No hace tanto, las comunidades judías dispersas por el mundo, si bien tenían noticia una de la existencia de las otras, en la práctica se desconocían cara a cara. Las grandes olas migratorias a partir de finales del siglo XIX y especialmente durante la primera mitad del XX, nos enfrentaron a parientes en los que resultaba difícil reconocerse: lengua, costumbres y hasta rituales litúrgicos diferentes hacían que nuestros antepasados no tan lejanos en el tiempo miraran con desconfianza al otro, ...