A pesar de que el hebreo no fue lengua coloquial durante milenios (hasta su modernización en el último siglo), marca y ha pautado entre sus hablantes (mayoritariamente, rezantes) no sólo estilos, expresiones y gramáticas, sino una forma de significación constructiva de una identidad, tan etérea (por falta de asentamiento en un territorio propio durante tanto tiempo) como ávida de pilares comunes en una dispersión planetaria. El objetivo es revisar los propios cimientos del edificio lingüístico, los átomos primigenios de la ...