriormente, mediante la invasión coordinada de Ejércitos árabes cuando concluyó el Mandato Británico el 15 de mayo de 1948. El editorial no dice ni una palabra de eso, del mismo modo que el discurso árabe prefiere limitarse a borrar esos hechos históricos de la memoria.

Avineri también señala la hipocresía del intento de acusar a Israel de haber nacido como consecuencia de un pecado original:

¿La ‘Naqba’ fue un terremoto? ¿Un tornado? ¿Un tsunami? Fue el trágico resultado de la decisión política árabe de evitar el establecimiento de un Estado judío en la porción de la Tierra de Israel que había estado bajo el Mandato Británico, al igual que la expulsión de 12 millones de alemanes étnicos de Polonia, Checoslovaquia y Hungría tras 1945 fue el trágico resultado de la agresión de Alemania en 1939 y, posteriormente, en 1941, cuando invadió la Unión Sovietica. En ambos casos, masas de civiles inocentes pagaron el precio de la agresión llevada a cabo por sus dirigentes. Pero si hoy alguien pretendiera describir la expulsión de millones de alemanes de Europa Oriental como un “desastre” que nada tuvo que ver con la agresión del Tercer Reich, se le llamaría neonazi, y con razón.

Al ignorar los verdaderos motivos por los que sufrieron los palestinos, quienes aceptan la versión de la Naqba inclinan la balanza diplomática en contra de los israelíes, y otorgan legitimidad a los intentos de quienes tratan de promover el boicot a Israel o su destrucción. Enterrar la verdad de la Naqba hace difícil, cuando no imposible, comprender la violencia palestina contemporánea.

Se puede comprender, pero no justificar, la generalizada oposición palestina y árabe a la iniciativa sionista. Tal es la naturaleza de los conflictos nacionales, pese a que esta oposición tuvo más aspectos de asesinato y terrorismo que otros movimientos nacionalistas. El terrorismo palestino contra civiles judíos no es el resultado de los años de ocupación posteriores a 1967. Formó parte de los disturbios de 1929 y del levantamiento árabe de 1936. Por una parte, es cierto que, en base a la presencia del Gran Muftí en Berlín durante la Segunda Guerra Mundial no podemos llegar a la conclusión de que la oposición árabe al sionismo era idéntica al nazismo. Pero, por otra, ignorar ese hecho y dejarlo en manos de los historiadores supone una distorsión de la historia. Forma parte de la conciencia histórica concreta de judíos y árabes.

La protesta de Avineri por la forma en la que Haaretz se ha unido al ataque al sionismo debería ser secundada no sólo por quienes pretenden defender al Estado judío, sino, principalmente, por quienes están preocupados por su presencia en la Margen Occidental y desean ardientemente una solución de dos Estados. La paz seguirá siendo imposible hasta que los palestinos rechacen un concepto de identidad nacional inextricablemente unido al intento de destruir Israel. Mientras los palestinos se sirvan de la Naqba como excusa para deslegitimar a Israel, el cambio radical que hará viable la paz no se producirá. Aquellos judíos e instituciones judías que pretenden dar validez a este falso relato de la Naqba están alejando el día en que llegará la paz, no acercándolo.

Commentary

http://elmed.io/el-enganoso-relato-de-la-naqba/

 
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